Separaron sus manos tentativamente y miraron- la totalidad de sus palmas pintadas de colores completamente diferentes.

Evan miró con fascinación el rojo escarlata. Nadie en su familia tenía un color tan cálido. Era el color de Isa.

Isa comenzó a sonreír más que antes, si es que eso era siquiera posible, su propia palma manchada del grafito violáceo de Evan. La tensión se disolvió en un instante y tentativamente volvieron a unir sus manos.

—Entonces... eres mi alma gemela —dijo Isa con una risa ahogada y las mejillas del danés podrían haber combinado perfectamente con el color de su palma ahora. ¿Alma gemela? Sonaba como si estuvieran destinados a estar juntos, ¿pero no realmente estaban destinados a amarse? Entonces sólo asintió y empezaron a avanzar juntos.

Al final del día, Evan regresó a casa eufórico, su mano derecha en escarlata, la izquierda en miel. Era más de lo que esperaba en éste nuevo lugar.

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Era un poco impresionante ver a Agne. La mayoría de las personas tenían dos, tres, incluso seis colores en sus rostros; esta zona generalmente se pintaba por la familia y el resto del cuerpo era para quien encontraras en la vida, pero era como si a ella no le importara eso y dejara que le dieran todos los colores en cada parte de piel accesible.

Azul en su nariz, morado en su mejilla, rosa en la frente, verde en la sien, amarillo en el párpado, naranja en la barbilla, café en el pómulo, gris en la mandíbula. Y si los pequeños toquesitos en su rostro parecían demasiados, sus manos a penas tenían espacios en blanco.

(Agne era muy amada.)

Su color era un celeste pálido, más claro que el de sus ojos, Evan lo llevaba en un bíceps, donde ella le había dado un codazo en el entrenamiento.

Sigourney, misteriosamente, tenía casi tantos colores como Agne, menos en el rostro; pero los brazos y cada dedo tenía una gran variedad de tonos, algunos incluso coincidían con los de la iateger. Evan sospechaba que eran de una misma aldea o algo así.

El color de la maga era verde oliva, idéntico a sus ojos y Evan llevaba ese color en la mejilla, donde ella le había dado un puñetazo en el entrenamiento.

Era muy gracioso pensar que su primer contacto físico directo con sus maestras habían sido golpes y puñetazos, pero estaba bien. Agne se paraba cerca para rozarlo con el codo y Sigourney llamaba su atención empujando su cara con sus nudillos. La sensación del amor corría entre los tres y sentía que podían confiar en ellas.

(Cuando llegó al Clan del Viento, entendió cómo ambas tenían tantos colores.)

(Fue recibido con palmaditas y apretones de manos, las brujas a veces lo pellizcaban juguetonamente y algunos niños le habían pedido que los cargara. En su primera visita ganó seis colores nuevos en sus brazos y hombros.)

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Las marcas no tenían una sensación por sí mismas, simplemente las sentías cuando las marcas gemelas se volvían a topar. Los sentimientos que las habían creado fluían como un canal abierto. La sensación de ser amado.

Cuando desaparecían, era como quitarse un vendaje. No dolía, pero la piel debajo quedaba tierna, fría y sensible.

Evan supo cuando su padre murió- o tal vez no murió, tal vez simplemente lo dejó de amar. Tal vez incluso fue el propio Evan quien dejó de amar a su padre.

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