20. ¿Podrías... perdonarme?

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"Dorian y sus aventuras en Fantasilandia" 5

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Cuando Cecil cerró los ojos se sintió caer en un vacío, era un abismo hirviente. De tonos rojos, y negros. Vio dolor, y vio sangre. Sintió el calor de la sal que por sus mejillas trazaba un camino de ardor, y supo que estaba llorando. Con desespero limpió esas lágrimas y se miró las manos, unas manos que notó de menor tamaño, también sus brazos, porque su cuerpo no era el actual, sino el del muchacho de dieciséis años que presenció el horror de la aldea donde nació.

Todo lo que luchaba por olvidar regresó, los recuerdos invadieron su entorno, reviviendo el espanto y el abominable hecho.

Cecil oyó los últimos gritos de aquellos a quienes amaba y conocía; sus padres, sus amigos, su gente. Vio cómo los soldados del reino despedazaban a las personas con las que había jugado y reído; cómo las casas eran quemadas hasta convertirse en cenizas, o en madera negra; las cosechas, que estaban listas para ser segadas eran mancilladas por las patas de los caballos; y vio también al monstruo que dirigía esa matanza, un hombre de cabello gris con el rostro encolerizado y sangre que inyectaba sus ojos de odio. Cecil hizo un juramento mudo. ¡Mataría a ese monstruo!

En toda su vida Cecil no había conocido lo que era el sufrimiento, y en ese momento acababa de perderlo todo. Ya no tenía un sitio al que regresar. No tenía padres. Un huérfano es en lo que se había convertido. Uno más.

Una punzada en el pecho le hizo perder el aire, y con eso su audición mermó, o eso pensó cuando los gritos y el caos se fueron disipando y una voz comenzó a destacarse, era el afónico ruego de alguien que hablaba en su nombre, era como luz en ese confuso torbellino de recuerdos, imágenes y sensaciones.

Esa voz se solapó con la de otra persona que doce años atrás había hecho lo mismo por él, y esa había sido Cithria. Solo fue por un instante, porque la voz actual se oyó con claridad, era la de un joven puro e ingenuo, el mismo que Cecil detestó por casi siete años. Al recordar eso, más culpa por el maltrato dado a Dorian caló en su cuerpo, y momentos antes de despertar en su cabeza se mezclaron imágenes extrañas de un futuro absurdo, y que creyó como imposible; porque en esas visiones la posición que ocupaba en el reino estaba por encima de sus posibilidades, en un rango impropio de su persona.

En ese delirio ya no sabía quién era quién, ni quién era él. Era mejor despertar...

Abrió los ojos súbitamente y se encontró con una cautelosa y preocupada mirada, era Dorian, que estaba sentado en el suelo a su lado, observándolo. Él exhaló un suspiro al verlo despertar, pero se hizo hacia atrás cuando Cecil se sentó. Miró a Dorian sin prestarle atención a su alejamiento, y cuando su cuerpo le devolvió las sensaciones de los golpes recibidos recordó que él lo había golpeado.

«¿Pero por qué Dorian me golpeó?» Cecil buscó en su memoria los eventos anteriores. «¿De dónde veníamos? ¿Cómo hemos terminado en una mazmorra? ¿Otra vez estamos encerrados juntos? ¿Esto es destino o castigo?» Fue en ese momento que lo recordó. «¡No! ¿Qué hice?»

—El demonio ¿mató al soldado? —dijo Dorian.

Cecil frunció el ceño: —¿Qué demonio? —abrió la boca como si fuera a decir algo más pero no supo qué más decir.

—Tuve miedo... el azufre podía olerse... y en ti... Eso rojo era un demonio. El humo rojo era malvado —Dorian tuvo que parar de hablar y se tocó la garganta, le costaba tragar y hablar, eso hizo que Cecil notara las marcas en su cuello. Horribles marcas rojas y moradas sobre la pálida piel del joven—. Cecil, mi garganta duele. ¿Recuerdas... lo que ocurrió?

—Sí, lo recuerdo todo, yo no quería hacerte ningún mal... ¿Lo que invoqué fue un demonio? Pero yo... pensé que lo hacía bien —Cecil no se levantó, miró a Dorian que estaba iluminado por la antorcha, podía ver todos los rasgos de su rostro y todos los gestos mientras le hablaba y le devolvía la mirada.

El mago del color y el alquimista con pisadas de oro [BL] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora