Epílogo.

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El canto sutil de las aves colándose a través de la ventana ligeramente abierta, indicaba que el día estaba comenzando, con pereza abrí lentamente los ojos, la escaza luz entrante incomodó mi vista pero rápidamente me acostumbré, me giré sobre mí y entonces lo tuve frente a frente. Ahí estaba el hombre de piel pálida y grandes ojeras, su respiración era suave, indicaba su sueño profundo, su pecho subía y bajaba lentamente, su cabello negro y despeinado se pegaba a su rostro trazando caminos sobre sus mejillas, caminos tan atrayentes que me obligaban a recorrerlos, al hacerlo me encontré con su suave piel la cual acaricié.

- ¿Te diviertes?- Habló con los ojos cerrados, lo cual me sobresaltó.

- ¿Cuánto llevas despierto?- recobré la compostura recostándome apropiadamente.

-Recién me despierto.- abrió los ojos, aquellos de color tan profundo que sin importar los años seguían estremeciéndome.- Si gustas te los regalo.- sonrió.

- Me parece tener un deja vú.- solté una pequeña risa que Elle correspondió con un gesto sutil.

De pronto un olor dulce comenzó a inundar la habitación.

- Huele delicioso, ¿Qué es?

-No lo se, vayamos a ver.

Nos despojamos de las sábanas que cubrían nuestros cuerpos del inminente frío de la noche, me coloqué un abrigo y me dispuse a salir de la habitación cuando Elle me tomó del brazo y me atrajo a él robando un beso rápido en los labios.

- Sigues sorprendiéndome como las primeras veces.- sonreí como adolescente enamorada.

- Es que me sigues gustando como las primera veces.- no reprimí mis emociones y me lancé a él en un abrazo el cual correspondió de manera rápida y corta, separándose de mí a los pocos segundos, nueve años de matrimonio no habían sido suficientes para acostumbrarse a las muestras de afecto, eso siempre me causaba gracia y me gustaba porque la inocencia del amor parecía permanecer intacta.- Vayamos a ver que es ese olor.

comencé caminar hacía las escaleras con Elle detrás, cuando finalmente bajamos unos pasos rápidos se apresuraron a nuestra dirección hasta que pudimos ver una pequeña de ocho años de piel blanca cual leche, ojos verdes como olivos, cabello de noche, rizado y que le cubrían a penas los hombros, estaba vestida con su uniforme, una falda azul que cubría sus rodillas, calcetas blancas que llegaban abajo de la falda, dejando ver un poco de su piel, una blusa blanca con un moño en el cuello del color de la falda y su rostro se decoraba con un gesto molesto.

- ¡Ya era hora de que despertaran!- comenzó a reclamar Alexandra.- ¿No piensan ir a trabajar? ¿Quién me llevará a la escuela si no despiertan?- La pequeña había heredado mi carácter un tanto impulsivo.- ¿A qué hora dormiste, papá?

- Probablemente a las tres- llevó su pulgar a los labios.- O cuatro de la madrugada.

- ¿Qué? Solo dormiste tres o dos horas.- se acercó a nosotros con pasos molestos y al estar suficientemente cerca tomó nuestras manos y nos condujo al comedor y nos sentó uno frente al otro.- Ya traigo sus desayunos.- la chica salió de nuestra vista.

- Con que de ahí provenía el olor.- dije reprimiendo una risita por la reacción de Alexa.

- Vamos, ríete, se que quieres.

Entonces comencé a reír a voz baja para que la niña ya molesta no se enojara más. No pasaron más de tres minutos cuando la pequeña apareció con dos tazas que nos dio a cada uno, el mío tenía té y el de Elle café.

- Asegúrate de beberlo todo.- Se dirigió a su padre.- No debes tener sueño en tu trabajo.

Nuevamente desapareció para luego traer un plato con muchos hotcakes y un vaso de leche. finalmente nos dispusimos a desayunar. Al finalizar Elle y yo subimos a la habitación para vestirnos de manera apropiada para trabajar mientras Alexandra esperaba ansiosa.

Mientras Elle se aseaba rápidamente en el baño del cuarto yo me despojaba de mis ropas en la habitación, cuando solo restaba colocarme el vestido que había preparado la noche anterior giré sobre mi para encontrarlo, al hacerlo me encontré con el espejo que reflejaba todo mi cuerpo semidesnudo. Después de dar a luz a Alexandra mi cuerpo había cambiado, quien me viera vestida diría algo como "ser madre te sentó bien" pues mis caderas y piernas se habían ensanchado un poco, pero cuando la ropa estaba fuera podía encontrarme con las líneas, ahora blanquecinas, que se encontraban en mis muslos y glúteos extendiéndose hasta mi vientre. Me mantuve observando mi imagen recordando la figura anterior, aun así me hacía feliz, si ese cambio significaba tener en mi vida a mi pequeña estaba dispuesta a todo.

- ¿Qué haces?- Pronunció Elle detrás de mi colocando una de sus manos en mi cadera, acariciando aquellas líneas.

Siempre que había oportunidad el tacto de Elle viajaba por todas y cada una de esas líneas, como si tratara de aventurarse en un bosque recorriendo los ríos que lo adornaban.

-¿Por qué?- Cuestioné referente a mi pensamiento.

-¿Por qué qué?- miró mis ojos en el reflejo.

-¿Por qué haces eso?- señalé su mano y pareció captar la idea.

- No entiendo porqué a muchas mujeres les causa conflicto esto.- suspiró.- Las marcas son solo la huella de sucesos importantes, para bien o para mal.- levantó su camisa mostrando una cicatriz en su abdomen.- Esta, por ejemplo, fue cuando tenía seis años, me caí del columpio, fue importante porque eso me enseñó lo que la gravedad puede causar. Estas.- Dijo nuevamente tocando las líneas en mi vientre.- son el resultado de traer a Alexandra a este mundo... Por la misma razón que no dejaste de amarme por mi cicatriz yo tampoco lo haré por las tuyas. Además es algo completamente normal que a cualquier persona podría ocurrirle.- Escuchar aquello me llenó de felicidad que se vio reflejada en mis labios.- Ya es hora de irnos.- Me acercó el vestido para ponérmelo.- Me haz hecho decir muchas cosas demasiado sentimentales para mi gusto.- Reí ante el gesto que se apoderó de su rostro, uno entre la honestidad y la vergüenza, el amor y la inocencia.

Cuando finalmente bajamos nos encontramos con la pelinegra vigilando el terrario ubicado en la sala de estar, me mantuve observándola, rápidamente habían pasado ocho años donde Alexa había crecido, desde pequeña parecía ser muy inteligente, era de esperase teniendo padres superdotados, aprendió a hablar a temprana edad, para cuando cumplió tres años sabía leer perfectamente en japonés, exceptuando los kanjis, y ya comenzaba a hablar en inglés, nuestra lengua madre, cuando cumplió cuatro años ya comenzaba a dar indicios de sus preferencias, se veía interesada por todo lo relacionado con plantas y animales a tal grado que desde esa edad comenzó a crear su terrario con ayuda de ambos.

- Se hace tarde, _______.- Dijo Elle sacándome de mis pensamientos.

Salimos de casa y subimos al coche, primero dejaríamos a Alexa a la escuela, luego iríamos al trabajo. mientras Elle conducía la pequeña llena de curiosidad encendió la radio, dejando que las palabras del conductor llenara el ambiente.

- Nuevamente- decía el hombre de la radio.- la ya reconocida pareja de detective, Deneuve y Verushka, lograron desenmascarar a la gran red de narcotráfico que se originó en Latinoamérica y comenzaba a adentrarse a la sociedad Japonesa, nuevamente los medios de comunicación se llenaron de ovaciones y agradecimientos a la pareja de detectives que inició su trabajo en conjunto hace nueve años.

- ¡wow! Han trabajado mucho, ¿Cierto?- habló Alexa hacía nosotros.- Si la gente supiera que esos grandes detectives están casados se volverían locos.

- Alexa, no debes decirle nada a nadie.

- Ya lo sé papá, solo es una suposición.- Dijo en tono triste.- Se imaginan si supieran que el gran L es un chico albino criado por Verushka e instruido por Deneuve, los medios estallarían.

- ¡Alexa!- reprendió Elle.

- Créeme papá, solo hablo de esto con ustedes...- comenzó a dibujarse su característica sonrisa traviesa.- Y con el tío Matsuda, con mi hermano mayor Near... Con Matt y Mello.

- ¿Haz hablado con ellos?- pregunté interesada.- No debes molestarlos, probablemente estén ocupados con su trabajo.

- Yo no les llamo, es Mello quien lo hace, lo hace al menos una vez al mes, dijo que vendría en año nuevo... si es que no tenía mucho trabajo.

El resto del viaje transcurrió entre pláticas sobre la escuela y otras cosas cotidianas.

Durante los años transcurridos los cambios en nuestra vida fueron progresivos y constantes, adaptarnos a investigar con una bebé que día tras día crecía necesitando de nuestro cuidado y atención, pasar tiempo en nuestro trabajo, educando e investigando no era tarea fácil, pero si divertida y cada día aprendíamos sobre ello. Durante ese tiempo recibimos la ayuda de mi tía y Sayu, cuando tenía tiempo, Near venía a visitarnos y jugar, con quien él había dicho, su hermanita, Matsuda cuidaba de Alexandra como si de verdad fuera su tío, ya que estaba casado esperaba a su primer hijo y eso daba alegría a Alexa, decía que sería como de la familia.

Por muchos años lamente mi vida, pero este fue el mejor final que el mismo dolor me pudo dar, un dolor que me llevó a crecer, a madurar, a amar y confiar incondicionalmente, que me hizo apreciar colores donde solo había oscuridad. Los sueños nunca más aparecieron, solo formaban parte del recuerdo de lo que alguna vez fueron. Solo me esperaba una larga vida, al menos eso me gusta pensar, junto a quien es mi esposo y mi hija. Ese es el final feliz que siempre anhelé sin siquiera saberlo y que llegó a mi sin buscarlo.

Death Note: Todo por una apuesta (L Lawliet y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora