「VIII」❥ Sirene

2.4K 229 140
                                    

Después de limpiarse rápidamente con las toallitas húmedas, se puso de nuevo la camisa que le había pasado a Ryo, se había acostumbrado a sacársela antes de transformarse para que no se destruyera, aunque no le importaba la verdad, Ryo solía prestarle su abrigo para que no tuviera frío.

Ryo, su amigo que ahora era algo más, estaba feliz, Ryo lo hacía feliz.

Quería pasar más tiempo con él, pero sabía que no podía separarse de su mamá por tanto tiempo, aún no procesaba bien todo lo que había pasado y se había comenzado a volver sobreprotectora. No iba a mentir, le molestaba un poco tenerla tan encima, a veces su mamá se sentía como una extraña y aún no se acostumbraba a su presencia. Durante muchos años, pensó que la reunión con sus padres sería capaz de llenar esa soledad que solía sentir a menudo, al parecer estaba equivocado. Aun así, no quería dejar a su mamá sola por mucho tiempo más, se necesitaban el uno al otro.

Con esto en mente, le dijo a Ryo que lo pasaría a dejar a su departamento y luego él se iría a casa, el rubio asintió sin más.

Camino a casa, mientras manejaba, sentía el viento en su cara y el cuerpo de Ryo sobre su espalda, estaba más cerca de lo normal, su rostro descansaba sobre su camisa negra. Akira sonrió, Ryo mostraba afecto físico de formas tan pequeñas y discretas, le daba mucha ternura cuando se comportaba de esta forma.

Llegó al apartamento de Ryo y paró la motocicleta frente a la puerta.

—Bueno, aquí estamos —Ryo bajó del vehículo y se paró delante de Akira, su mirada lo puso nervioso, no sabía cómo despedirse de él—. Eh... —alejó su mirada un segundo, no estaba seguro de qué decir. Para su suerte, antes de que pudiera pensar en algo, sintió los dedos de Ryo sosteniendo su barbilla, cuando volvió a dirigirle la mirada, los suaves labios de Ryo se habían pasado sobre los suyos para darle un delicado beso, ni siquiera pudo cerrar sus ojos debido a la sorpresa.

—Voy a comprarte un cepillo de dientes para que lo uses en mi casa —una sonrisa se había formado en su rostro, Akira pareció calmarse al sentir el beso que le habían dado—, nos vemos luego —antes de que Ryo se diera la vuelta para irse, Akira sintió la abrumante necesidad de besarlo de nuevo, entonces, actuando solo por instinto, agarró a Ryo del cuello de la camisa y bruscamente lo acercó para darle otro beso, luego otro y luego otro. Cuando soltó su camisa, se dio cuenta de que Ryo tenía sus manos sobre su pecho, subiendo despacio para rodear su cuello mientras dejaba salir una risita—. Akira, no tienes que ser tan brusco —él rió también.

—Lo siento —dijo mientras abrazaba su cuerpo para acercarlo un poco más. Entonces, lo besó de nuevo, esta vez lentamente, disfrutando del sabor de los labios de Ryo. Al separarse nuevamente, el rubio le dio un pequeño beso en la punta de la nariz.

—Te hablo más tarde —fue lo último que le dijo antes de darse media vuelta y entrar a su departamento.

Akira no hizo nada por unos segundos, se sentía tan tranquilo y feliz, ya no sentía aquellas molestas mariposas en el estómago, ahora se sentía como si todo su cuerpo estuviera flotando. No fue capaz de sacarse la sonrisa del rostro por el resto del día.

El camino a casa se le pasó volando.

Al llegar, se dio cuenta de que los padres de Miki no estaban en casa, solo ella, Taro y su mamá. Entró sin hacer mucho ruido, lo primero que vio fue a su mamá viendo la televisión, le sonrió al verlo llegar.

—¿Cómo estuvo tu día?

—Bien —Akira contestó mientras se sentaba a su lado, su madre lo miró con atención.

—¿A dónde fuiste? Porque no creo que hayas ido a la escuela en motocicleta —Akira dio un pequeño saltó de sorpresa, claro, se le había olvidado ese pequeño detalle.

Azul Infinito  ⇢【Ryo×Akira】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora