Capítulo 9: "Temprano a casa"

5K 824 208
                                    

—¿Por qué no puedes hablar?

Se atrevió a preguntar Katsuki mientras continuaba sujetando su mentón y se aseguraba que hubiera dejado de sangrar.

La pregunta pareció desconcertar a Izuku, que solo llevó la mirada a otro lugar.

Era un tema delicado, tanto para él como para su familia. Y con ello se refería únicamente a su madre.

Pero, sí. Había un motivo para su mutismo y también para su sordera.

No, yo...

—Escucha, nerd —Dijo rápido— Soy inteligente, pero no tanto como para saber cómo hablar contigo. No entiendo tu ridícula lengua de señas.

Yo... Puedo enseñarte —Movió las manos con lentitud, haciendo señas que ni siquiera significaban lo que estaba diciendo, más bien era un intento por hacer que el otro le entendiera. Apuntándose a sí mismo, luego a Katsuki y luego un invento raro.

Impresionantemente el rubio le entendió.

—¿Y para qué querría aprender yo? —Le soltó el mentón y se cruzó de brazos fingiendo desinterés.

Para que hablemos. Seamos amigos.

—¿Qué? No, no te entiendo.

Izuku estuvo a punto de hablar de nuevo cuando la campana para volver a clases sonó.

No faltaba mucho en realidad para terminar las clases, quizás unas dos horas. Era el último bloque. Deportes.

De todas formas no había mucho que el peliverde fuera a hacer, pues ya sabía que no podía participar y tampoco ayudar al profesor Toshinori, puesto que algunos compañeros podrían sentirse celosos o provocar de cierta forma lo mismo que ocurrió con Mineta y Aoyama. Así que haría trabajos escritos para esa clase.

—Vamos, no pienso llegar tarde.

Katsuki le tomó del brazo una vez más, ahora mucho más delicado que la primera vez que solo lo arrastró al patio trasero.

De alguna forma, muy a su estilo, el cenizo se preocupaba por el resto. Era algo cavernícola para expresar algún tipo de emoción, si, pero no significaba que no tenía sentimientos y que las cosas le llegaban de igual manera.

—Bro, ¿qué le pasó a tu ropa? —Preguntó Kaminari cuando los vio llegar a ambos.

Estaba manchada con la sangre del peliverde.

Aquello inmediatamente alertó a Todoroki, pues antes de haberse ido con Izuku, Katsuki tenía el uniforme limpio. Por ende era obvio para él y sus sospechas que había golpeado al pecoso en su ausencia.

—¿Lo lastimaste? —Tomó a Izuku y lo puso detrás de él.

—Agh, qué aburrido eres mitad-mitad. No le hice nada.

Es verdad, Todoroki-kun —le tomó el brazo al bicolor para que no hiciera un escándalo de eso.

Para ser alguien calmado todo el tiempo, Shoto también podía ser muy impulsivo de vez en cuando, sobre todo si se trataba del chico nuevo, a quien por alguna razón necesitaba proteger del resto.

—¡Ya estoy aquí! —Gritó el profesor Toshinori mientras entraba al salón— Vayan a cambiarse a su ropa de deportes y me esperan en el gimnasio.

Todos asintieron, algunos felices por tener la asignatura, otros realmente enfadados con la vida por tener que hacer deportes en la última hora, cuando en verdad solo querían irse a casa.

—Joven Midoriya, ven un momento —Una vez que el chico se acercó, continuó hablando— Puedes irte a casa ahora si prefieres. Como ya no tendrás que participar en esta clase quedas libre por hoy.

¿Eh?

Izuku supuso que era una especie de "beneficio", aunque prefería no llamarlo de esa forma, así se evitaba los comentarios pesados de cualquiera que no le gustara la ventaja.

¿Era por su discapacidad?

A veces desearía no sentirse diferente. Sin embargo no podía hacer nada.

Hizo una reverencia rápida y fue por sus cosas, evitando ser visto por los demás.

Excepto por Katsuki, el cual antes de salir del salón de clases echó un último vistazo adentro.

Rubí y esmeralda.

Sus ojos se encontraron por milésimas de segundos hasta que Bakugou terminó por irse.

Él...

No. Quizá solo era una alucinación. Bakugou Katsuki jamás le habría mirado de esa forma tan intensa.

Pero por alguna razón sentía un calor agradable en el pecho.

Fue entonces que se acomodó la mochila en los hombros y procedió a caminar fuera de la escuela.

"Quisiera poder contarte todo", pensó Izuku

Si pudiera realmente lo haría, pero entre la barrera del lenguaje y la poca confianza que le tenía al rubio, mejor era evitar acercarse demasiado a menos que el otro tuviera un poco de iniciativa o verdadero interés.

El camino a casa fue silencioso, casi tanto como él mismo. Aún nadie salía de clases así que no se veían muchos estudiantes, quizás algunos de otras escuelas, pero en general las calles estaban vacías.

Lo cual agradecía porque las multitudes lo ponían nervioso.

Pensó en que era una buena oportunidad para ir por aquél pequeño minino que había estado alimentando y cuidando por un par de días. Total, ya tenía la autorización de su madre para adoptarlo.

Ella creía fielmente que a Izuku le haría bien tener un animalito, porque sabía que su hijo no contaba de muchas amistades, además que así lo haría alguien más responsable.

Avanzó por un par de cuadras más hasta llegar al tan conocido parque.

Gatito, vine por ti —Habló en señas.

Le parecía extraño no verlo en el mismo sitio que los días anteriores, pues solía arrimarse en una esquina o cerca del árbol. En el punto exacto de sombra y de sol.

¿Estás aquí?

¿Alguna vez han tenido la sensación de que algo anda mal pero se acostumbraron tanto a eso que le buscan lo racional a todo?

Era justamente lo que sentía Izuku.

"Probablemente habrá ido a dar un paseo".

En el caso de que hubiera encontrado un dueño, aunque le diera tristeza lo aceptaría, después de todo el gatito merecía amor y una familia que lo quisiera.

Fue entonces que mientras daba un vistazo rápido al parque, que por cierto no era muy grande, sino algo así como una plazuela, observó las zapatillas moradas de alguien que estaba en cuclillas.

Y un maullido.

Ah, ahí estaba.

Seguramente alguien lo habría comenzado a acariciar. Era un gatito muy lindo.

Midoriya decidió acercarse un poco más a la otra persona de manera amistosa, dispuesto a hacer un amigo si es que la otra persona se lo permitía.

Alguien que acariciara a los animales tenía su eterno respeto.

Y claro, querría ser su amigo de inmediato. Así que lo intentaría.

¿Estás feliz, gatito? Le agradas a alguien más.

Izuku sonrió.

Pero entonces notó que el cabello de la persona se le hacía muy familiar a pesar de la distancia. Demasiado familiar.

—Hey, qué bueno verte por aquí, Midoriya.

El chico frente a él se puso de pie con el gato en sus brazos. Lo miraba amenazante. Tanto que Izuku se detuvo en seco.

—Vaya, diría que te comieron la lengua los ratones, pero nunca has dicho una mierda. Así que está bien.

Mineta sonrió mientras acariciaba el lomo del gatito.

—Tú y yo tenemos que hablar.

Dímelo con señas.Where stories live. Discover now