De sueños y vidas pasadas

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Ayami se levanta de la cama, mira a la pared donde el sol dibujaba una línea luminosa desde la ventana opuesta y suspira.

—Va a ser un día cansado hoy.

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Dos pasos a la izquierda, pasa el ciclista. Empuja al niño de ahí para que no caiga al cemento fresco. Abre la puerta con cuidado y no vas a golpear a la persona con el café del otro lado.

Detén a la mujer con un bebé en brazos de cruzar la calle, para que no sea atropellada.

Es casi rutinario- de no ser, claro, que sucede algo nuevo cada día.

—¡Papá! ¡Acelera! —ella chilla de repente y su padre pisa el acelerador por reflejo. Las llantas rechinan un poco antes de disparar a todos los pasajeros hacia atrás con la nueva velocidad. Avanzan a penas cinco metros antes de que un gran árbol caiga con una tonelada de piedras y tierra lodosa donde habrían estado de no haber acelerado.

El hombre rápidamente baja la velocidad para no causar otro accidente y todos se detienen para ver la escena. La madre de Ayami extiende los brazos hacia ella y esta no duda en abrazarla, mientras al fondo, su padre llama a emergencias.

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Desde muy pequeña, Ayami ha tenido el don de presentir cuando las cosas van a salir mal.

Le ha dado una vida con muy pocos incidentes, pero muy estresante. Lo descubrió por medio de errores y accidentes; un gato atropellado más tarde, el fallecimiento de su abuela, y pronto tendrías a una pequeña haciendo todo lo posible por evitar que las cosas tengan el peor resultado posible.

Viene en sueños. Cada semana sueña con todo lo que saldrá mal durante los siguientes siete días y lo olvida todo al despertar, sólo puede recordarlo por medio de deja vús- si tiene suficiente suerte.

Aunque a veces hay gente que puede cambiar un poco la visión que ella tuvo o "esconderse" de su poder. Siempre intenta conocer a estas personas, descubrir por qué no obedecen al flujo del destino que mueve al resto, pero no ha tenido suerte-

Entonces conoce a Evan.

Se conocen en la facultad, la clase de derecho internacional privado. Ambos estudian negocios y tienen apellidos con ya cierto renombre en el mundo empresarial. Evan, a pesar de ser alto y atractivo, es callado y tímido, intenta mezclarse en las multitudes y pasar desapercibido. Una persona agradable y un estudiante entusiasta.

Pero eso no fue lo que empujó a Ayami a él, sino el que jamás apareciera en sus sueños, incluso si estuviera sentado a su lado; Evan siempre estaría fuera del peligro antes de que Ayami recordara cualquier cosa, incluso si el pobre chico parece atraer un poco más de desgracia de lo normal.

—¿Cómo esquivaste eso? —pregunta ella en una ocasión, después de quedarse con la mano extendida a punto de empujar a Evan cuando recordó que un mosaico del techo estaba por caer.

Evan la mira a ella por unos instantes y luego mira al mosaico roto a sus pies que pudo haberle caído en la cabeza. —... Lo noté —murmuró, sonando más como una pregunta.

—No miraste arriba —ella replica.

Evan duda unos instantes. —La... luz hizo algo —el chico tropieza con las palabras— Es decir, las sombras como que se movieron y sentí-

DisyunciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora