Capítulo 11 Cinco puntos para Gryffindor

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- Sí que tienes buenos amigos – le dijo Draco.

Hermione percibió un tono diferente a cualquiera que le hubiera oído antes al Slytherin.

- No me esperaba que alguien se enterara de la verdad del plan. Pero me alegro de que hayan sido ellos.

- Cómo sea – le contestó Draco seco, dejando de abrazarla.

La conversación alegre y fluida de antes que llegaran los gemelos se había esfumado. Y Hermione no sabía por qué. Por un momento le pareció que sus amigos y Draco se habían conectado de cierta manera. Para hacer una broma, pero al fin y al cabo compartieron unas risas sinceras. Pero no sabía que había pasado, pues el semblante de su novio ficticio era serio, y parecía molesto. No se le ocurría que decirle en esos momentos, lo cual era raro, pues ella siempre tenía un comentario para todo.

Entonces se decidió por observarlo. En los últimos días se había dado cuenta que su piel era muy blanca, su cara, sus manos, su cuello. Su cabello rubio, de lado y siempre peinado ¿cómo lograría que se estuviera en su lugar? Y sus labios, se curvaban siempre en sonrisas burlonas. Muy pocas veces la risa le llegaba hasta los ojos grises. Nunca se había fijado en esos detalles, pero por los acontecimientos de hacía dos noches, Draco era la persona que físicamente, más cerca había estado de ella en todo Hogwarts. Y era una de las personas más tristes también, pues una risa y una sonrisa burlona –cómo las que él siempre ponía- nunca se comparan con una sonrisa de verdadera felicidad.

Lo vio directo a los ojos, que reflejaban molestia claro, pero también había algo más, que no sabía qué era. ¿Dolor, cómo el que vio en Ron cuando se enteró que ésta lo había traicionado? ¿O tristeza? No tenía idea. Pero quería borrar esa mirada de Draco; no le estaba gustando para nada. Así que inconscientemente alzó la mano para tocarle la cara.

Draco miraba fijamente por dónde se habían ido los gemelos cuando sintió la palma de la mano de Hermione sobre su mejilla. Se sobresaltó y la volteó a ver. Al principio sonrió malicioso, listo para hacerle un comentario de la cara de tonta que tenía y reírse de ella. Pero no pudo. Vio determinación en la cara de la Gryffindor. Y mientras con su otra mano lo jalaba de la túnica para besarlo, él no pudo poner objeción. Y se besaron. Ahora sin público.

Hermione no tenía prisa, sonrío dentro del beso. Entreabrió su boca lentamente, para permitirle a Draco llevar el beso como él quisiera. Y él entendió, la tomó de la nuca y ladeó su cabeza suavemente a un lado para mayor comodidad de los dos. En un momento quiso tenerla más cerca y pasó su brazo detrás de su espalda, jalándola hacía él, dejando nulo espacio entre ambos. Sus bocas no se separaron. Los dos mantenían los ojos cerrados. Si Snape pasara por ese pasillo en ese momento, no le quedaría duda del gran amor que sentían los dos. Y seguían sin separarse, pero el beso lento se había trasformado en uno un poco más brusco. La mano de Hermione ya no apretaba la túnica de Draco, ahora estaba sobre su pecho con la palma abierta. Y las manos de Draco descansaban una sobre la mitad de la espalda Hermione y la otra sobre su pierna izquierda. Se debatía internamente en medio de la nube en la que estaba en sí debía subirla un poco más o dejarla ahí. La falda de la castaña le cubría hasta las rodillas y él tenía su mano justo sobre esa tela. Ni siquiera estaba tocando su piel. Abrió los ojos levemente y la vio ruborizada, con los ojos cerrados y concentrada en el beso. Cerró los ojos y tomó su decisión. Disfrutó unos segundos más de los labios de Hermione y sin querer hacerlo se separó de ella muy lentamente. Aspiró profundamente recobrando el aire que le faltaba, ocultó un pensamiento muy dentro de su cabeza, de que podría sobrevivir con besos en lugar de oxígeno.

- ¿Qué haces? – le preguntó sonriendo curioso.

- ¿Perdona? - ella, todavía roja y sin recobrar el aliento se hizo la desentendida.

Aeternum // DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora