66. Males necesarios

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Al acabar la noche, el vendaval amainó. Hubo quietud, y hubo silencio. Fray y Ellis se miraron sorprendidos, incrédulos. Fray se sentó y comenzó a vestirse con rapidez. Ellis se incorporó a su lado y se puso de pie. Se acercó a la escalera y lentamente subió los peldaños, escuchando, oyendo el silencio. Alerta ante los pasos de los piratas, atento para defenderse y sobre todo atacar... Y matar.

—¿Oyes algo? —Le dijo Fray a la vez que se aproximaba hasta Ellis, al llegar lo sostuvo de la espalda como pretexto para acercarse a la puerta y también oír.

—No...

Un resplandor comenzó a colarse por los contornos de la puerta. El barco entero se sacudió, vibró. Fray y Ellis sintieron una extraña liviandad, flotaron un instante suspendidos en el aire y luego cayeron juntos. Ellis ayudaba a Fray a levantarse cuando la puerta se abrió. Era Toby.

Fray no podía confiar tan fácilmente y dijo: —¿Qué quieres?

Toby los observó: —¿Ustedes están juntos?

—Sí —dijo Fray posicionándose delante de Ellis y mostrando el anillo en su mano—. Estamos casados.

Toby intentó reprimir la risa, pero no lo resistió, se burló con una carcajada que enseguida reprimió cuando vio el rostro del hombre más alto.

Ellis habló queriendo mover a Fray: —Déjame golpearlo.

—No... Déjalo —Fray lo detuvo pero igualmente se enfrentó a Toby—. Búrlate si quieres... ¿A qué vienes? ¿Por qué nos liberas?

—Todos están aturdidos por el portal que nos transportó.

—¿Hubo un portal?

—Sí, lo hubo, no creí que hubiera magia... No importa... Quiero decirles algo. El capitán tiene un punto débil, ¿es así como le dicen?

—¿Cuál? —dijo Ellis atento ante cualquier pista que lo ayudara a matar al hombre.

—Tiene una herida en su pierna derecha. Además no oye bien...

Fray dio un paso adelante y dijo: —¿Por qué nos ayudas?

—A Ganges... ya no le soy útil. Tomen —Toby le arrojó un cinturón a Fray.

Él lo sostuvo y comprobó que le pertenecía, desenvainó el cuchillo que Ellis le había regalado y observó el filo. A Ellis, Toby le entregó una espada dentro de su vaina. Al recibirla, en un rápido movimiento la desenvainó y envainó, constatando de esa manera la calidad de esta. Toby también le dio una daga.

En la cubierta, Ganges despertó y llamó: —¡Toby!

La mirada aterrada del muchacho ablandó algo en Fray, no supo si era compasión o lástima.

—Quédate con nosotros. Ellis matará... —Reconoció el error al nombrarlo así frente al muchacho y se corrigió— Patricio matará al capitán.

—¿Lo matará?

—Sí, él lo hará —Fray miró a su pareja.

—Lo haré —dijo y desenvainó ambas armas dejando caer las vainas al suelo a la vez que cruzaba el umbral.

Al llegar a la cubierta, Fray y Toby se posicionaron tras Ellis. Oyeron las exclamaciones de todos los piratas. Todos miraban hacia la costa, al muelle.

Toby exclamó: —Pero este muelle es...

Fray lo interrumpió: —El mismo del que zarpamos.

En el final del muelle, personas que conocían los observaban. Cecil estaba allí, Dorian también. Además había quince de los soldados leales a Patricio, los que lo habían acompañado al palacio del Sur, los que habían aguardado su regreso en vano. Ellis nunca les contó acerca de sus pesares o planes.

El mago del color y el alquimista con pisadas de oro [BL] (COMPLETA)Where stories live. Discover now