8. Tres y tres

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Dorian encontró ropa interior nueva allí. Se vistió con la ropa de Cecil y se miró, la ropa le quedaba floja, sus estaturas eran las mismas pero no sus musculaturas.

Al salir del vestidor miró hacia dónde estaba Cecil. Él seguía dentro del agua y tenía los ojos cerrados, parecía dormir. Lo miró por unos instantes hasta que la puerta se abrió. Era Lui, que llegó corriendo.

—¡Señor Dorian! —Dorian sostenía su cabello hacia un lado sobre su hombro y escuchó lo que le decía—, Cecil me dijo que lo guíe al comedor, acompáñeme, su comida está lista.

—Lui, necesito un palillo para el cabello —dijo Dorian.

Lui enseguida abrió un armario y sacó un palillo de madera oscura, y se lo dio. Dorian recogió su cabello en un rodete y pasó el palillo dejándolo fijo allí, antes de salir dio un último vistazo a Cecil, seguía igual que antes.

Lui abrió la puerta, al final de la escalera los guardias lo esperaban. Lo escoltaron al comedor.

Al entrar al comedor el aroma a un caldo recién hervido con diferentes especias llegó a su olfato, se sentó en la mesa donde estaba la olla con el vapor humeando, y por insistencia de Lui esperó a que le sirviera en un plato.

—Coma, señor Dorian.

—Ya no me digas "Señor", llámame por mi nombre —Dorian dejó la cuchara dentro del plato y le dijo: —Siéntate —y le señaló el asiento a su lado.

Lui dudó unos segundos, pero no se demoró y se sentó. Dorian le puso un plato delante y le sirvió del caldo. Lui sonrió mostrando su sonrisa con la ausencia de un par de dientes de leche y comió junto a Dorian, al acabarlo quiso un segundo plato y Dorian se lo sirvió, el estómago de ese niño parecía no tener fondo.

Dorian comía lenta y metódicamente, con una elegante calma, no había acabado su primer plato a pesar de que hacía días que no comía como acostumbraba. Poco a poco podría comer más. Había colocado la cuchara sobre sus labios cuando un hombre joven de cabello oscuro se acercó a Lui y le susurró al oído.

—Las ratas comen con las ratas... —Lui comenzó a temblar y dejó caer la cuchara sobre el plato haciendo que la sopa caliente le salpicara la cara. Dorian lo tocó en el hombro para calmarlo pero Lui se puso peor, evitó mirar a ese hombre que le había hablado al oído y se alejó corriendo de allí.

Dorian se puso de pie para enfrentar a esa persona, lo miró cara a cara mientras se sostenía de la mesa.

—¿Qué...? —Dorian era más alto, pero solo con eso no pudo intimidar al recién llegado. Tampoco pudo terminar la frase.

Era Augusto, que lo miró sin ocultar su malestar por su presencia, luego le miró la ropa que Dorian vestía, ¡ese aroma a pino mezclado con la madera de roble!, él sabía de quién era esa ropa que no se le ajustaba a Dorian tan bien como a Cecil.

—¿Qué haces aquí? —Augusto comenzó a mirar hacia el resto del lugar, algunas mesas estaban ocupadas con jóvenes comiendo o jugando algún juego pero no los estaban viendo a ellos.

—¿Quién eres? —Dorian fingió no reconocerlo.

—¿Por qué el favorito de la reina está de regreso? —dijo Augusto, como si pensara en voz alta— ¿Y dónde está Cecil?

El cansancio en el cuerpo de Dorian se comenzó a manifestar y su cuerpo se debilitó abruptamente, vio la sala moverse de un lado a otro y se inclinó hacia la mesa para estabilizarse y no caer, se volvió a sentar y tomó de la cerveza que estaba frente a su plato.

Necesitó respirar hondo varias veces hasta que creyó que estaba mejor. Si Lui no regresaba se iría solo a la habitación. Solo quería dormir. Apoyó las manos en la mesa buscando apoyo para intentar ponerse en pie justo cuando Cecil entró al comedor.

El mago del color y el alquimista con pisadas de oro [BL] (COMPLETA)Where stories live. Discover now