15.

110 11 0
                                    



Sus ojos reflejan tristeza, decepción y rabia; temo por su respuesta, pero intento no perder mi compostura.

— Es una historia muy larga.— me llevo la mano a la boca para ahogar un grito, y él se lleva la suya al pelo. Está nervioso.

— ¿Te drogas, Dani? — le pregunto intentando mantener el tono de voz normal, pero solo consigo gritar. No me lo esperaba, tenía cierta esperanza en que me respondiera con un simple "No". Pero no, todo tiene que ser siempre más difícil.

— ¿Qué? ¡No!— se acerca a mí para cogerme del brazo e intentar calmarme.

— ¿Entonces qué coño dices? ¿Qué historia tienes que contarme? — ahora no me muestro decepcionada, sino cabreada por su falta de expresión. Necesito que me diga las cosas de una forma clara y directa, no mareándome la puta cabeza.

— Te llevo a casa y te lo explico tranquilamente.— su voz consigue relajarme, cosa que me mosquea aún más. ¿Cómo puede ser tan capullo? ¿Por qué intenta preocuparme y alarmarme de una forma tan falsa?

El camino a casa se me hace eterno, y cuando llegamos, lo primero que hago es ir a por un vaso de agua. Siento a mi cerebro de fiesta todavía, como si estuviera perreándosela dentro de mi cabeza. Me quejo al oír el portazo de Dani al cerrar, pero me doy cuenta de que soy yo que oigo los ruidos más fuertes de lo normal.

Me he pasado con la bebida.

— ¿Te encuentras bien? — me pregunta Dani acercándose a mí.

Pese a mi enfado, le dejo que me coja y me lleve al sofá donde, tras colocarme, se sienta a mi lado y me pasa una manta.

— ¿Y bien? — mis ojos se detienen en las manos de Dani, las cuales no paran de juguetear con una esquina de la manta. Su espalda se deja caer, apoyándose en el respaldo del sofá.

— Cuando pasó la movida tuya entre Jesús y tú, esa en la cual yo me llevé parte de bronca.— su mirada se vuelve triste, pero se consigue enderezar al pensar en que esa explicación ya me la ha dado. Él sí iba a contarme lo que pasaba con Jesús y el cambio que estaba ocurriendo en él, solo que después de mi estreno del single. Aquella canción que no volví a cantar.— ¿Estás bien? — me pregunta al notar cómo me pongo tensa al recordar el pasado tan amargo.

— No te preocupes, continúa.— le doy un apretón en la mano y me sonríe. Sé que eso es lo que él necesitaba, ver que no estoy mal con él.

— Esa noche te fuiste a casa de tu mejor amiga, y al día siguiente Eva te acercó una maleta con ropa para un par de días; días que se convirtieron en semanas. — suspira y presencio su malestar. Le está doliendo, al igual que a mí, revivir esos momentos.— Durante todo ese tiempo mi hermano y yo lo pasábamos en casa discutiendo, cuando nuestros padres trabajaban, las broncas se hacían mayores. Llegamos a levantarnos la mano, aunque como mucho nos propinamos un par de puñetazos uno a cada uno. Yo me comencé a culpar de todo lo malo que te había hecho pasar él. Como bien sabes, yo estaba enamorado de ti pero no quería hacerle daño a mi hermano. Sabía que él te quería.  A su manera, pero te quería.

Dejo caer la cabeza para atrás, aprieto los ojos fuerte y evito llorar de nuevo por ese imbécil. Dani es ahora quien me aprieta de la mano y me da un beso en esta. Consigue calmarme pese a las circunstancias, y estaré eternamente agradecida por ello.

— Decidimos dejar la música no por que nos cansásemos de la fama, al contrario, siempre nos ha gustado que nos paren por la calle, nos pidan autógrafos, fotos, los conciertos...y lo sabes.—asiento. Obvio que lo sé, cuando se hicieron muy famosos, prácticamente eran el boom de la industria musical, para Jesús yo comenzaba ser invisible al lado de sus fans. No sé cómo no lo pude ver, y cómo aguanté tanto.— Dejamos la música porque no nos podíamos ni ver; componer era imposible. A día de hoy guardo mis composiciones y ni se las he querido enseñar. Decidí mudarme aquí a Madrid, y encontré un trabajo que me ayudó a pagar el alquiler de mi piso. No quería estudiar, no quería por el hecho de que no encontraba fuerzas para hacerlo. Solo pensaba en el daño que te habíamos hecho.

— No entiendo por qué tú lo pasaste peor que Jesús, cuando fue él el que se tenía que sentir como la putísima mierda que realmente es. — me jode pensar que estos años Dani ha estado culpabilizándose de todo. Solo fueron cuernos de Jesús hacia a mí; tampoco es algo tan exagerado como para morirme, lo pasé mal porque no me esperé después de tanto tiempo juntos y de todo por lo que habíamos pasado

— Lo de los cuernos diría que fue insignificante a comparación con lo demás. — me responde.

— ¿Como que "con lo demás"? — me preparo para lo peor, pero lo que a continuación me dice tiene que ver más con lo cegada que estaba; con cómo pasaba él de mí y yo no lo veía. O, mejor dicho, no quería ver.

— Aquí en Madrid, en el bar en el que comencé a trabajar, conocí a un tío que vendía droga. Una vez a la semana, los viernes, me daba algo. Poco a poco, iba subiendo el número de veces que me prestaba. Hasta que le comencé a deber cantidades grandes de dinero. Conseguí pagárselo todo, y me planteé dejarlo cuando me costaba mucho conseguir dinero en el trabajo. Aún así, seguí metido en ese mundillo. Un día, iba de camino a comprarle algo, y una llamada me frenó. Hice clic. Mi madre diciéndome que venías aquí a estudiar, que cuidase de ti. No sé si te lo comenté, y si lo hice, no sé si te conté toda la verdad. Pero si estás aquí, es porque Eva te ha insistido mucho, y lo sabes. — tiene razón, siempre me ha llamado la atención la carrera que estoy estudiando, pero sí que es cierto, que me daba miedo comenzar la universidad porque no estaba preparada ni emocional ni mentalmente.

— Dios Dani...—me froto los ojos porque siento pinchazos.— Algo me contaste pero la verdad es que no recuerdo bien.

— Llevo tres meses sin drogarme. Y ese tío de anoche, es el subnormal que me vendía. Intenta tentarme, y conoce a Jesús. Sabe que es tu ex, pero no sabe que yo estuve enamorado de ti. Miedo me da lo que ocurriría si se enterase ese pardillo de nuestro pasado al pie de la letra.— sólo se me ocurre abrazar a Dani. Me devuelve el abrazo con fuerza y siento que me siento amparada con él a mi lado. Recuerdo esos tiempos en los que él estaba enamorado de mí, me da pena pensar en todo el sufrimiento que habrá pasado viéndome con Jesús. Admiro su fuerza y valentía por seguir en esos momentos mirándome con los ojos de siempre. Nunca entenderé por qué aguantó tanto sin contarme nada.

— Una pregunta.— le digo.

— Si antes estabas enamorado de mí, ¿cómo es que soportabas todo lo que veías o todos los detalles que te contaba yo sobre lo que hacía con Jesús? — sus ojos brillan y me muestra su más sincera sonrisa.

— Porque quien realmente te ama, es aquel que te deja libre. Que te deja ser feliz. Quien te ama, quiere tu felicidad. Aunque no sea con él.


¡Feliz 2021!
A partir de este capítulo, he de decir que la cosa se va a poner intensita. ¿Una pista? Alguien que hace tiempo que no aparece, lo va a hacer próximamente.

Y me terminaste buscando #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora