Capítulo 22.

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POV Elsa.

Anna y Kristoff habían llegado con los bebés, lo que fue un gran alivio para nosotros. Duramos el resto de las horas esperando que Tobias arreglara a los bebés. Sólo teníamos que volver a entrar a la casa con ellos y se activarían. O eso era lo que pensaba.

Todos estaban callados en el coche, Hiccup manejaba y los demás estaban perdidos en sus pensamientos.

-¿Creen qué sepan lo qué les sucedió? -preguntó Hiccup, cortando aquel silencio.

-No creo -respondió mi hermana encogiéndose de hombros.

-No creo que alguien sea tan estúpido para decir lo que nos pasó.

-Exactamente. Quién sabe cuál grande sería nuestro regaño si se enteran.

Y así nos volvimos a unidir en un silencio incómodo, yo tarareaba alguna canción que se me llegaba a la mente, y Anna me seguía el ritmo a una voz muy baja. El radio estaba apagado así que cantábamos sin ningún ritmo.

Los niños pequeños empezaron a jugar con los bebés como nosotras lo hacíamos de pequeñas. Eugene los mecía, Kristoff les daba "comida" y Jack les decía cosas sin sentido. ¿Qué seguía? ¿Qué empiezen a jugar con la comida de juguete?

-¡Al fin llegamos! -exclamé cuando nos estacionamos frente de la casa.

Todos bajamos con tranquilidad, una tranquilidad que era muy rara entre nosotros.
Abrí la puerta rápidamente y me tiré sobre el sofá.

-¡Dulce, dulce hogar! ¡Te extrañé sofá! -exageré.

-Sólo has estado fuera algunas horas. -La voz adormilada de Mérida sonó a mi lado, ya que la pelirroja se había dejado caer igual que yo.

-¡Es mucho! -exclamó Anna, que imitaba nuestros movimientos.

-Bueno, conseguimos arreglar a los bebés.

-¿Quién más tiene hambre? -preguntó Jack, cerrando la puerta detrás de él.

Escuché un ladrido proveniente de abajo. Mérida agachó la mirada rápidamente y segundos después ya había subido al pequeño cachorro.

-Hombres, sólo piensan en comida. Por cierto, deberíamos de comprarle comida a Chimuelo.

-¿Chimuelo? -preguntó Kristoff, que se había puesto delante de nosotras.

-Ese es el nombre que le puse, a ironía que tiene demasiados dientes, y muy afilados.

-Bueno, dejando de lado eso. La comida está muy rica.

-¡Pervertido! -Rapunzel le lanzó un cojín al castaño, cuándo escuchamos el tono con el que había dicho las últimas palabras.

-Sólo estaba diciendo que la comida está muy rica. Mal pensada. -Se defendió, alzando ambas manos a los lados de su cabeza.

-Gracias. -Le sacó la lengua.

Terminarán casados.

-Pero yo tengo sueño -murmuró Mérida, acariciando el escaso pelaje del cachorro, que al parecer su nuevo nombre era Chinuelo.

-Yo hambre.

-Y yo tengo ganas de ir al baño -anuncie dedicándole una mirada burlona a Mérida y a mi hermana.

Así que eso hice, palmeé el sofá antes de levantarme hacia mi destino.

Cuando salí, aún seguían peleando y los chicos se estaban riendo. Bueno, podría comprobar mil veces que mis amigos no eran ni la mitad de normales.

Amor por el Proyecto. (Jelsa, Kristanna, Mericcup, Eugenzel) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora