Capítulo 38 ❤️🖤

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Davis

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Davis

La llamada de James se conecta con el celular de Egor a nuestra llegada a Curio.
En alta voz escucho a mi jefe de seguridad desesperado y mi adrenalina toma control de mi cuerpo y salgo del auto corriendo a la misma vez que escucho a James gritar mi nombre varias veces.
El elevador no puede ir más lento de lo normal y maldigo una y mil veces en haberme involucrado con Melissa luego de que Liam desapareciera. La verdad no se si llamarle una relación porque únicamente estuvimos juntos menos de un mes. Siempre envidié la relación que ellos tenían, principalmente porque en algún momento llegué a pensar que Melissa era la mujer perfecta.
Me equivoqué. Sin duda la profesional que tiende a ayudar a muchos es un demonio vestido de ángel.

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Dentro del Ministerio Egor trata de romper la puerta de mi oficina a la vez que grita el nombre de Valeria.
Algo no está bien. Mi ángel está en peligro... Liam.
Me acerco a Egor dándole instrucciones para que desaloje el lugar y de una vez que el Ministerio quede completamente vacío.
Mi voz autoritaria hace que él se retire del lugar de inmediato aunque se que no será por mucho tiempo.
Corro hacia una de las habitaciones en cristal que conecta con la habitación de Liam, conozco bien a mi hermano y debe tener a Val en el único lugar que realmente le ha pertenecido.
Acercándome a la habitación siento su presencia dominante por todas partes y veo a Val justamente en el centro tratando de controlar su cuerpo que no para de temblar.
Mis ojos conectan con mi hermano mientras él le habla sobre Melissa y yo. Sus palabras continúan, queriendo saber si le hice el amor a Val en el lugar. Con esto veo a mi ángel debilitarse y corro hacia ella para tenerla entre mis brazos.

La piel de Val está helada, sus hermosos ojos marrón puestos en Liam y el resto de su cuerpo me indica que está aterrorizada. Por el contrario su rostro se ve en control, como si estuviese intentando todo lo posible por no darle la satisfacción a él de que está en pánico.

—Llegó el que faltaba. Davis, hermano, ¿Cómo has estado?
No le presto atención a lo que dice Liam y cargando el cuerpo de Val la llevo a sentarse en el borde de la cama. Mis dedos acarician su cuello una acción que desde el comienzo de nuestra historia sé que la calma.
No quiero dejar a mi Ángel sola ni un segundo pero debo enfrentar la realidad de que Liam está aquí y por lo que veo tiene una Hellcat Springfield Armory en su mano derecha en dirección a mi cabeza.
Inhalo profundo pensando el cual estrategia tomar. Lo único que me importa es que Val salga viva y yo muerto no será la mejor opción.
—¿Qué es lo que quieres? —mi voz es potente y decisiva.
Riéndose sarcásticamente lo veo dar unos pasos hacia adelante. —Que tal si comenzamos con la verdad. Valeria, ¿Estás lista para hablar?
—¡Joder! ¿A qué diablos te refieres? —pregunto alzando mi tono de voz.
—Me refiero a aquella noche. A como Valeria me escogió a mí.
—La verdad... aquella noche. —Val está débil pero continúa pelando sus emociones.
—Si, Valeria. Hablemos sobre aquella noche. —Liam responde.
—¡Por Dios, ya basta! —grito acercándome a mi hermano sin importarme el arma.
—Okay. Mi querido hermano quizás no deseas hablar, pero es necesario que Valeria entienda que desde el principio todo fue un juego.

Me siento al lado de Val dejando a Liam que hable lo que desee. Ya no importa, ya nada importa. Mi relación con Val está más fuerte que nunca y nada podrá intervenir en la misma.
—Antes de llegar a la fiesta realizamos una apuesta. ¿RecuerdasDavis? Tú escogerías una chica y ella se encargaría de escoger con quien pasaría el resto de la noche. Y claro está, mi hermano escogió la más inocente y virginal. —cada palabra que sale de su boca no me hiere, al contrario agarro la mano de Val con más fuerza para que ella entienda que todo eso fue en el pasado.
—La hermosa Valeria fue la chica de la noche. No es la primera vez que hacíamos este tipo de apuestas. Honestamente Davis es el que las ganaba prácticamente todas, pero esa noche fue diferente. Verás, Valera me escogió a mí. —lo último dice hace que mi estómago se retuerza y soltando la mano de Val con la furia acumulada que tengo voy directamente hacia Liam.
El eco de un llanto detiene mi cuerpo y cuando giro a ver a mi ángel su rostro lleno de lágrimas y su cuerpo tenso me demuestra que hay algo mal en ella.
—¡Oh Dios! No... No...
Sus ojos cierran a la vez que murmura y cuando los vuelve a abrir el terror que lleva cargando en cada una de sus pesadillas al parecer se ha vuelto real.
—Lo recuerdas, Valeria. ¿Cómo bailamos? ¿Cómo me seguiste? ¿Cómo me mirabas? ¿Cómo me deseabas? Aquella noche, luego de que mi hermano intentó seducirte fui yo quien gané. Davis sabía que tú no eras la mujer para él, así que decidió ir al baño y el resto es historia. No solo te seduje, me seguiste como una perrita en búsqueda y desde entonces he acaparado todos tus sueños. —cada oración es una confesión de exactamente lo que sucedió aquella noche. Las lágrimas y gritos de Val demuestran la realidad.
Ella no me escogió a mí.

—Val, por Dios deja de llorar. Escúchame, nada... nada de lo que diga Liam cambiará nuestro amor. Nada. —exclamó agachándome frente a ella poniendo mis manos sobre las suyas.
—Lo seguí... yo lo seguí. —sus llantos quiebran mi corazón y es cuando por primera vez nuestra conexión comienza a alejarse.
—No... No... No... ángel escúchame.
—Hermano, ella me siguió, cogidos de la mano salimos de la fiesta hasta que llegamos a la pequeña calle sin salida. ¿Lo recuerdas Valeria?
Sin alejar mis ojos de mi ángel le grito a Liam furiosamente. —¡Basta! Cállate por favor... maldito, cállate.
—El beso fue dulce y apasionante, pero Valeria decidió abrir su boca cuando iba a comenzar a quitarle su ropa. —Liam continúa hablando pero yo estoy enfocado en Val en nuestro amor, nuestra conexión que no puedo permitir que se pierda.
—Yo... yo... dije tu nombre. Davis... yo dije tu nombre en el callejón cuando Liam me besaba. —mi ángel confiesa con miedo.
—Exactamente. Ella dijo tu maldito nombre. Ella aclamaba por ti cada vez que la apuñale, cada vez que la besé y no creas que la dejé viva solo por coincidencia.

El arma que lleva en su mano derecha toca mi temple y es cuando Val sube su rostro y lleva sus ojos a los míos. El amor que sentimos sigue palpable, ambos lo podemos sentir en el ambiente a nuestro alrededor sin importar el peligro que haya.
—Es hora hermano de que le enseñes a Valeria las maravillas que has hecho en esta habitación. —Liam exclama retirando el arma de mi piel al igual que su cuerpo.
—¿Qué pendejadas dices? Por Dios, deja a Valeria ir y arreglemos esto como hombres. —respondo tratando de cambiar el tema al que él se refiere.
—Trajiste aquí a muchas mujeres y hasta la misma Valeria estuvo aquí, pero nada ni nadie como Melissa.
Val coge aire en un suspiro cuando él menciona a Melissa y cada una de sus siguientes reacciones me provocan desasosiego.
—No es lo que piensas. —le digo a Val queriendo explicarle pero Liam corta el resto de mis suplicas.
—Sabes Valeria, las fotos que recibiste te las envío tu hermanita. Melissa se aseguró de que supieras como es Davis, ella tomó cada una de esas fotos. Hay fotos de ellos también en esta habitación y específicamente en la cama donde ahora estás sentada.
El rostro de Valeria vuelve a caer en shock cuando Liam menciona a Sofía y sus dulces labios susurran el nombre de su hermana sin entender.
—Val, no lo escuches. Ya nada de eso importa.
Trato de subir su rostro caído pero ella quita mis manos alejando su cara.
—Melissa... las fotos en tu oficina. Entonces lo que pensé era correcto. —triste pero a la vez enojada Val me contesta.
—No es lo que piensas. Nunca sentí nada por ella o por ninguna de las otras. —mi voz se corta al Liam tirar en la cama una de las sogas en color negro que el Ministerio guarda para algunas ocasiones. Cierro mis ojos fuertemente, ya que se lo que él desea que haga con ella.
—Vamos, es hora de que le enseñes a Valeria quien eres realmente.
No puedo creer que deje a Liam escapar la última vez que lo vi. Era para no haberlo dejado ver la luz de día. Ahora aquí estoy entre medio de la única mujer que he amado y él. El cual quiere que ponga a Val en una posición sumisa de la cual ella quizás nunca podrá asimilar.
—¿Qué esperas para hacerlo? —Val pregunta levantándose de la cama y con manos temblorosas deja caer el hermoso traje púrpura que acogía todas sus curvas a la perfección. En ropa interior negra la veo posicionar sus manos juntas llevándolas hacia mí y la risa malévola de Liam inicia.

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