Capítulo 02

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Su voz le irritaba y le hacía salir llamas por los ojos.

—Es bueno verlo de nuevo, señor Wooyoung —dijo con su voz suave.

Él solo le miró fulminante y no dijo nada. Sentía su garganta adolorida, lo cual utilizó como excusa propia para no contestarle.

—Lo lamento —fue todo lo que dijo antes de acercarse y levantarlo de su posición.

Yeosang, el chico nuevo de limpieza de su misma edad, ese que tenía una sonrisa de niño pequeño y una risa que desaparecía con el viento. Yeosang. Aquél que sentía comodidad por lo bien que lo trataba, como un igual, como un amigo. Yeonsag. El que trabajaba con sus captores. Yeosang...

Cuando el otro se agachó delante de él le arregló la camisa, la misma camisa de dormir con la que salió del castillo. Lo guió al baño e intentó dejarle todo lo que necesitara disponible en la ducha. Le examinó, como si buscase alguna herida sin encontrar nada. Una vez hubo terminado aquello, le entregó una muda de ropa y le miró con un poco de vergüenza, o al menos, eso creía él.

—Si me necesita-

—No es necesario —su voz sonó un poco dañada, pero lo suficientemente clara como para que él le entendiera.

Yeosang lo miró por la corta respuesta un poco descolocado, pero cuando notó su expresión, apretó los labios y asintió, retirándose.

Wooyoung suspiró, aún procesando todo lo que había pasado aquel día.

Eventualmente, después de aquel altercado con Yeosang, no pasó mucho.

Aquella noche se arregló y se fue a dormir en aquella cama —no sin antes revisar cada rincón como la puerta, abajo de su cama, incluso la misma cama—. Al menos sabía que no le harían daño, por lo que dijeron. Aunque no sabía cuánto podía confiar en ellos a decir verdad.

Acostado allí examinó un poco la habitación, notando que era más normal de lo que esperaba, pareciendo más una habitación de hotel que una cárcel. Además, reconoció que había un olor, como si hubiese sido habitada por alguien hace no menos de una semana, pero no supo diferenciar de quién ni si pertenecía a alfa o beta. El solo pensar en ello le dio escalofríos.

Entonces sus ojos le vencieron del sueño y se quedó dormido.

Al día siguiente, pensó en formas de escapar apenas abrió los ojos. La puerta estaba bloqueada y no dejaba siquiera girar el picaporte, mientras que la única ventana que tenía estaba custodiada todo el tiempo y usualmente por los alfas que había visto antes. Otro factor es que podía ver que estaba en medio de un bosque, sería imposible salir sin conocer el terreno, de eso estaba seguro.

La puerta sólo se abría cuando le llegaba comida. Sólo se abría para dejar una bandeja y cerrarla de nuevo con rapidez suficiente para que no pudiera pensar en ninguna maniobra.

Maldición. Quería escapar, debía escapar, necesitaba escapar. Pero no sería fácil.

El día que vino al anterior fue cuando su mente dejó sus planes poco elaborados, al no encontrar mayores vías de escape que no significaran ser atrapado o asesinado, y la puerta se abrió, aunque esta vez, no era por una bandeja, sino que uno de sus captores, lo cual no se esperaba.

—Señor Wooyoung —dijo la voz grave a sus espaldas.

Se giró para enfrentarlo. Era el chico de ojos brillantes.

No contestó, no sabía qué era lo que necesitaban de él.

—¿Te... te encuentras bien? —vaciló. No supo reconocer si era por preocupación, por interés o simple chequeo de su víctima.

realeza » [woosan]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon