12. El sonido del dolor.

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Igor.

El suelo estaba lleno de sangre, imposiblemente lleno de sangre, como si alguien se hubiese tomado el trabajo de desangrar a miles de almas en pena. Al principio creí que se trataba de un cadáver, de una especia de broma macabra que Eddie había decidido jugar conmigo por alguna extraña razón, pero no me tomo mucho tiempo notar lo que en realidad se encontraba frente a mí.
Había un hombre amarrado a una silla con los brazos atadas en la espalda, desde aquella distancia, no era más que una silueta, yo me encontraba con la mano entrelazada a la de Eddie. Poco o nada podía decir desde mi punto, pero cada vez que un trueno saltaba, parecía iluminar más para que pudiera ver.

Sus rasgos eran difíciles de identificar, pero respiraba. El horror me invadió por una fracción de segundo al pensar que podría tratarse de Winston. La altura era casi la misma, el cabello oscuro, los brazos amplios, pero entonces me di cuenta de que no podía ser mi hermano, y la revelación terminó por hacerme sentir tan culpable como liberado.

El hombre amarrado a la silla vestía un uniforme de guardia y tenía la boca cosida en el gesto macabro de una sonrisa. Los hilos blancos —que ahora estaban tan manchados de sangre que escurrían goteras rojas y se habían combinado con la saliva— le recorrían todos los labios. Se movían con una sincronía perfecta a través de sus labios, como si se tratara de la danza de una criatura mortal. Me forcé a mí mismo a apartar la mirada con horror, la bilis se me subió a la garganta y sentía que por dentro también estaba lleno de hilos que cosían toda mi cordura. Sabía perfectamente de quién se trataba esta vez, sabía que de alguna manera era mi culpa, estúpido, estúpido, que estúpido había sido. Y también sabía que el show macabro apenas comenzaba para mí. Cuando intenté apartar la mirada, Eddie me agarró del cabello con fuerza, sus ojos enloquecidos en cólera y las pupilas dilatadas a un grado casi imposible.

—¿Ahora no lo quieres ver? Anda, ¿¡Por qué no le sonríes de nuevo, ¿eh?! —me gritó. Su voz también parecía diferente, no quedaba nada del susurro, de la delicadeza, no quedaba en él nada del hombre que yo había besado para salvar mi vida.

No me atreví a responder nada, el cuero cabelludo me lanzaba ráfagas de dolor como si me estuviesen jalando todos los nervios con fuerza, estaba tan consternado, tan acabado dentro de mi propia alma que incluso el miedo me pareció algo estúpido de sentir. Yo ya estaba muerto, de todos modos, Winston también lo estaba, o lo estaría pronto. Nada tenía sentido, solamente una cosa me hacía perder el control, y era el haber involucrado a alguien inocente como Gibney en la locura de Eddie.

—¿Qué has hecho? —me atreví a preguntar, sintiéndome con el derecho de pedir una explicación. Eddie también se descolocó un poco. Sus manos estaban tan llenas de la sangre y la saliva de Gibney que mi cabello se le resbalaba de los dedos. Justo como a mí en ese momento se me resbalaba la vida de las manos.

Eddie sonrío, como si hubiese estado esperando esa pregunta toda su vida.

—Ven a ver, pajarito, ven a ver —se mofó, con la sonrisa amplia, hermosa, llena de oscuridad y al mismo tiempo de belleza. Me sorprendió que no tuviera sangre en los dientes, porque para ese momento lo que quedara de mi alma ya se lo había tragado él de un solo bocado. De repente me agarró con más fuerza del cabello y comenzó a arrastrarme hacia el frente, hacia el trazado perfecto del silencio.

Gibney se removía de dolor y lloraba. Las lágrimas le caían por los ojos ahora abiertos, él, a diferencia de mí, temía tanto por su vida que incluso yo podía sentir su miedo. Me miró no solo con miedo, si no como si me suplicara. En ese momento entendí que él no me culpaba de nada, pero que pedía desesperadamente por mi ayuda. No encontraba una manera, al menos no en ese momento, Eddie me había sacado de nuevo de la zona en donde creía que podía tener un poco de control, de serenidad, donde yo le besaba y él respondía y me salvaba de ahogarme. Nada de eso había sido cierto y en el fondo me dolía, aunque no entendiera por qué.

Killing EddieTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon