Capítulo 11

86 19 19
                                    

Ya es hora de irme a trabajar. Y aunque no quiero, debo levantarme; pero Riku no me ha soltado en ningún momento desde entonces.

—Vamos, Riku... —no sé cómo, pero se ancla con los pies a la cama y me sujeta de la cintura —. Vamos...

—No te vayas... —parece un niño —. Inu, quédate... —su actitud me hace reír.

—Riku... —pone una mano en mi pene por sobre la ropa interior y aprieta levemente —. Eso es jugar sucio... —se me escapa un gemido cuando empieza a masajear. Lo hace tan bien —. R-Riku... —acelera el masaje —. ¿No eres tú el que... el que siempre dice que no descuide... l- lo que hago? Además, ya van dos días. Me meteré en problemas si no voy...

—Solo esta vez... —me ruega.

Me parece extraña su actitud; pero de alguna forma lo entiendo. Ahora que sé su secreto, debe de sentirse algo "desprotegido".

—¿Te sientes inseguro? —se detiene —. Es eso, ¿cierto? —solo permanece ahí, aferrado a mi cintura sin decir absolutamente nada —. ¿Me equivoco? —siento cómo niega con su cabeza en mi espalda baja —. ¿Crees que algo cambiará entre nosotros? —levanta sus hombros.

—¿Tú lo crees?

—No realmente —siento que suelta sus pies de la cama y parece escalarme a medida que se endereza —. ¿Vas a soltarme? —niega en silencio. No hago más que reír. Su actitud es muy tierna. Demasiado, diría yo.

—¡¿Qué estás...?! —se sorprende cuando me agacho brúscamente y lo levanto del piso.

—No te arrastraré por toda la casa —rodea mi cuello con sus brazos y acomoda las piernas en mi cintura —. Tengo que ir al baño ¿sabes?

—No tienes nada que no haya visto antes. Conozco bastante bien esa parte de ti.

—Buen punto.

Esto es muy extraño. No digo que me moleste estar así con él, pero no es algo que acostumbre hacer. Es como un "Riku necesitado de cariño".

—¿Sabías que eres bastante liviano? —mantiene su cabeza apoyada sobre mi hombro —. ¿Estás enfermo? —toco su frente. Nada.

Me dirijo a la cocina para desayunar —. Está más que claro que no iré a trabajar otra vez—. Preparo dos tazas de café y caliento un par de hogazas de pan. Asomo una hogaza por mi hombro y Riku la toma con su boca.

—Si... No voy a darte la taza de café caliente si estás sobre mí.

—Esperaré a que se enfríe.

—Riku, ya hablando en serio, ¿qué te pasa?

—Hace poco más de dos días te confesé quién soy en realidad. ¿Esperabas que actuara como si nada?

—Bueno, no esperaba que te pegaras a mí de esta forma. De hecho, me impresiona un poco el que lleves casi una hora sostenido ahí. No es como si no fuera a regresar, ¿sabes?

—Pero...

—Riku, Tireo no va a aparecer de la nada solo porque me hayas dicho quien eras —intento mirar su rostro apoyado en mi hombro —. No tienes que preocuparte. Estoy contigo.

Al fin baja sus piernas y me suelta lentamente. Aunque se queda sujetando una esquina de mi ropa interior.

Dejo mi taza de café sobre la mesa y volteo para verlo de frente. Para abrazarlo.

—No tienes por qué sentir miedo o inseguridad. Nada entre nosotros va a cambiar.

—¿De verdad?

No digo nada. Solo levanto su rostro de la barbilla y junto mis labios con los suyos en un largo y profundo beso.

El último hijo de LycaonWhere stories live. Discover now