Capítulo 32 Sangre sucia

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Hermione iba a asistir a una boda. Una boda en medio de aquel caos en el mundo mágico. No había querido decirle a nadie lo tonta que la parecía la idea porque se quería dejar llevar antes de que iniciara la misión que Dumbledore les había encargado a Harry, Ron y ella. Quería saborear hasta donde le fuera posible el seguir teniendo una vida tranquila y normal. Aunque se engañaba a sí misma porque su vida había dejado de serlo desde hacía algún tiempo, desde que falleció el director de Hogwarts y después ella le tuvo que borrar la memoria a sus padres e implantarles recuerdos falsos.

Su vida dejó de ser tranquila desde que Voldemort había regresado. Desde que se enteró a través de Harry que Draco Malfoy sí era un mortífago y había estado a punto de matar a Dumbledore. Casi rompe su promesa de no llorar por él, si no fuera porque Harry le explicó cómo Malfoy no parecía querer hacerlo y cómo al final bajó su varita, ella se hubiera derrumbado.

Por eso trataba de pasarla bien en la boda de Bill y Fleur. No podía dejar de pensar en que esa fiesta representaba hasta cierto punto algún grado de peligro para todos los que estaban ahí. Miró la pequeña bolsa que llevaba con ella ¿acaso no estaba haciendo lo mismo? estaba preparada con todo lo necesario para su misión gracias a un hechizo de extensión indetectable que llevaba en esa pequeña bolsa, y entre las cientos de cosas que había empacado llevaba un mini libro de historia de la magia que debió haber destruido desde hacía mucho tiempo.

Pero no había podido hacerlo. Lo había intentado en su casa unas semanas atrás, levantaba la varita para lanzar maleficios y no podía hacerlo. Lo aventó una y otra vez con la pared pero sin obtener ni un mísero rasguño en el libro, seguía estando en perfecto estado.

Hermione apretaba su bolsa con fuerza preguntándose sí ponía en peligro a sus amigos al no deshacerse del libro, cuando el Patronus de Kingsley irrumpió la boda.

Meses después.

Los días cansaban a Hermione. Harry, Ron y ella habían sobrevivido apenas a las adversidades en varias ocasiones, y muchas veces no sabían lo que estaban haciendo. Ella quería descansar un poco, dormirse y olvidarse de todo, digamos por una semana, y después regresar y seguir destruyendo horrocruxes. Podía ver que sus compañeros estaban pasando por algo muy similar a ella, y aunque ninguno se quejaba, la traición de Xenophilius Lovegood fue la gota que derramó el vaso.

Por eso discutían, cansados de no tener muchos aliados, estaban tan fatigados y molestos que se olvidaron de la regla principal, la de no llamar al señor tenebroso por su nombre.

Todo lo demás pasó muy rápido. Se vieron rodeados por Fenrir Greyback y sus carroñeros y en un último intento de proteger a Harry, Hermione le lanzó un hechizo punzante directo a la cara. Los capturaron y se los llevaron al último lugar que hubiera pensado visitar algún día.

Hermione quería un descanso de todo. Pero no se refería a ir a la mansión Malfoy, que era a dónde los estaban llevando justamente los carroñeros. Sentía que el fin de todos estaba muy cerca, pero por Merlín que ese no era el tipo de descanso que ella quería.

*

Draco no se inmutó mucho cuando escuchó ruido en la mansión Malfoy. Cómo cuartel general del señor tenebroso era muy usual que llegaran mortífagos a lo largo de todo el día. Afortunadamente desde que Snape había matado a Dumbledore, lord Voldemort casi no pasaba tiempo en la mansión. Creyó que el alboroto se debía a alguna reunión y escuchó unos pasos rápidos dirigiéndose a su habitación. No quería estar presente ante ningún mortífago, aunque él fuera uno. Se sorprendió cuando vio a su padre entrando a su habitación, por lo general enviaba a algún elfo a llamarlo.

- ¡Draco! ¡Draco! ¡Es Potter, Potter está aquí! – Lucius tenía un aspecto mucho más desgarbado de lo normal, parecía algo desquiciado cuando le dio la noticia a su hijo.

Aeternum // DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora