45. Sin modales

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Cithria apartó a Dorian con serenidad y dejó de avanzar cuando vio la vaina en el suelo junto a la cama, se inclinó a recogerla y enseguida envainó la espada ahí. Luego, con cuidado la colocó de pie contra la pared y miró a Cecil, que no se había podido levantar.

Le dijo: —¿Cuándo podrás viajar?

Cecil no entendía cómo había ignorado el tema obvio en ese momento y solo le había hecho esa pregunta.

—En dos días estaré bien. ¿Qué ocurrió con el rey? —dijo evaluando la respuesta de la mujer— ¿Ganamos?

—Sí, el rey murió, sufrió de alta traición.

—¿Sufrió de alta traición? —Cecil rió y luego repreguntó— ¿Eso fue lo que ocurrió en verdad?

Dorian se mordió el labio, no quería que la reina se diera cuenta de que le había dicho a Cecil lo que había visto.

Pero Cithria no respondería a la pregunta.

—Si es en dos días que podrás levantarte... partiremos al palacio en ese tiempo —Anunció mirando a Cecil y luego miró a Dorian—. Puedes... pueden quedarse en esta habitación.

Cecil y Dorian se miraron sin creerle. Entonces Dorian sonrió con una emoción creciente en su pecho. Cecil también le sonreía, pero con incertidumbre sobre lo que la reina pensaba para ellos. Y pensaba: «¿Aceptó que estemos juntos o solo está fingiendo calma cuando por dentro quiere romperlo todo?» Y otro pensamiento le decía que aprovechara esos días en que podían permanecer juntos, hasta que emprendieran el regreso al palacio y confrontaran a los que deseaban destronar a Cithria desde siempre.

Cithria les dio la espalda y comenzó a alejarse. Dorian salió tras ella, sabía que tenían algo de lo que hablar. No se habían alejado demasiado cuando Cecil le gritó, llamándola.

—¡Cithria! —Ella se detuvo y Dorian también, regresaron sobre sus pasos, Cithria lo miró desde afuera de la habitación aguardando por sus palabras— ¿Yo también iré al palacio? —Necesitaba confirmar lo que había entendido.

Cithria se limitó a asentir, pero recordó algo y dijo: —Tu bestia fue recuperada, lo intentan calmar aún en el establo.

—¿Traidor está herido?

—No, pero los soldados tironearon de sus riendas y no deja de bufar y patear el suelo...

—Los animales son como sus amos —dijo Pier, que estaba llegando en ese momento y entró a la habitación.

—Yo podría ir a verlo —dijo Dorian confiando en su habilidad para entender a los animales, estaba en su naturaleza apaciguarlos.

—Dorian —dijo Cecil suspirando y sonriendo ante la buena disposición del joven.

Pier se acercó a Cecil y miró sus vendas, la del pecho ya había sangrado de nuevo. Y mientras negaba con la cabeza se dispuso a removerla y cambiarla.

La reina se alejó de nuevo y habló desde el pasillo.

―¡Dorian! ―Dorian seguía en la puerta mirando a Cecil― Tenemos que hablar... —Y al pasar junto a unos soldados les ordenó que repararan la puerta derribada.

Dorian la siguió al salón de reuniones. Allí ellos hablaron.

―Háblame de tus poderes, ¿de dónde salieron y por qué antes no los habías usado? —Fue lo primero que le dijo una vez ambos se sentaron.

Dorian le relató todo lo que había pasado, tuvo que mencionar a Cecil muchas veces porque había estado mucho tiempo con él. Dorian nunca había entendido el afán de la mujer de rechazarlo siempre, pero entendió que era por un fin, lo había rechazado para prepararlo para liderar a los aprendices.

El mago del color y el alquimista con pisadas de oro [BL] (COMPLETA)Where stories live. Discover now