18. Médico

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Bonduelle dejó el castillo Coral ante la orden que el general Patricio le había dado, no sabía el contenido de la carta que debía entregar a Cecil de Amalis, pero por ser una orden sabía que era importante.

Cabalgó con prisa, deteniéndose solo el tiempo necesario para un breve descanso, tardó dos días en llegar al castillo Prometeo.

Cuando los guardias del castillo lo vieron acercarse vistiendo el uniforme de la Guardia Real de inmediato le abrieron las puertas, el viejo Milo, acompañado de su asistente Nico, se acercó para recibirlo.

—¡Bienvenido, soldado! ¿Trae noticias del palacio?

—No. Cecil de Amalis —dijo Bonduelle sin saludar.

—¿Cecil?

—Llámelo, tengo que hablarle. Es urgente —dijo Bonduelle sin bajar del fatigado caballo.

Milo sostuvo el brazo de su asistente y dijo: —¿Nico, dónde está Cecil? ¿Lo has visto?

—No... —comenzó a decir Nico cuando otra persona llegó hasta ellos y habló.

—Soldado, sígame.

Al ver que en ese castillo había alguien que sabía el paradero del hombre que buscaba, Bonduelle desmontó y lo siguió hasta un lugar apartado donde sabía que no serían oídos.

—Tengo una orden del general Patricio de entregarle esto a Cecil de Amalis, ¿dónde está él? —dijo Bonduelle alcanzando a ese hombre.

—Soldado...

—No solo soy un soldado, soy el sub general, Lucio Bonduelle —se presentó él.

—Sub general, perdone mis modales. Mi nombre es Pier Galeno, soy médico y maestro de Cecil hace años, él confía en mí más que en nadie en este castillo, es por eso que sé que partió al palacio tres días atrás.

—¿Al palacio? —«Un aprendiz viajando al palacio», pensó Bonduelle— ¿Ese hombre no será...

—El rechazado —asintió Pier—. Pero su fin no era la reina esta vez, él iba en busca de Dorian.

—¿Su favorito?

—Sí, ambos fueron llevados contra su voluntad al castillo Sabah, lograron escapar, pero luego Dorian fue quien se fue por su cuenta de aquí. Cecil iría a buscarlo.

—¿Cómo pudo ocurrir así si la reina fue al castillo de Malni con su favorito? Debe haber un malentendido —Bonduelle apretó los puños y los dientes, Patricio le había mentido.

—¿La reina no está en el palacio?

—No.

—Sub general, ¿cuál es el asunto por el que necesitan a Cecil?

—No lo sé, la respuesta está aquí dentro —Bonduelle le mostró el papel sellado donde solo se veía el nombre del destinatario.

—Cecil sabe hacer muchas cosas, si lo necesitan no debería perder más tiempo e ir al palacio a buscarlo —dijo Pier, despidiendo a Bonduelle que ya había obtenido la respuesta que necesitaba.

—Agradezco su honestidad —corrió hasta llegar a su caballo y lo montó, saliendo como una ráfaga veloz.

Tardó tres días más, llegando al palacio las pesadas nubes sobre él eran grises y negras, el aire frío golpeaba su rostro cortando su piel. Hacía ya cinco días que estaba recorriendo las tierras para llevar a cabo la orden recibida. Estaba exhausto y ofuscado, quería regresar para poderse desquitar con ese sirviente arrogante que fingía sumisión.

A las puertas del palacio los guardias Reales se interpusieron en su camino. Bonduelle bajó del caballo y caminó hacia ellos sin disimular la furia en sus facciones.

El mago del color y el alquimista con pisadas de oro [BL] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora