Extracto del diario de Winston.

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Julio de 2017. Un día lejos de casa.

Si me han aceptado en este trabajo, solo espero no arruinarlo todo con mis constantes errores. Ya no soy un niño, tengo 24 años y demasiadas responsabilidades. Sin embargo, desde que llegué a Derby siento que algo maligno me corroe por dentro. Me he excusado tomando café y llorando frente al espejo, me susurro a las 3 de la madrugada que todo esta bien conmigo y que estoy haciendo esto por una razón importante; Igor.

Igor es la clave de todo.

He conocido a Maurice Branch, psiquiatra jefe y director general del Ashton Hall. Ese lugar me trae pesadillas. He de admitir que es un hombre con una especial manera de decir las cosas; creo que carece de culpa o miedo alguno, y eso me genera desconfianza. En estas paginas todo el mundo me genera desconfianza, en este mundo estoy asustado de todo y de todos.

Pero todo esto tiene una razón.

No puedo (no debo ¿por qué no debo?) decir nada más ni constatarlo. Si alguien leyera esto y viera las menciones directas con nombres y apellidos podría enfrentarme a una demanda, incluso podría terminar preso.

He rentado un cuarto pequeño en un motel, viviré aquí solamente un par de horas al día, mi contrato afirma un turno completo, pero estoy seguro de que esas cosas siempre se extienden. El día que tuve la entrevista, vi como sacaban un cadáver de la iglesia. Esa capilla horrenda y blanca que hay en una esquina, casi parece estar fuera de la propiedad, pero al preguntarle a Maurice, me ha dicho que muchos pacientes son devotamente religiosos. Antes permitían una misa semanal, un sacerdote venía desde Derby y se hacia cargo, solo que eventualmente decidieron no hacerlo más.

Cuando pasamos por la iglesia, me ha explicado que un paciente se colgó de las vigas con una sábana. Veo desde el rabillo del ojo su cara morada y ¿golpeada? Antes de que le pasen la sabana completamente por encima.

Ninguno de esos hombres tiene uniforme forense, son solo enfermeros. Como yo.

Respiré con fuerza y terminé el recorrido junto a Maurice.

Finalmente, me ha hecho firmar un folio entero de papeles sobre confidencialidad, e incluso uno en donde yo me responsabilizo por cualquier daño físico que pueda sufrir aquí, no incluía fallas mentales.

(A las cuales podría ser muy propenso)

He firmado, después de todo hago esto por voluntad propia. Mañana es mi primer día de trabajo y no he podido evitar tomarme un vaso de Merlot. Pienso mejor cuando hago eso y la mano me fluye para escribir. He considerado que quizá podría llamar a Muhler para comentarle que últimamente me hace falta el Merlot tanto como él.

Lo más probable es que se moleste conmigo. No le gusta cuando le llamó a su trabajo porque dice que es demasiado obvio para sus compañeros y él esta tratando de ser "discreto".

La discreción en este mundo da igual. Al pico todo eso. ¿Quién necesita ser discreto cuando uno tiene una botella entera de Merlot y un lápiz que no ha dejado de moverse?

Muhler dice que tener un diario es arriesgado, que si alguna vez termino cometiendo un crimen seguro seré tan estúpido y cliché como para escribirlo aquí. Creo que tiene razón.

Tengo el turno de noche en Ashton Hall. No voy a beber mientras estoy en el trabajo, creo que eso sería de mala educación, pero si alguna vez encuentro un cuerpo suspendido del techo de la iglesia, quizá si me sea necesario tomarme al menos una botella, en nombre del muerto. Papá hacia eso en algunas festividades, como su padre provenía de un país de Hispanoamérica, él pedía a Mamá una copa media de tequila, siempre tequila o en caso contrario, aguardiente.

Entonces regaba una pequeña parte en el suelo y proclamaba que era para las animas.

Yo lo hago a veces, no para las animas en general, si no para el espíritu de Papá. Yo sé que también le gustaría eso.

Me he quedado dormido todo el día siguiente y he despertado con el tiempo justo para ir al trabajo. El taxista me ha mirado mal en cuanto le indiqué hacia donde iba.

Es de noche para cuando llego, el edificio es abrumador y espantosamente grande. En la recepción se encuentra Bernard, un hombre de mediana edad que siempre parece estar enojado con alguien, me mira de arriba abajo y luego me ignora olímpicamente. Le paso mi tarjeta de empleado y él registra mi asistencia.

Me indica que debo estar presente en el puesto de enfermería en dos minutos. Yo asiento y camino por los pasillos. He pasado por una sala que tenía la puerta abierta, adentro, dos enfermeros sostenían a alguien en una camilla mientras este vociferaba algo sobre la navidad.

Luego, estoy seguro de que le han conectado a la maquina de electro shocks.

Algo que es ilegal. Sus gritos llenan toda la instancia, hasta que de repente se calla. Sin embargo, un olor a quemado se instala en todo el pasillo.

Huele a carne quemada, a piel, a pelo. Como si se incendiara un cerdo en alguna parte.

Me rascó las manos y apresuro el paso. Ojalá anoche hubiese tomado más Merlot.

No hay manera de que pueda hacer esto sobrio.



 Sé que he tardado muchísimo en actualizar, y para todos lo que seguís mis historias, una disculpa. Apenas me he sentido mejor y he corrido a escribir un poco. Agradezco mucho la empatía. Voy a tratar de actualizar más seguido. Gracias a todos. 

-Mara <3 

Killing EddieWhere stories live. Discover now