6. La sangre es el nuevo lenguaje.

3K 428 394
                                    

Eddie.

He descubierto que me gusta verlo sangrar, pero detesto que llore. Quiero que deje de gemir y de llorar, necesito que pare de escupir sangre y de hacerme dudar. No sé que es lo que tiene que me hace querer joderlo de todas las maneras posibles.

Pero quiero que deje de llorar, en este mismo momento. Siento que se va a secar frente a mí y no quiero, no quiero, no quiero.

Lo que quiero es poder herirle sin que llore, lo cual no parece ser demasiado posible. Solo le saqué un molar, pero no deja de quejarse y de botar sangre por la boca. Es débil, delicado y asustadizo.

Vamos, no es para tanto, es solo un diente.

Veo que su pierna sigue sangrando, pero él tiene la culpa de eso. Al final terminé sacándole del confesionario cargado como si fuera una princesa. Espero que nadie me pregunte por qué decidí prolongar su agonía, ya que no sé como responder.

Solo sé que lo tuve ahí, en el suelo, llorando y sangrando y lo único que pude hacer fue sostenerlo. Su herida no es tan grave, pero puede infectarse y se ve tremendamente dolorosa. He tenido que castigarle con ello por estar jugando al mudo. Quizá un rayo de bondad me haya iluminado un poco, pero eso no significa que voy a dejar que este estúpido enano juegue conmigo. Le presioné la herida, incluso aunque ya se le había limpiado y vendado la noche anterior mientras estaba inconsciente, pero me importa una mierda, disfruté oírlo gritar porque se merecía un castigo.

Luego ha intentado joderme con jueguitos de palabras, como si fuera más inteligente que yo y he tenido que volver a castigarlo. Parece que le gusta que le joda, es como si disfrutara con cabrearme.

He considerado la posibilidad de que me está provocando para que le asesine. Pero ya ha perdido esa oportunidad, ya no tiene esa opción, al menos no por ahora.

No cuando he encontrado algo divertido y extraño bajo el confesionario, no cuando sangra con tanta pureza, no voy a dejarlo ir hasta que haya podido ver todo lo que puede ofrecer. Quiero presionarle tan fuerte hasta que se rompa. Quiero descargar en él toda la rabia que llevo dentro.

No sé si merece algo como eso, algo como yo, pero la verdad es que no me importa. A veces en la vida no tenemos lo que nos merecemos y eso hay que aceptarlo, ha caído aquí por alguna maldita razón y yo no soy quién para llevar la contraria.

Sin embargo, tengo las manos frías, como congeladas. Me he quedado plantado en mi sitio cuando en realidad debería estar sacándole el cuarto diente, por lo menos. Y no he podido seguir, no después de que llorará tan fuerte y se retorciera. Anoche su piel era blanca, pálida.

Esta mañana a pesar de la luz todo en su cuerpo es rojo. Tiene las manos resentidas donde la cuerda le ata a la ventana, tiene la cara roja por el golpe que le di, de su boca no deja de salir sangre al igual que de su pierna.

Es algo que generalmente disfruto, pero a él no quiero verlo así. Quisiera que se quedara quieto, o dormido, donde no me hiciera enojar de ninguna manera.

Necesito observarlo, inspeccionarlo a fondo para poder decidir que hacer con él. No le he pedido su opinión al cuchillo ni tampoco a Jesucristo.

Me parece que esta mañana llueve, estamos en el sótano. En la vivienda que me permite tener Branch por buen comportamiento, según él. Pero yo sé lo que realmente piensa, sé porque me permite tener este lugar, aunque él no lo diga.

Aquí adentro, el calor de la sangre no permite que tengamos frio. Me acerco un paso a él mientras me mira con horror y con algo que se me hace más conocido y gratificante; me mira con respeto.

Killing EddieWhere stories live. Discover now