Into the unknown

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PDV de Elsa

Suspiré con notorio cansancio al ver que mi llamada era nuevamente ignorada por treceava vez esta mañana.

Estás hablando con Jack Frost, en caso de que seas Hipo, Eugene o Kristoff... váyanse al demonio, déjenme dormir. En caso de que no seas alguno de esos idiotas, lamento no poder atender tu llamada, ya sabes que hacer...

-¿Sigue sin responder?- Me preguntó Astrid recargándose en mi casillero.

-No, estoy preocupada- mi voz era ronca –Ayer que estuvimos en su casa dijo que no habría nadie por unos días ya que su madre salió de viaje y el resto de su familia está en casa de su tía... cuando me fui se escuchaba mal-

-¿Crees que su resfriado pudo haber empeorado?- se comenzó a ver preocupada.

-Siento que hay algo mal, él siempre responde mis llamadas-

Ella frotó mi brazo tratando de tranquilizarme –Tan pronto termine el día iremos a buscarlo-

Le sonreí con tristeza asintiendo.

-¿Vamos a clases?- señaló el pasillo.

-Adelántate, debo ir al baño primero- respondí.

-Está bien- me sonrió con amabilidad.

Abrí mi casillero para dejar mi libro de la clase anterior y buscar el de mi siguiente clase. Mis ojos se posaron en el trozo de papel que guardaba como un tesoro personal, lo tomé entre mis manos para desdoblarlo y volver a leer las palabras plasmadas con la caligrafía de Jack.

Los lunes son un asco de todas formas, huye conmigo...

Si eres tan mala como dices ser de seguro aceptaras sin pensarlo mucho, estaré en la azotea.

Lo volví a doblar con sumo cuidado para guardarlo de nuevo. Cerré mi casillero y tomé mi bolso que se encontraba recargado en el suelo y me dirigí a la salida principal.

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-¿Jack?- volví a llamar por tercera vez a la puerta de la casa sin obtener respuesta alguna, en el exterior todo se veía tan acogedor como siempre, solo que todo estaba cubierto por la nieve que no había parado de caer desde ayer.

Sin más opción, me di la media vuelta para dirigirme a la puerta de madera que daba a un pasillo estrecho el cual conectaba con el jardín trasero de la casa.

-Perdón- me sentía culpable por allanar una propiedad privada, no importaba que fuera la casa de Jack y que ya hubiera estado una docena de veces aquí; no se sentía correcto, pero Jack podría estar necesitando mi ayuda.

Mis ojos se abrieron con pánico al ver la puerta del balcón de la habitación de Jack azotándose una y otra vez con el viento. Comencé a escalar el árbol y lancé mi bolso haciendo que este aterrizara a salvo en el balcón, de esta manera yo podría escalar con mayor facilidad.

Sentí alivio al sentir como mis pies tocaban la seguridad del piso del balcón, entré corriendo al interior de la habitación para encontrarme con lo que más temía. Ahí en el suelo, Jack yacía inmóvil en posición fetal temblando.

-Jack- cerré la puerta del balcón impidiendo que siguiera entrando el frio –Hey, Jack, despierta- me arrodillé a su lado comprobando su respiración y su temperatura corporal.

-Estas ardiendo- jadeé al sentir la elevada temperatura de su piel contra la mía que estaba fría por el clima de afuera.

-No mires, me veo terrible- murmuró con voz ronca antes de estirar su mano para alcanzar una almohada y cubrirse.

Last chancesWhere stories live. Discover now