𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏

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Los días eran largos y las noches cortas, muy cortas.

Las vacaciones más esperadas del año habían empezado y los días de fiestas, sexo y drogas también.
California se volvería un lugar de festejo para los universitarios.

En una de las mejores zonas de la ciudad había una gran mansión, muy lujosa, por cierto, dónde se decía que vivía un hombre muy amargado llamado Sebastian, dueño de una gran empresa multimillonaria.

Amargado le quedaba corto, Aquella era una persona fría y sin sentimientos, las personas a su alrededor le tenían cierto miedo y a ese hombre de cabellos dorados le encantaba ese terror que emanaba.

Pero

Había una persona que lograba ablandar su corazón. Una chica de 19 años, la cual había conocido hace apenas 3 años atrás. Cabello castaño y largo y ojos oscuros, con una piel morena exquisita y un cuerpo para babear.

Su nombre es _ y, hasta el momento, es la única mujer la cual logró volver loco de deseo a ese hombre tan frío.

- Bebé.. Por favor.. Dije que no.. - Jadeaba suavemente el rubio, mientras trataba de no mirar aquél cuerpo semidesnudo que se encontraba frente a sus ojos.

Nada más ni nada menos que lencería de encaje rosa, la debilidad de Sebastian. No quería mirarla ya que no quería perder el control, pero ella le hacía el trabajo difícil.

- P-pero daddy.. Quiero jugar.. - Ella empezó a gatear por el suelo hasta rozar la pierna de daddy con su bonita entrepierna. Sabía muy bien lo que hacia, más no estaba segura de lo que él era capaz de hacerle.

Sebastian la miro y suspiro, cada vez era más difícil controlarse, debía parar todo este juego de alguna forma, y rápido.

- Quieres.. ¿Ir a la piscina? - Pregunto el rubio, notando como la expresión traviesa de su pequeña bebita cambiaba a una neutral y después, a una gran sonrisa.

- Si! Vamos a la piscina! - Ella se levantó corriendo del suelo y salio de la habitación a la velocidad de la luz.

Aliviado, el rubio se recostó en su silla y paso la mano por su cara. Las cosas no podían continuar así, no podía dejar que esa mocosa siguiera haciendo este tipo de cosas. Él es el que manda, no ella, y tenía que defender su puesto, cueste lo que cueste.

...

La menor parecía divertirse en la gran piscina de la mansión, jugaba en el agua y reía sola a carcajadas, mientras qué Sebastian la miraba desde el mini bar del jardín, bebiendo un trago de vodka. Necesitaba algo fuerte para calmar sus locas ganas de golpear esas nalgas que rebotaban con el agua.

Se llevó el shot de vodka a la boca y se lo tomó de un trago, frunciendo el seño al instante. Realmente era fuerte ese licor, pero no lo suficiente como para hacer que olvidará todas esas fuertes emociones que golpeaban su cuerpo.

_ lo miro y pudo notar su cara consternada. Sabía que se estaba controlando y eso le fascinaba, podía provocarlo.

Se quedó mirando a su daddy con una sonrisa coqueta y él sabía lo que venía. _ empezó a hacer movimientos sexys en el agua y movía su traje de baño con sus manos, dando la sensación de que se lo quitaría en cualquier momento.

Sebastian no despegaba la mirada de su cuerpo y estaba al tanto de cada uno de sus movimientos.

Cuando ella hizo un movimiento con el dedo, pidiendo que se acercará, supo que era momento de actuar.

𝑶𝒉 𝑫𝒂𝒅𝒅𝒚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora