Capítulo 6

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ARTEMISA

No confío en Eloah Kozlov, pero tenemos un mismo deseo y es matar a su padre. Siento mi cuerpo entumecido mientras miro a la única mujer que queda, Gyséle, quien bien podría ser la futura señora de la mafia rusa.

Estoy en peor condición que ella, obviamente, sé que tengo el rostro golpeado y el cuerpo lleno de moretones, pero ignoro todo a mi alrededor para ver llegar al hombre que me hizo sentir la cosa más repulsiva del mundo.

"¡Vas a desear nunca haberme conocido!", le grite esa noche, y sé que lo recuerda cuando me mira. Luzco mal, pero también sé el poder que tiene mi mirada, sé lo mucho que puede expresar, y ahora mismo mis deseos de asesinarlo se han incrementado.

Avanzo con Mijaíl a mi lado, Eloah se encuentra con Andrey junto al Boss de la mafia rusa. Llevo los pies descalzos sobre la nieve con una bata negra que envuelve mi cuerpo apenas cubierto por un sujetador y una braga, ambos de color blanco.

Mijaíl me libera para que siga caminando a mi lugar junto a Gyséle, todos beben y ríen, eufóricos por ver el espectáculo, pero las voces se apagan a medida que avanzo sin quitarle la mirada de encima a Dimitri. Lentamente comienzan a retroceder y hacerme un camino, no miro a nadie más, solo inclino un poco la cabeza hacia el lado intentando calmar lo que mi alma me grita que haga.

Escucho un silbido a mi costado, me detengo bruscamente para mirar al que lo emitió, una mirada mía basta para que gire la cabeza en otra dirección. Me pregunto qué aspecto ofrezco para que hombres así no se atrevan a enfrentarme.

Continúo caminando hasta detenerme junto a Gyséle, ella se hace a un lado muy lentamente, distanciándose de mí.

―¿Qué te pasó? ―me pregunta cuando Dimitri comienza a hablar.

―No lo sé ―respondo sin dejar de ver al Boss―, ¿qué pasó con la chica rubia? ―interrogo.

―Se suicidó ―replica.

Asiento y empuño las manos al quitarme la bata para dejar a Mijaíl atarme con una cuerda seca, lo miro a los ojos, su respuesta es apretar los labios.

―Te ves como una asesina psicópata recién salida del psiquiátrico ―susurra mientras me envuelve.

―¿Cuánta sangre crees que tenga tu padre en el cuerpo? ―le pregunto con un tono no tan bajo, varias miradas se detienen en mí, pero el Boss no ha escuchado y sus otros hijos tampoco.

―Déjame un poco ―advierte, terminando de anudarla. Sigue con Gyséle y yo solo retuerzo las muñecas, me mentalizo para soportar el frío de la nieve en mis pies.

―¡Tienen tres minutos! ―Anuncia Dimitri. Comienzan el conteo regresivo desde el diez, miro a Eloah, asiente sutilmente, eso basta para que ponga mi completa atención en el hueco que hay en el hielo metros más allá, casi en el centro del lago congelado.

Mijaíl nos lleva hacia él, camina con nosotras hasta el borde y retrocede, dejándonos paradas una frente a la otra.

Disparan al aire y salto al agua fría, todo mi cuerpo se entumece mientras me sumerjo, tenso la mandíbula y comienzo a luchar con las sogas.

Abro los ojos para mirar a mi alrededor, Gyséle está metros más allá, hundiéndose cada vez más, así que muevo las piernas para mantenerme a flote, pero al no tener la coordinación de los brazos termino dando una vuelta en el agua fría.

Sigo luchando por girar las cuerdas a mi alrededor, tardo un poco, apenas puedo aguantar la respiración pues lo fría que está el agua lo empeora todo. Giro la cuerda y miro a la superficie, intento nadar hacia allá, pero es imposible hacerlo solo con mis piernas.

El diamante de Dios [#3]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt