Capítulo 14

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Yunho después de la gran pelea que se dio unos días atrás, tomó la decisión de quedarse, ya que, después de todo, dijo, no tenía sentido volver a un lugar donde no le quedaba nada, especialmente después de haber renunciado a su trabajo y la mala relación que tenía con sus padres. A Wooyoung le pareció raro en un principio, pero luego de un tiempo pudo notar las reales intenciones del chico: se quedó para cuidar a Wooyoung.

Los otros, los de la manada, aquel día se fueron a quién sabe dónde con la excusa de "trabajo", dejando solo a Mingi en la puerta de Wooyoung custodiando y cuidando el perímetro, y a San por su condición no recuperada totalmente. Y, por supuesto, los vampiros, menos Seonghwa, se quedaron a custodiar la casa de igual forma.

Yunho, que había ido a quedarse a cuidarlo en su habitación, rompió su silencio.

—Señor, Wooyoung —dijo Yunho con voz baja, temiendo ser escuchado por el alfa de la puerta. Wooyoung hizo un sonido de afirmación— Usted no escapó del castillo, ¿verdad?

Wooyoung se atragantó con su propia saliva. No esperaba esa pregunta en absoluto.

—¿Porqué preguntas eso?

Yunho se encogió de hombros.

—Porque nada cuadra. Este lugar, estas personas desconocidas, como usted parece inseguro al abrir cada puerta y la presencia de vampiros, cuando estoy completamente seguro que no ha tenido mayor contacto con ellos más allá de las ejecuciones....

Yunho guardó silencio examinando sus expresiones.

—Entonces, ¿Es verdad? —no contestó— ¿Fue raptado?

Wooyoung suspiró. No quería afrontar la realidad, pero era necesario.

—Sí, me raptaron.

—Lo sabía —Yunho pareció emocionado con aquella respuesta, casi saltando de su cama—. Entonces, ¿Escapamos hoy mismo o...?

—No quiero volver —le cortó Wooyoung con una voz que ni él conocía, mirando hacia la nada. "¿Qué estoy diciendo?" pensó sin poder controlar su lengua.

Yunho se detuvo en seco, bajando sus puños de celebración y cambiando su expresión a una incapaz de procesar lo que acababa de decir.

—Señor, ¿No quiere escapar...? Pero... usted está acá cautivo, prisionero, lo lógico es querer salir de acá lo antes posible.

Wooyoung debería sentirse confundido y hasta estar de acuerdo con lo que el ex guardia real le decía, pero había pensado tantas veces esto que ya tenía una respuesta preparada.

—Yunho, ¿Puedo serte sincero? —este asintió—. La vida en el castillo es la verdadera prisión. Es verdad que no estoy por cuenta propia acá, pero me he dado cuenta de algo, el tener que regir una nación con una posición que no me corresponde por nacimiento es simplemente mentirme a mi mismo.

Pensó en su hermana y sonrió. Habría sido una gran reina. Se sentía un impostor siendo llamado príncipe.

—No quiero volver. No soy el rey en el tablero de ajedrez, soy un peón más que es utilizado por otros a gusto, no me necesitan a mí, solo compiten por tener mi posición.

Yunho estaba anonadado, como si lo que dijese fuese en otro idioma. No pensó nunca que el príncipe pensara así.

—Señor, usted es el próximo a la corona, ¿Lo recuerda, verdad?

Wooyoung asintió y sonrió suave.

—Sí, lo hago —su voz sonó fina, como un susurro, pero muy decidida.

Yunho se sintió fuera de lugar estando al lado de él repentinamente cuando éste guardó silencio.

El príncipe era naturalmente elegante e irradiaba belleza y fineza con el más mínimo movimiento o con su simple postura recta y practicada. Que el rubio de su cabello se estuviera desvaneciendo y que el cabello le comenzaba a llegar a molestar los ojos no era más que un detalle en el conjunto. Yunho incluso pensaba que aún viéndose más descuidado de lo que nunca lo vió en el castillo seguía siendo igual de etéreo, sino más.

Yunho se despabiló de sus pensamientos.

—Señor, usted debería volver. El reino entero depende de su presencia.

—No dependen de mí, dependen de la corona. Es distinto —Le dolía admitirlo, pero era necesario hacerlo—. Mi hermana es la más apta y la que lo merece, yo no. Si fuera por mí, yo me habría quedado con mi madre, alejados de todo esto, con la vaga esperanza de que el reino se acuerde de que el rey tenía otro hijo.

"Yo sólo quería un padre" pensó Wooyoung recordando lo desgraciado que había sido él la primera vez que le conoció, mirándole desde arriba con desprecio y encerrándolo solo en una habitación por varias semanas cuando no lo necesitaba para un evento.

Yunho no sabía qué más decir.

—¿Y su familia? ¿No... debería querer volver para verlos?

Wooyoung suspiró irritado.

—No a todos...

Wooyoung le miró de reojo y lo vio de medio lado, pensando.

Yunho tenía un perfil bastante lindo y aunque lucía tan serio que podría asustar a cualquiera, en especial por lo alto que era, sabía que si se lo pedía, dibujaría una sonrisa que haría sentir seguro hasta al más desconfiado, derritiendo su corazón de ternura.

Por alguna razón le recordó a un perrito que probablemente permitiría que le acariciara la cabeza si le pedía.

De repente, recordó algo que escuchó el otro día.

La mano del pequeño omega se dirigió a la mandíbula del más alto, acariciando su mejilla con lentitud, admirando su rostro y obligándole a que le mirara. Yunho se sorprendió, retrocediendo un poco instintivamente.

—¿Te gusta alguien Yunho?

Se sonrojó tiernamente, esquivando su mano.

—¿A qué viene...?

Wooyoung sonrió juguetón entonces.

—Responde, no necesitas ocultarmelo. Nadie nos escucha.

El beta desvió la mirada con su sonrojo aún más fuerte.

—Príncipe, no creo que sea adecuado que...

—Dime Wooyoung —dijo con una sonrisa amistosa, cansado de ser llamado principe todo el tiempo.

—Wooyoung —intentó incómodo—. No se nos permite tener pareja como parte de la guardia real.

—¿No habías renunciado? —cuestionó, Yunho pareció quedarse sin palabras y desvió la mirada.

—De todos modos no conozco a nadie que me interese, soy beta, las cosas no son tan simples como con los omegas y alfas.

—Como si ser omega fuese fácil —arrugó su nariz el rubio alejándose un poco.

El más alto pareció preocupado de repente, moviendo sus manos para explicarse lo más rápido posible.

—Perdón por la ofensa, yo... no me refería a eso...

—Lo sé, no lo tomé a pecho. De todos modos —negó con su cabeza, cambiando el tema—, deberías ser más receptivo con tu entorno, nunca sabes si alguien...

Entonces un grito se extendió por todas las paredes de la casa de improviso, interrumpiendo su conversación y poniéndolos en alerta. Era un grito desgarrado y que reflejaba mucho dolor.

Era Aisha.





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