12.

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Madrid es muy bonita. Es una ciudad que siempre he pensado que estaba sobrevalorada, pero ahora que estoy viviendo en ella, siento que es un lugar especial.

El aire me golpea con fuerza en el rostro, y en lugar de subir la ventanilla para evitar despeinarme, la termino de bajar.

— Vale, ya está bien.— dice Dani, entre risas, subiéndomela. Me giro para mirarle, quien no aparta las manos del volante ni los ojos del coche al que pretende adelantar.

Decido no protestar, y llevo mi mano a la guantera del coche para registrarle. Odio ese momento en el que la radio comienza a llenarse de estúpidos anuncios y de estúpidos conciertos que no podré disfrutar debido al estúpido dinero que tengo que ir gastando por pagar el apartamento.

— ¿Qué haces, chiqui? —me pregunta y pongo los ojos en blanco ante ese diminutivo cariñoso. En verdad no me disgusta, pero prefiero que me llame Irene. A secas.

— Intentar encontrar algún CD para insertarlo ahí y callar a la maldita radio, es decir, a los anuncios.— le respondo, malhumorada.

— Irene.— me dice tras carraspear la voz—. Podrías dejar de ser tan insoportablemente quejica. Ya, no es una pregunta porque estoy afirmando algo que vas a hacer.— desvío la mirada hacia él. Me sonríe—. Hoy te vas a venir conmigo todo el rato, ¡yo me encargaré de que dejes de ser una aburrida melodramática! 

— Precisamente con esos adjetivos no vas a hacer que me sienta mejor.— le sonrío irónicamente. 

Tras cinco minutos rebuscando entre la mierda que tiene Dani en la guantera, el coche se llena con una de mis canciones favoritas. "A mí" de Rels B. A mi izquierda, conduciendo, Dani acababa de insertar un Pen Drive con lo que parecía contener temazos. Ambos comenzamos a cantar a pleno pulmón:

"Baby, me he da'o cuenta que te amo
Que no sé lo que hago sin ti
Yo sé que unos cuantos te hablaron
Pero me prefieres a mí"



El trayecto se me hace más corto gracias a la música. Nada más llegar al centro comercial, Dani aparca en unas de las plazas libres más alejadas de la puerta principal.

— ¿De verdad, Daniel?— suspiro— ¿Lo haces por joder?

— No, simplemente lo hago para evitar que cargues con miles de bolsas de cada tienda. —guiña el ojo.

— ¿Pero a ti que más te da?— pregunto abriendo la puerta del coche para salir de este—. Si las llevaríamos entre los dos.— le sonrío.

— Ah, la cantidad de bolsas me da igual.— se corrige—. Lo que no quiero es que te tires una hora en cada tienda. 

— UF. No te aguanto a veces. — pego un portazo para cerrarla y comienzo a andar dirección al centro comercial.— ¿Vienes?— me giro al ver que está de pie peinándose con la mano mientras se mira en el reflejo del cristal del coche.

— A sus órdenes.— me guiña el ojo.

Cuando entramos a la tienda de móviles, entro en una enorme frustración. A mi lado, Dani, se dirige a una mesa de cristal en la que se encuentran los iPhones.

— Ni de coña.— le digo siguiéndole—. No tengo ni dinero para un Nokia, me voy a comprar un iPhone.—En lugar de dirigirse a otra sección, se ríe y coge el iPhone 11.

Y me terminaste buscando #3Where stories live. Discover now