EXTRA: Kaori II

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ANTES DE LEER: ESTE EXTRA TIENE COMO FIN COMPLEMENTAR LA HISTORIA Y ENSEÑAR LA CARA MÁS CRUDA DE LOS PERSONAJES. NO SON SANTOS, Y AUNQUE SEAN PROTAGONISTAS NO TODO LO QUE HACEN ES CORRECTO O TIENE JUSTIFICACIÓN.



Las calles de Tokio se encontraban húmedas aquella noche, la lluvia había azotado las aceras, sin embargo, los transeúntes no se habían ocultado del mal tiempo. Las luces del centro de la ciudad conseguían confundir mi visión, eso me estaba poniendo de mal humor.

—Madre estará esperando —murmuró mi hermana menor. Sus ojos oscuros se encontraban ocultos entre las sombras de la capucha negra que utilizaba para cubrirse de la llovizna.

—Que siga esperando, sabía que esto no era seguro —repliqué. Si había algo que heredé de mi madre fue mi mal genio, tal vez por eso nos llevábamos tan mal, pero todos sabían que sus ojos estaban puestos sobre mí para liderar nuestra mafia algún día.

Hacía semanas que habíamos recibido un mensaje de Rusia, al parecer el Boss de la Bratva quería un pacto amistoso para el acceso de su mercancía a nuestro territorio. No me gustaba nada ese sujeto, lo había visto de lejos hacía años, suficiente tuve con pillarlo mirando a mis hermanas cuando ellas aún no terminaban de desarrollarse.

Comencé a preguntarme cuánto tiempo más nos haría esperar, pero ví de reojo a alguien avanzando en nuestra dirección.

Lo primero que noté fue su mirada, era joven, aunque había algo en sus ojos que me hacía pensar en un hombre viejo y cansado. No llevaba capucha, utilizaba el cabello muy corto, como si alguien lo hubiese rapado para el ejército, su labio superior estaba partido e hinchado, tal vez lo habían golpeado pocas horas antes.

Sentí el toque de mi hermana en mi brazo, le devolví la señal con un ligero empujón. Ambas pensábamos lo mismo: él era ruso.

Detuvo su andar a unos metros de nosotras, sin quitar las manos de sus bolsillos movió la cabeza en forma de saludo, fue sutil, como si no quisiera asustarnos.

—Es guapo —se rio mi hermana de quince años, la miré de reojo y golpeé su hombro al pasar por su lado. Me acerqué al desconocido sin demostrar temor, no noté lo alto que era hasta que estuve a solo unos pasos de él.

Utilizaba botines negros, un pantalón de mezclilla de color gris y una sudadera negra con una chaqueta encima. Mi hermana tenía razón, era muy guapo.

—Soy Kaori Segunda —me presenté en su idioma. Sus ojos negros se entrecerraron levemente con reconocimiento.

—Eloah —dijo en cambio. Su voz sonaba ronca, tal vez demasiado fría para mí gusto.

—Es un placer, soy Akane —le sonrió mi hermana. Le dediqué una mirada de advertencia.

—Llegas tarde, vamos —gruñí al ruso. Dirigí el camino hacia el lugar donde nos esperaban los choferes. El trayecto a nuestro lugar elegido para la reunión lo hicimos en silencio, miré la hora unas cuantas veces en mi reloj de muñeca, mi madre no era precisamente una mujer paciente.

Akane en cambio lucía fascinada con el ruso sentado entre nosotras, pero él ni siquiera nos prestó atención, solo observaba por el parabrisas como si estuviera tomando nota del camino.

—¿Las seguimos dentro, señoritas? —preguntó el chofer en cuanto se detuvo frente al restaurante nocturno.

—No, no es necesario —descarté de inmediato.

Dentro del local la gente comía sin mucha particularidad, sólo era gente corriente que disfrutaba de su cena mientras el techo sonaba debido a la lluvia que se intensificaba por momentos.

El diamante de Dios [#3]Where stories live. Discover now