49. escape

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Algunas parejas se separan por la falta de pasión, la excusa de que la llama del amor ha acabado es solo para no decir que se aburren del otro.

Llevaban dos años de relación y el placer seguía siendo el mismo, una simple mirada o mordida de labio era suficiente para que el rey quisiera acabar la reunión y probar el cuerpo de la villana.

Las noches eran eternas cuando la pasaban juntos, claro que debían de salir de ese trance y volver a sus deberes.

La chica de 18 años le sugirió al monarca escapar. Ambos estaban abrazados entre las húmedas sábanas
— No será la isla, ni el lago - desechaba lugares como si de ideas gubernamentales se tratara — Algo más lejos donde nadie sepa quienes somos ni de dónde venimos ¿No te parece genial?

Los concejales y familiares de Ben tenían idea de que la pelimorada lo convencía con facilidad — ¿Existirá lugar en donde nadie sepa que te amo? No lo creo - beso su cuello de nuevo bajando lentamente hasta su ombligo

Mal amaba que su novio se comportará de esa manera, aunque ignorara inteligentemente sus palabras. Dejo que besara su intimidad. Se sentía tan bien, no podía negarlo.

*

El tiempo pasó, Mal dormía en el pecho de Ben con tranquilidad. Eran aproximadamente las seis de la mañana y el rey besaba la frente de su amada, lo que le sugirió la otra noche no era mala idea, el consejo los estaba presionando, ella estudiaba y lo ayudaba con algunos asuntos del reino.

Pasaban las noches juntos y era maravilloso pero quería más, más tiempo juntos, más pasión, más de ella.

— ¿Qué hora es? - una voz suave y soñolienta — ¿Ben..?

Se concentró en esos ojos verdes, en esas pequeñas pecas que apenas se veían, sus cabellos revueltos y sus labios secos. Los beso muchas veces, ella confundida le siguió el ritmo
— Hoy no irás a la Academia ¿Quieres perderte conmigo?

— ¿Que estás tratando de decirme? - le pregunto mirando sus ojos miel

Le guiño un ojo y se levantó de la cama — Hay una casa fuera del pueblo, cerca de SeaSide pero lejos de la civilización - no dejo que terminara de hablar

— No digas más, yo me dejó raptar por usted - se sentó en la cama — Su majestad.

Así emprendieron camino a esa casa, solos lejos de todos. Fue fácil salir del castillo disfrazados de cocineros y con ayuda de Lumiere nadie se enteró que quienes montaron ese carruaje era el rey y la villana.

FIN

El Principe Y La Villana | One-Shots BealWhere stories live. Discover now