Prefacio

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Freya Varjak estaba muerta. Enterrada viva cuando el imperio de su padre cayó ante los Changretta. Desaparecida cuando sus hombres la buscaron hasta perder la esperanza. Y renacida bajo el nombre de Frey Varjak cuando apareció entre las cenizas, dispuesta a continuar el legado de su familia, y lo más importante: vengarse de quienes trajeron tanto dolor.

Los Scarlet Eyes volverían a tomar el control, cobrando lo que había sido suyo por años, ahora liderados por Frey Varjak, el primogénito del difunto Armani Varjak. Los negocios y propiedades volverían a ser suyas hasta encontrar una piedra en el camino. Los malditos Peaky Blinders, que liderados por Tommy Shelby, harían honor al proverbio "Los enemigos de mi enemigo son mis amigos".

¿El problema? Ellos querían ver a Frey Varjak y nadie le había visto nunca la cara. Así que cuando lograran hacerlo, se darían una gran sorpresa. Especialmente John Shelby.

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— Hemos venido a hablar con Frey Varjak.

— Lo lamento, pero el señor Varjak no se encuentra —contesta con dureza. Era un joven de espesa cabellera rubia, cuidadosamente peinada hacia atrás. John lo reconoció del tiroteo en su finca.

Quien los recibió estaba parado junto a la chimenea de la bodega mientras el rubio se les acercaba para despacharlos. Los miraba con desconfianza e incluso desprecio. Los 'ojos escarlata' siempre habían sido más acaudalados y refinados que los Shelby, pero al fin y al cabo ambas bandas tenían las manos manchadas de sangre. Así que por más que vistieran de etiqueta, no había ninguna real diferencia. 

Eso parecía estar más que claro para los hermanos Shelby, que no se dejaban intimidar por aquellos dos perros. Por lo mismo no se movieron de su sitio.

La gente contaba que siempre eran dos hombres, perros fieles, quienes acompañaban a Varjak. Seguramente eran esos dos los que ahora estaban custodiando la bodega con tanto recelo. 

Tommy iba a buscar la manera de hacerlos hablar pero algo lo interrumpió.

Unos tacones resonaron contra el metal. Todos voltearon al escuchar una dulce voz provenir desde las escaleras metálicas.

— Sin embargo, pueden hablar conmigo, la señora Varjak.

Era una bella mujer de cabello castaño, las ondas rozando sus hombros. Bajaba los peldaños con delicadeza, como si flotara. Un vestido de seda color champaña cubría su delgado cuerpo, ciñéndose a sus pronunciadas curvas. 

Arthur tuvo que codear a John para que cerrara la boca, aunque los hermanos mayores se encontraban igual al ver semejante belleza húngara.

—Señorit-—se corrigió el rubio de ojos verdes, cuando tomó la mano de la mujer para recibirla al finalizar el último escalón.— Señora Varjak, no es necesario que usted interfiera...

Una melodiosa risita salió entre sus labios escarlata.

—Claro que es necesario. No seas tonto, Lance —le sonrió, y luego dirigió su mirada hasta los Shelby.— Nunca permitiría que los famosos Peaky Blinders tuvieran que esperar.

Ella no dejaba de sonreír y John no podía dejar de verla. Sentía que la conocía pero no sabia de donde.

 Los demás simplemente permanecían tensos. Tommy había reconocido su voz y no sabía a que atenerse con la cálida fachada que mostraba la mujer.

—Así que por favor, adelante.—se adelantó ella.— Hablemos en el despacho de mi esposo con un verdadero Whisky en las manos.

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Freya sabía muy bien que esos hombres traerían problemas, pero justamente esos problemas quería ella. Una alianza con los Blinders era la estrategia perfecta para acabar con los condenados Changretta. Lamentablemente no esperaba que otros problemas aparecieran en el camino. Como que un hombre llamado John Shelby lograría arruinar sus planes y revelar su identidad, así como robar su corazón.

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—John...—suspiró Freya. La tenia contra la pared del pasillo, besándole el cuello y mordiendo con deseo.

El calor de la situación y el miedo de ser atrapados en el acto encendía aún más la llama. 

—John... —susurró. Tenía que pararlo o terminaría desnuda ahí mismo.— Mi esposo vendrá esta noche. No puede encontrarnos así.

Él gruñó sobre el inicio de sus senos.

—Que se joda ese Frey, esta noche eres sólo mía.

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Pero no todo podía ir bien en su vida y muy pronto la verdad se descubriría. De la peor manera John Shelby  vería que ella sólo era una máscara.

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Freya tomó su mano con delicadeza, pero él la retiró como si fuera fuego.

—Todo estuvo planeado...—murmuró con asco. Ni siquiera la miraba.— ¡Joder, confié en ti, maldita sea!

Nunca lo supo, pero juró haber visto una lágrima solitaria recorriendo su mejilla. De todas formas la oscuridad de la sala se encargó de ocultarlo.

—En eso te equivocas, John.—dijo con dolor, intentando tocar su mano. Esta vez se lo permitió, pero no por mucho tiempo.

Aunque le hablara con sinceridad y dulzura, John ya no confiaba en ella.

—No todo estuvo planeado —lo observó a los ojos, ansiaba transmitir que lo que le decía era verdad. Que sus sentimientos eran reales.— Lo nuestro y esto que siento por ti nunca estuvo planeado. Nunca esperé encontrarme contigo, John Shelby. Desde el primer momento que te vi supe que serías un grano en el culo pero yo... Yo me enamoré de ti con tanta fuerza que nubló mi juicio.

Freya recordó esa vez que se interpuso entre una bala y él. Había sido una tonta irresponsable pero lo volvería a hacer una y mil veces.

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Nota de la autora: John Shelby merecía vivir.

𝐕𝐚𝐫𝐣𝐚𝐤 | John ShelbyTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon