Capítulo 46

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Vamos por el penúltimo capítulo, ¡solo queda uno y el epílogo!


CUATRO MESES DESPUÉS


Estoy en serios problemas. Y cuando digo serios problemas hablo de sentir ojos sobre mi esposo (ya sea de mujeres u hombres) y arder de celos.

―Baa ―balbucea Adham, pero no le quito ojo de encima al grupo de guapas mujeres que almuerza a unos veinte metros de nosotros, todas ellas sentadas en la arena con pequeños trajes de baño.

―Yo me acostumbré a eso, ¿sabes? ―se lamenta Queenie. Tiene a Nikolai, el más gordito de sus mellizos, sentado en el regazo mientras le da a probar fruta en papilla con una pequeña cucharita. Su otro hijo juega con un sonajero en su cochecito.

―Bueno, yo no ―reniego, Charlotte se ríe mientras trenza el cabello de Karenina. El verano comenzó y se siente bien estar en la isla. Mi hermana decidió tomarse una licencia administrativa, mencionó que no iba a marcharse hasta que bautizáramos a los trillizos.

―¡Karenina! ―Llama Andrey a su hija, la niña lo mira con ilusión― ¡La conseguí!

―¡No puede ser! ―La niña comienza a correr como si el viento se la llevara hacia su padre, ha estado buscando por órdenes de Karenina (y Charlotte) una "bonita caracola".

―¿Y King? ―le digo a Queenie. Siento a Adham en mi regazo, su corto cabello castaño ondulado me roza el centro del pecho que deja la parte superior de mi traje de baño.

―Dijo que tenía cosas que hacer, es un aguafiestas ―murmura. Entre ellos todo va bien, pero me ha comentado que tienen muchas discusiones, no son a gritos (aseguró que si así fuera se habría esfumado con los niños), pero no le gusta estar enfadada con él, o distanciada―. Tal vez decida sacar su culo de casa.

―Tal vez es por Eloah ―aporta Charlotte―, no se llevan muy bien.

―Eso es porque quiere, miren a Eloah ―señala Queenie, las tres volteamos a ver al susodicho, Eloah está en la orilla de la playa cargando a Aura, la sostiene sentadita en su antebrazo, con sus pechos pegados, permitiéndole que mire el mar.

La gemela más gordita y grande lleva un lindo trajecito de baño con volantes y un sombrerito rosa sobre su cabello negro, se ve como una bolita adorable con sus bracitos gordos y sus piernas rellenitas.

―Vamos, es el tipo más frío que conozco, apenas lo he visto mirar a sus hijos en todos estos meses, pero le dijiste que fuera al agua porque la niña lloraba y lo hizo ―se queja Queenie―, King es cariñoso con los mellizos, pero no vino.

―Dale tiempo, ya solucionarán sus problemas ―la tranquiliza Charlotte.

―Daa ―se queja Adham, lo alzo y beso sus mejillas gorditas y redondas.

―¿Qué es lo que te pasa? ―susurro con una enorme sonrisa, sus ojos verdes brillan como si me entendiera, comienza a balbucear y me sujeta del cabello con sus puñitos para pegar la boca a mi mejilla y darme un beso muy mojado allí.

―¡Miren, miren! ―Karenina vuelve con una caracola preciosa― ¡Mi papito la consiguió para mí, miren! ―Nos enseña la caracola y sonríe con verdadera emoción.

―Es preciosa ―alago de inmediato, Queenie y Charlotte me imitan, alabando la belleza de lo que trae Karenina en las manos.

―Supondré que puedo beber eso ―nos dice Andrey al llegar con nosotras, señala un vaso enorme con piña colada que Charlotte bebe a sorbos pequeños―, ya que estuve buscando como un idiota por más de una hora ―finaliza y se sienta junto a mi hermana para beber de su trago como si fuera lo más normal del mundo.

El diamante de Dios [#3]Where stories live. Discover now