Capítulo 34 fin

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Dos semana después.

Hermione había estado ahí una sola vez en el pasado y lo que menos quería hacer era volver. Ron y Harry la acompañaron a la puerta de la mansión Malfoy. La estructura sombría se alzaba inalcanzable frente a ellos.

- Hermione ¿estas segura de esto? – le preguntó su amigo pelirrojo.

- Eso creo.

- No le debes nada a nadie – le dijo Harry.

- Me lo debo a mí.

Hermione tocó a la puerta.

- Hermione, no sé cómo puedes estar aquí tan tranquila, yo estoy temblando sólo de recordar lo que pasamos aquí, lo que tú pasaste aquí. Cuando la loca de Bellatrix te torturó...

Ron no pudo acabar de hablar porque la puerta se abrió en ese momento y dejó ver a una elegante e impecable mujer rubia con una túnica oscura y el pelo recogido sin tener un solo cabello fuera de su lugar. Hermione no se amedrentó, se dijo que su pantalón de mezclilla muggle y su blusa blanca era un atuendo más que calificado para la ocasión. Ron por su cuenta se puso muy rojo ante la perspectiva de que la señora Malfoy hubiera escuchado lo que había dicho y Harry parecía que se desaparecía en cualquier momento.

- Señora Malfoy – la saludó Hermione con un asentimiento de cabeza.

- Hola – dio una mirada general entre los tres – no esperaba que viniera tanta gente, lo que quiero decir – se corrigió algo nerviosa – es que pasen, adelante.

- ¡No! – le gritó Ron, y se tapó la boca al mismo tiempo.

- Señora Malfoy, nosotros esperaremos afuera si no le molesta – le dijo Harry – solo venimos a acompañar a Hermione, espero no le moleste que nos quedemos en su jardín.

- No tengo inconveniente si eso quieren. Y Harry Potter, gracias por decirme ese día que Draco estaba vivo.

- Ah... espero Malfoy esté bien, esperaremos a Hermione por allá.

Harry incómodo y no acostumbrado a recibir palabras amables de parte de esa familia, tomó a Ron del brazo y se alejó torpemente de la vista de Narcissa.

- Bueno, entonces entra por favor – le dijo a la castaña en la puerta que se veía nerviosa.

La mujer se hizo a un lado para dejarla pasar. La señora Malfoy no era tonta, recordaba perfectamente que en ese vestíbulo habían torturado a la pobre chica, por eso cambió la decoración, movió algunos muebles y esperó que ella no recordara ese fatídico día.

- Puedes sentarte si quieres, pediré un poco de té o ¿qué te gustaría?

- Con todo respeto señora Malfoy, vine aquí porque usted me lo pidió, me envió una lechuza con una carta muy breve dónde me decía que Draco estaba mal, así que aquí estoy y si no le molesta me gustaría verlo.

- Claro, claro.

Hermione no quería ser grosera, no pretendía de ninguna forma ser descortés, pero el recuerdo de lo que había sentido en esa misma sala hacía un tiempo no la estaba ayudando mucho. Y si a eso le sumaba el hecho de que después de que Harry matara a Voldemort, Draco no la había buscado, no tenía mucha paciencia, pero Narcissa no tenía la culpa, ella no sabía por lo que había pasado la familia Malfoy así que trató de ser un poco más amable.

- No pretendo que usted piense que soy una persona desagradable. Pero tampoco quiero hacer incómodo esto para ninguna de las dos.

- Me parece bien. Te llevaré con Draco entonces.

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