Hochzeit

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–¡Ich habe den Ehering!– Jack gritó a todo pulmón en medio de la música de Tokio Hotel que retumbaba en el elegante salón donde se estaba celebrando la boda de Rapunzel y Eugene.

–¿Qué dijo?– le preguntó Elsa a su prima sin borrar la sonrisa de su rostro al ver a su novio caer lento pero seguro en una terrible borrachera.

Rapunzel, que se veía radiante en su vestido de bodas salido de un cuento de hadas, se encogió de hombros como si no supiera de lo que hablaba Jack y agradeció al cielo que Elsa no supiera mucho alemán.

Rapunzel Corona y Eugene Fitzherbert se realizó en Alemania, tal como ellos habían deseado hacer, sus amigos tuvieron que ahorrar un montón para poder pagarse el viaje hasta allá, aunque la chica se cercioró de pagar todos los gastos de estadía para sus amigos, e incluso habían traído a Emma, justo como lo habían prometido.

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–Vamos, Emma, solo unos metros más– Elsa gruñó tratando de mantener el equilibrio en sus tacones de aguja y luchando porque el corto vestido purpura que Punzie había seleccionado para las damas de honor no dejara ver de más.

–¡Jack!– la jovencita le propinó cinco cachetadas a su hermano mayor, pero ni así se despertó.

Las dos estaban arrastrando el peso muerto del peliblanco.

–Elsa– Hipo susurró tratando de no hacer mucho ruido, eran las 4 am y los demás huéspedes del hotel dormían. Habida subido tan pronto como pudo para ayudar a su amiga –Tranquilas, yo me encargo– les dijo mientras tomaba a Jack por las piernas y se lo echaba al hombro, como si de un muñeco se tratara.

–Gracias Hip– Emma se frotó los ojos adormilados, el jet lag todavía le cobraba factura y este desvelo no ayudaba en nada.

–Emm, te ves muy cansada, lo mejor será que te vayas a dormir, nosotros nos encargaremos– Elsa le frotó los hombros tratando de tranquilizarla.

–Está bien– bostezó –Nos vemos mañana– la rubia se inclinó para despedirse de ella con un beso en la mejilla como solían hacer.

–Descansa, bobalicón– besó la punta de sus dedos y depositó el beso en la frente de su hermano mayor, no iba a acercársele mucho con ese terrible hedor a alcohol que emanaba –Mañana te arrepentirás de haber tomado como si fueran agua–

La adolecente deslizó la tarjeta de su habitación individual y se metió en está despidiéndose con una mano.

–Nuestra habitación es esa– señaló la rubia la puerta 623 casi al final del pasillo.

–Hey, Els– Hipo se aclaró la garganta –¿Qué harás mañana?–

La rubia soltó una risita –Ayudar a Jack con su resaca, eso es seguro–

Hipo tambien se rio dándole una nalgada a su amigo quien se percató de esto y comenzó a murmurar con los ojos cerrados –Elsa, ahora no, me siento muy cansado–

Los dos amigos sobrios se miraron intentando contener la risa.

–Muchas gracias, Hipo, te debo una– ella deslizó su propia tarjeta por la puerta y la abrió.

–No fue...– Hipo apretó los dientes con una mueca de dolor al escuchar el sonoro golpe de la cabeza de Jack contra el marco de la puerta –¿Nada?– mostró sus blancos dientes a Elsa de forma nerviosa.

–Estara bien, suele darse muchos de esos– Elsa lo tanquilizó con un gesto de la mano, al parecer era muy frecuente para ella que Jack se golpeara la cabeza.

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