Capítulo 8.

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POV Anna.

Me encontraba en la casa con las chicas y los chicos, todos estábamos en un gran desastre. Los bebés lloraban, y nosotros no sabíamos muy bien qué hacer.

-¿Y si quieren comer? -pregunté, ganando una mirada rara por parte de los presentes en la sala.

-¿Es en serio?

-¡Piénselo! -exclamé, moviendo el bebé con desesperación-. Dijeron que iban a hacer lo mismo que uno normal, un bebé normal come.

-¡Claro! -gritó Mérida, levantándose del sofá por donde estábamos todos, salió corriendo hacia la cocina-. ¿Alguien sabe dónde están los biberones que nos dieron?

-En el primer cajón -le gritó Elsa, haciéndose escuchar sobre el ruido que nos rodeaba-. Voy a ayudarle.

Ella salió corriendo junto con Mérida, dejándole el muñeco a Jack, que lo miró horrorizado cuando el plástico tocó sus manos.

-¿Ahora qué hago con esto? -preguntó.

-Muévelo -le dijo Rapunzel desesperada.

Y la entendía, no habíamos podido callarlos media hora. Los hombres no hacía nada productivo, sólo tratando de pegarle al bebé para ver si se callaba.
Serían unos muy malos padres.

Hiccup y Jack obedecieron a Rapunzel, ya que ambos empezaron a sacudir al bebé con fuerza.

-¡No se calla! -se quejó Hiccup.

-¡Ya estoy aquí! -Mérida apareció con dos biberones en su mano, uno me lo ofreció y rápidamente se lo puse en los labios, dejando que el líquido se resbalara por aquellos labios intactos.

Empecé a moverlo suavemente, tal y como veía en las películas que lo hacían. Sólo esperaba que esto fuese a funcionar.

Los llantos cesaron unos segundos, antes de volvernos a atacar.

-¡¿Ahora qué?! -gritó el rubio a mi lado.

-Esperen -dijo Elsa, tratando de perecer calmada, mientras sostenía su celular en lo alto de mano-. Según dice que después de comer se tienen que dar golpes en la espalda para que... ¿eructe? -nos miró confusa.

-¿Es en serio? -preguntó Eugene-. Odio este tipo de proyecto.

-¿Por qué no hacemos lo que nos dicen y nos callamos? -propuse, levantándome del sofá y depositando al bebé de platicó en mi hombro, empezando a darle palmadas suaves.

Los chicos nos miraban atentos, cuando los bebés dejaron de llorar, soltando un pequeño ruido, simulando ser un pequeño eructo.

Todos suspiramos de alivio un minuto después de comprobar que no seguirían llorando.

Lo deposité suavemente sobre el sofá antes de sentarme yo.

-¿Saben? -habló Hiccup, dirigiéndose a sus amigos-. Seríamos unos padres terribles.

-¿Nosotros? -apuntó Jack-. También ellas serían unas madres terribles.

-¿Por qué nosotras? -inquirió Elsa, mirándolo con desaprobación.

-Bueno, estuvimos media hora tratando de calmarlos antes de que se acordaran que también comían -contraatacó.

-Pero conseguimos callarlos cuando ustedes no hacían nada -le sacó la lengua, haciendo que nosotras rodáramos los ojos por el comportamiento inmaduro de ambos.

-Entonces, nosotras disfrutaremos una tarde de películas -dijo Anna, sonriéndole a todos.

-Bueno, que mal que termina así -el tono sarcástico de Jack nos hizo girarnos hacia él.

Terminábamos de ver Titanic haciendo que los hombres nos miraran mal por nuestros esfuerzos de no llorar, claro, todas excepto Mérida, ella se encontraba aún comiendo las palomitas.

-No tienes sentimientos -susurró Punzie, sacando el disco del DVD.

De reojo pude ver como los chicos rodaban los ojos y seguían viendo la televisión que estaba en negro.

-¿Pueden ir por más palomitas? -preguntó Mérida, ofreciéndoles el recipiente donde las habíamos echado.

Ellos suspiraron y se levantaron, obedeciendo a Mérida.

Nosotras aprovechamos que se habían retirado para poner La Sirenita.
Por qué inmaduras siempre seríamos.

-¿Ahora son niñas de preescolar? -preguntó Jack, entregándole el recipiente a Mérida, que se lanzó a devorarlas.

-¡Sí!

-¿Porque no podemos ver otra cosa? -preguntó Kristoff, girándome hacia él le dedique una de las mejores sonrisas amables que tenía que ofrecer.

-Haber explicame estó... ¿Porque Pucca quiere a Garu y Garu no quiere a Pucca? -ellos se encogieron de hombros riendo, por mi mal ejemplo-. Por esó mismo no podemos ver otra cosa.

-Ni siquiera estructuraste bien el ejemplo.

-¿Qué tiene? -me encogí de hombros, volviendo toda mi atención hacia aquella película que me la vivía viendo en mi infancia.

Amor por el Proyecto. (Jelsa, Kristanna, Mericcup, Eugenzel) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora