Amigos

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Mientras me seguían arrastrando por uno de los pasillos, el hombre moreno me amarraba las manos con algo. Tal vez una cuerda, tal vez unas esposas. La verdad ya no me importaba, y no podría preocuparme menos por mi vida ahora.

—Te quedarás aquí hasta que Logan decida cómo matarlos... o qué juego hacer con ustedes —. Y dicho esto nos detuvimos en otra puerta (joder, que había puertas por todas partes). La abrió y me arrojó adentro.

Una vez ahí, cuando luego de unos minutos decidí levantar mi cabeza, los ví. Pude notar un par de siluetas en la oscuridad, y rápidamente me acerqué a ellas. Emet y Dave estaban ahí, inconcientes y desangrándose.

Hice lo posible para despertarlos, pero el único en reaccionar fué el pelirojo. Y lo hizo llorando.

—Dave... David, cálmate y dime qué ha pasado.

—Emet... le dispararon el el estómago. Dejó de moverse hace horas... —dijo entre gemidos y se hechó a llorar otra vez.

Me acerqué al aludido y puse mi mejilla contra la suya; estaba helado. Lo miré por unos instantes y pude verlo. Había muerto.

Simplemente me heché a llorar. Él era como un segundo padre para mí, y ahora había muerto. Recordé todos los momentos que pasé con él. Desde que me acogió en La Madriguera, hasta la última vez que me dirijió una palabra.
Después de todo, tendría que acostumbrarme al sentimiento de pérdida.

***

En algún momento me quedé dormido sobre el cadáver de mi amigo, buscando calor en donde jamás volvería a haber. El punto es que me desperté por el ruido de la puerta abriéndose.

—Logan me dió la orden de terminar con ustedes... Personalmente, espero que no me lo tomen a mal. Pero se aburrió luego de dos días con ustedes inconcientes —. Era Iván. Extrañamente, su cabello estaba despeinado, y su ropa, manchada de suciedad.

Fuimos llevados a una explanada (ese lugar seguía creciendo y creciendo), pero me detuve un momento en el camino. Escuché un grito muy familiar, seguido de la orden de una voz muy grave y rasposa.

—Que cuentes, ¡1000 menos 45!

—¡No sé! Son... ¡Ah! ¡955!

—¿Ese no es Logan? —preguntó David.

—Cállate —. Y le proporcionaron un golpe en el estómago.

El pelirojo se dobló del dolor.

Una vez en la explanada, nos arrojaron en medio e Iván se acercó a mí.

—¿Quieren saber de qué se trata lo que escucharon? Es un truco para que no pierdan la conciencia mientras se les tortura. Te doy un número, y comienzas a contar uno menos cada que te pregunte. Tyler, ¿quieres intentarlo? —. Acercó una navaja a mi rostro y ordenó que me llevaran más adentro del lugar.

No pude decir nada, ni oponerme cuando se deshicieron de mi camisa y de mi pantalón, dejándome en boxer. Por algún motivo, me sentía muy agotado.

—Primero que nada, dime en qué número crees que pienso.

No respondí y sentí un latigazo en la espalda. Gruñí.

—Otra vez. ¿En qué número pienso?

—No sé... ¿700?

—No... —. Otro latigazo —era 250, pero me gusta tu 700... Dime, ¿700 menos 3?

De nuevo permanecí con la boca cerrada, y ahora Iván me razgó el brazo con su navaja.

—¡Tyler! —gritó David, y otro sujeto lo calló a patadas.

—¿¡700 menos 3!?

—¡697! Son 697...

—Muy bien, perrito. Quiero que cuentes en voz alta del 697 para atrás. Uno a uno, y fuerte y claro, o tu amigo pagará las concecuencias.

Sólo bastó con escuchar eso para que comenzara.

—¡697! 696... 695... 694... —. Recibí otro latigazo y una patada en la espalda, por lo que me detuve por un momento.

—¿En qué número vamos? —inquirió el rubio clavando su navaja en mi espalda.

—¡AH! ¡692! 692.. 691... 690...

Continuamos así por un buen rato, hasta que en serio ya no sentía la espalda, ni los brazos. Sabía que todo terminaría ahí mismo.

—Tyler, ¿en qué número vamos?

—... 513... —susurré. Estaba sudado, sangrando y simplemente, rendido.

—Vamos a cambiar la dinámica. Te haré sufrir, pero de una manera... diferente.

Giré, como pude, mi mirada desde el piso hasta su rostro. Todo su traje estaba mamchado con gotas y gotas de sangre. Soltó el látigo dejándolo caer al suelo, y con su mano se limpió MI sangre de su cara.

—¿Qué... qué me vas a hacer?

No debí preguntar. Sonrió de manera socarrona y comenzó a desabrochar su pantalón.
Definitivamente, preferiría haber muerto en ese momento.

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Disculpen la demora... he estado (aparte de enferma D:) algo ocupada con la uni, exámenes y un concurso de un alebrije. Y tengan paciencia, que voy a entrar a uno de escritura también. No me odien >n<

Espero que les haya gustado, que voten y comenten, ¿qué seguirá? :0

Chau. Un bezaso.

Vida en negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora