21.

131 13 2
                                    

Son las 15.30 de la tarde cuando terminamos de comer en casa. Ayudo a recoger  la mesa y me subo a mi habitación. Decido coger el portátil y colocarme una serie en Netflix.

Cuando estoy en mi momento de gloria, la puerta se abre y llama mi atención. Le doy a la pausa a la serie en cuanto veo a Dani asomarse por el hueco.

— ¿Molesto?— me pregunta con una sonrisa. No espera mi respuesta porque sabe cuál va a ser, y se dirige a la cama para tumbarse a mi lado—. ¿Qué vamos a ver?

Sus ojos se detienen en la introducción del capítulo número 3 de Peaky Blinders. Abre la boca y se hace el ofendido al ver que iba a ver la serie sin él.

— Me parece muy fuerte que empecemos a verla juntos, y el tercer capítulo decidas seguir viéndolo tú sola.— noto su dolor más sincero y no puedo evitar reír al ver esa faceta tan dramática suya. Luego me dice a mí.

— Estaba preparando el capítulo para cuando subieras.— miento divertida—. ¿Y si dejas de lloriquear y le doy al Play?

— Mira, voy a decirte que vale porque no quiero hacerte el feo.— me sigue la broma, a lo que vuelvo a sonreír.

El capítulo comienza y yo decido acomodarme para poder disfrutar aún más del momento. Apoyo mi cabeza sobre el pecho de Dani y el portátil se queda sobre la parte baja de él.

Nos terminamos la primera temporada en la misma tarde, aunque eran pocos capítulos. Voy a darle al primer capítulo de la segunda cuando Dani me detiene.

— ¿Qué pasa?— le pregunto sin importancia.

— Es sobre mi madre.— al oír esas palabras, entiendo la gravedad del tema. Procedo a cerrar el portátil y a dejarlo encima de la mesa, y después me coloco a su lado de nuevo para poder hablar mejor.

— Cuéntame.

— He pensado que no voy a volver a Madrid.— traga saliva al soltarme, y siento una punzada en el pecho—. Mi madre, aunque no lo grite, me necesita aquí. No quiero irme y dejarla sola con el monstruo de mi padre.— le aprieto la mano para mostrarle mi apoyo, al mismo tiempo que derramo una lágrima —. No quiero condicionarte, no quiero obligarte a que te quedes. Sigue adelante con el vuelo, y cógelo mañana.

— ¿Mañana?— frunzo el ceño confundidla—. Es pasado mañana.

Dani está liado. Ambos vinimos con la idea de quedarnos tres días, y aún nos quedan dos aquí. Bueno, más bien, me quedan dos a mí.

— Mañana.— vuelve a decirme, esta vez más seguro—. A las 8.00 de la mañana sale tu vuelo a Madrid. Te acompañaré y...— comienzo a entender lo que ha hecho, y mi cuerpo empieza a temblar—. Es lo mejor, escúchame.— intenta calmarme pero me pongo de pie, molesta.

— No, Dani.— niego—. No decidas por mí. No me pienso ir mañana, sino cuando me corresponde. Tengo el billete, y no puedes hacer nada para evitarlo.

De repente, la habitación se llena de un silencio. Dani se levanta de la cama y se dirige a mí con intención de calmarme. No me aparto cuando veo que me va a colocar las manos en mis hombros.

— Mírame a los ojos.— clava la mirada en la mía —. Vas a coger el puto avión mañana a las ocho de la mañana, y te vas a pirar a Madrid. Lejos de aquí. Sé que mi padre te ha amenazado, y no pienso dejar que te ponga un puto dedo encima. ¿Me has entendido?

Me quedo callada al oír esas palabras; se ha enterado de todo.

— ¿Por qué te crees que he salido detrás de ti esta mañana? — me pregunta al ver que no reacciono—. ¿Por qué te crees que te he preguntado por mi padre? ¿Casualidad? — sacude la cabeza—. No. Lo he oído todo, y he esperado a que me contaras tú lo sucedido. No te culpo por no habérmelo contado, pero sí me voy a culpar por el resto de mi vida si permito que te quedes.

Y me terminaste buscando #3Where stories live. Discover now