Desde pequeña, siempre tuve un pequeño gusto por las flores, mas concretamente las rosas.. Rosas rojas.. Siempre me gustaron, su aroma, su color, no importa donde las colocara, siempre que las ponía en un florero daba vida a una habitación oscura.
Todas las semanas, Daddy me traía un ramo de estas flores tan hermosas, me hacia muy feliz que me las regalara, las ponía en mi habitación para decorar y perfumar.. Y ese día no fue la excepción.
Estaba en mi habitación dibujando mientras escuchaba música, y cuando escuche mi puerta abriéndose, dirigí mi mirada hacia esta y vi a mi daddy entrando por esta con un enorme ramo de rosas..
Sonreí y me levante de la cama para acercarme a él, abrazándole con fuerza y sintiendo como él besaba mis labios con dulzura..
– Daddy.. ¿Esas bellas rosas son para mi? –
– Sabes que si mi hermosa conejita.. –
Reí y di pequeños saltitos, tomando el ramo y oliendo el delicioso aroma de las flores.. Sebastian puso su mano en mi cadera y me hizo caminar junto a el hasta el jardín, donde nos sentamos sobre una sabana a cuadros sobre el césped. Habían dos copas de lo que parecía ser sidra de manzana en una bandeja junto a bocadillos.. ¿Íbamos a tener un picnic? ¡Que genial!
Pasamos el resto del día juntos, hablando, comiendo y disfrutando de la presencia del otro, mientras que el ramo de rosas se posaba a un lado, siendo golpeado suavemente por los rayos del sol..
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
