Capítulo 14

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Artemisa en multimedia


Queenie está a punto de estallar de emoción. Le acomodo como puedo el vestido, pero sigue caminando de un lado a otro sin parar.

―Tengo hambre ―dice con terror.

―No, olvídalo ―reclamo y vuelvo a ordenarle la parte baja del vestido, parece una reina de blanco.

―Extraño mi antiguo cuerpo ―lloriquea y entorno los ojos.

―Te ves divina ―aseguro sin dudar―.Ven, que ya me tengo que ir ―le digo con nerviosismo, no hemos visto a ninguno de los hombres Kozlov desde que abandonamos el apartamento, cuando volvimos ya no estaban, así que me encargué básicamente de todo, hasta de vestir a Karenina.

Lo bueno es que llegaron maquilladores y estilistas, me vestí en el mismo salón que Queenie, en una zona apartada del enorme salón del hotel que eligieron para la ceremonia.

Y ahora llevo un vestido de satén de color celeste pastel que se ajusta a mis senos y mis caderas de forma delicada, y que llega bajo mis rodillas sin ser ajustado en la zona de las piernas, lo combiné con tacones altos y el cabello suelto, liso y perfecto, haciendo contraste con el fino collar de oro que llevo en el cuello, es apenas una cadenita delicada con un colgante en forma de rosa.

Termino de acomodarle el vestido a Queenie y le doy un apretón de manos. Me giro para ver a Karenina y le entrego la cesta con pétalos de rosas rojas.

―Cuando comience a sonar la música sales y te paras al inicio de la alfombra ―le digo―, recuerda cómo lo ensayamos antes.

―Sí ―asiente y les sonrío antes de salir. Me apresuro en buscar el camino a la entrada, Eloah me envió un mensaje para que no me presentara sola.

Avanzo sobre mis tacones, miro sobre mi hombro, buscándolo, pero siento que choco con algo, tetas, cabeza, abdomen, todo se pega a esa persona y retrocedo torpemente, intento estabilizarme sin demasiado éxito, una mano me sostiene del brazo.

―¿Tú? ―pregunto con impresión.

―Delizia ―me sonríe Alessandro Caruso, me fijo en el hombre que lo acompaña y siento que palidezco al reconocerlo, es Alonzo Caruso.

―Veo que ya conoces a mi esposa ―dice alguien a mi lado, retrocedo de inmediato apenas veo a Eloah, luce demasiado guapo con ese traje, es azul oscuro, lleva una camisa blanca y está un poco abierta en la zona del pecho, enseñando la piel pálida y la dureza de sus pectorales.

―¿Disculpa? ―cuestiona Alessandro y me apresuro en agarrarme del brazo de Eloah. Mejor que me crea su esposa a que sepa que soy de la GMFE.

―La afamada dama de la mafia ―dice Alonzo Caruso, lo miro con recelo apenas me ofrece la mano a modo de saludo―. Es un honor, soy el Capo de la mafia italiana.

―Sé quiénes son ―aseguro e ignoro su mano―. Artemisa Kozlova ―me presento con frialdad.

―Una dulzura ―se ríe Alonzo―, igual al Boss ―. Noto la burla en su voz, así que elijo mirar a Alessandro, en sus ojos veo cómo quiere lanzarme de un décimo piso.

―Pero no se queden aquí ―dice Andrey, lo miro con curiosidad, llegó con Eloah y el resto de los invitados―, entren, sus asientos están asignados ―comenta sin mucha amabilidad.

Observo al Capo caminar, pero Alessandro no deja de mirarme, ignoro sus ojos y me fijo en Eloah, le dice algo a sus hermanos, algo que no alcanzo a escuchar. Solo observo cómo nos dejan solos y Eloah se aleja un paso.

El diamante de Dios [#3]Where stories live. Discover now