Permanentemente

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Así que había dejado los trastes sin fregar... otra vez. A pesar de haber hablado de esto tantas veces.

Al final, tendría que pagar a alguien para ocuparse de limpiar o acabaríamos viviendo en un chiquero. No faltaba mucho para ello.

—Logan... ¡Olvidaste...!

—Lo haré cuando vuelva. Tengo que irme—gritó tomando una manzana de la cocina y colgándose su mochila al hombro.

—¿No vas a hacer nada, cierto?

—Probablemente no. ¡Pero no pierdas la esperanza!—. Escuché como se cerraba la puerta de un golpe y de nuevo, me quedé solo.

Había pasado poco más de un año desde la muerte de Nikolah. Los días después de la tragedia, en los que Logan era algo peor que un desastre, lo convencí de venir a vivir a mi departamento. Se negó en varias ocaciones, pero lo terminé persuadiendo de que era lo mejor. El tiempo pasó lento y aplastante para ambos, y debo admitir que nos costó algo de tiempo adaptarnos. Terminé por desocupar el cuarto que reservaba para mi entrenamiento y convertirlo en mi nueva habitación. Fuimos de compras un par de veces, y gracias a la gran cantidad de billetes que gano, nos dimos el lujo de redecorar casi por completo.

Logan no sabía que yo aún continuaba llendo a La Madeiguera. Después de perder a su hermano y de comenzar a tenerme como compañero de departamento, me había casi rogado y hecho jurar que no volvería a entrar a ese sitio, cosa difícil gracias a su orgullo enorme. Juré con los dedos retorcidos en la espalda; una promesa falsa. ¿Podía yo pedirle que dejara de respirar? Eso era para mí lo que vivir significaba para él. Y no lo iba a dejar por eso. Por nada.

Llegué a conciderarlo, sí, pero ninguno de mis propios argumentos me convencía del todo. Dinero fácil haciendo cosas estúpidas y llenas de adrenalina: perfección.

El chico ahora creía que yo trabajaba junto con James en los negocios de su padre. No planeaba desengañarlo.

Tomé mi maleta del gimnasio, mis llaves y mi móvil y salí rumbo a las instalaciones caminando. En tiempo, quedaba a aproximadamente cuarenta minutos si iba despacio, y eso me parecía aceptable.

Uma vez allí, mi asesor Carlos me ordenó lo que tenía que hacer, y lo obedecí por más de seis horas. Ése era mi entrenamiento diario. Sí, yo era de los peleadores más reconocidos del Jaguar, y de La Madriguera en general; la habilidad y la fuerza, se las debía a esas seis horas.

*****

Una ves hube llegado a casa, como siempre, Logan ya estaba adentro. A veces lo encontraba cocinando, otras con sus trabajos finales u otras durmiendo. Hoy era la última... de nuevo hace dos semanas. ¿Qué este chico ya no hacía nada? Tal ves las solicitudes para la universidad lo tenían agotado. Aunque, ¿planeaba entrar de inmediato a la universidad? No se lo había preguntado aún.

Era temprano, así que en lugar de llevarlo a su cuarto, me limité a taparlo con una manta. Hice la cena y lo desperté para entonces. Estuvo muy callado durante todo el rato, cosa que me desconcertó. Él solía hablar mucho.

Terminamos y de nuevo me sorprendió que Logan no me preguntara cómo me fué en mi día. Tomó un pote de helado de la nevera y se fué a sentar al sofá. Se cubrió con su manta y se encogió subiendo sus rodillas hasta casi rozar con su pecho.

Lo seguí y encendí la TV en una película que parecía ser antigua. En ella apelarecían monstruos parecidos a perros humanoides que perseguían a las personas. La verdad no le presté demaciada atención.

—¿Trabajaste hoy con James?—preguntó de pronto Logan llevando un poco de helado a su boca y manteniendo su mirada en el televisor.

—Eh, sí. Estuve con él.

—Hmm... que raro.

—¿Raro? ¿Raro, por qué?

—¿No recuerdas algo sobre... no sé, una... pelea?

De inmediato me tensé en mi lugar. Claro, Emet me había llamado para una pelea esa misma noche, y yo planeaba ir apenas Logan se durmiera.

—¿De qué estás hablando?

Lentamente bajó las piernas de la tela blanca y puso el helado en la mesa de centro. Me miró y arrojó sin destino exacto la cuchara que hasta hace un segundo estaba en su mano.

—¡Emet llamó en la tarde!—se rebuscó en su bolsillo y me mostró mi teléfono celular. Como impulso, llevé las manos a todos mis bolsillos sin encontrar nada. Me había olvidado el móvil.

—¿Qué te dijo?

—Pues qué más. Que te recordara sobre la pelea y que tuvieras cuidado, porque era un contrincante de los altos.

Bufé pesadamente.

—Eso no es de tu incumbencia, Logan. Sé que no te sientes nada cómodo con que yo vaya a ese lugar, sé que ya no querrías tener contacto con él. Pero no debería de importarte lo que hago. No debería de importarte yo, ni mi seguridad, ni mi vida.

De pronto sus ojos se llenaron de lágrimas y se recorrió un poco hacia mí.

—Tú no me puedes decir qué me importa o no. Tú no sabes nada sobre lo que yo piense o crea. No quiero que vayas porque me importas más de lo que ves. No quiero perderte.

Su declaración me dejó sin palabras un segundo. ¿Cómo se supone que reaccionaría ahora? ¿Eso contaba como una... una declaración, no? ¿De qué?

—Logan, ese es mi hogar.

—¡Pero es que no entiendes que mi hogar eres tú!

El silencio inundó la habitación. Pronto, el ruido sin sentido del televisor se vió reducido a susurros sin importancia. Nuestras miradas decían cosas que las palabras no podían. Sí, definitivamente esa era una declaración. Todo su cuerpo, su postura, sus lágrimas y su voz me lo gritaban lentamente. No sé qué cosas yo le estaría transmitiendo, pero tenía miedo. Miedo porque Logan era una persona demaciado importante para mí, lo cual no tenía que ser así. Las personas de mi alrededor siempre sufrían por causa mía, y odiaba esa sensación. Pero no podía ignorar a Logan. Si en ese momento me hubiera planteado el dejarlo ahí e irme, simplemente me habría fallado. No podía dejar de mirarlo, y no quería dejar de sentirlo cerca.

—¿Te das cuenta de lo que acabas de decirme, Logan?

—Deja de tratarme como un niño. Tengo 18, se pensar solo. Gracias.

Se abalanzó sobre mí y me abrazó. Su rostro quedó oculto en mi cuello.

De primer momento no supe qué hacer, y luego de pensarmelo un poco, me convencí. Yo ya era lo suficientemente fuerte como para protegerlo de los problemas. Después de todo, él era todo lo que me quedaba.

Busqué su cara con mis manos y lo miré a los ojos.

—Sólo espero no arrepentirnos luego—. Pegué su frente a la mía.

—No lo haré—dijo en un susurro y pegó sus labios suavemente a los míos.

Por primera vez en mucho tiempo, sentí nuevamente que pertenecía un lugar en el mundo.

---------------------------------------------:(:

Ya sé que dije que actualizaría ayer a más tardar, pero no contaba con que me dejaran tanta tarea de química. Me dormí tardísimo por acabarla y de inmediato empecé a escribir. Y quedé satisfecha con el cap c:

¿Qué les pareció? En serio me gustaría que me lo dijeran en un comentario. Si les dá flojera :v pues voten nada más.

Un abrazo x) ♥

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