Capítulo 37 ❤️🖤

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Valeria

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Valeria

El camino hacia Curio ha sido en completo silencio. Egor aveces no parece ni estar respirando. Probablemente es una técnica militar de los rusos; el hombre solo está enfocado en las calles de Seattle.
Es un milagro que él no haya objetado, lo he visto llamar en su celular más de diez veces, pero nadie le ha contestado.
Estacionando la SUV en el garage de Curio Egor se baja y abre la puerta de atrás del pasajero. Antes de bajarme noto su rostro preocupado y de inmediato abre su boca para objetar.
—Miss Robles, la especificación primordial en mi trabajo es protegerla. Está aquí porque luego de su intercambio de palabras con la doctora Farsi no pude objetar a ninguna de sus órdenes. Entraré con usted al Ministerio, pero quiero que recuerde que lo que está buscando no le pertenece al hombre que hoy en día la ama más que así mismo.
Es la primera vez que lo escucho hablar tantas palabras a la misma vez, y cada una de ellas me conmueve.
Con ojos al borde de derramar lágrimas le agradezco su opinión y comienzo a caminar frente a él para enfrentar lo que se avecina.

La presencia de Egor se hace más potente cuando entramos al Ministerio. No sé por qué pero él tiene llave para entrar al Ministerio, aunque en estos momentos no quiero prestar demasiada atención a cosas sin sentido.
Es noche buena llegué a pensar que el lugar estaba cerrado porque las personas pasarían tiempo con sus familiares. El lugar no está repleto como la primera vez que lo visité con Davis. Hay alrededor de veinte y cinco personas bebiendo y confraternizando no me quiero imaginar como están los cuartos en la parte trasera.

Antes de entrar a la oficina de Davis le expreso a Egor que necesito estar sola. Puedo ver la negación en su rostro pero al parecer entiende mi pedido.
—No me moveré de esta posición. Pero si usted no sale en diez minutos entraré rápidamente.
Asintiendo mi cabeza dándole a entender lo que me comunica y enseguida estoy dentro de la oficina.
Rastreó el lugar como si fuera un detective pero no encuentro lo que estoy buscando. Las fotos han desaparecido.
Caigo sentada en el borde del escritorio en madera decepcionada y justo en ese momento la puerta que conecta a la habitación se abre para darle espacio a Liam de reencontrarse conmigo.

La falta de aire en mis pulmones hace que mi corazón se acelere. Mis párpados cierran y abren porque mi mente está bloqueada y no tengo idea de que hacer. Si corro para estar con Egor, Liam llegará primero que yo a la puerta. Gritar sin parar no me conviene porque lo conozco bien y para él mis gritos serán un  dulce placer. Así que mi decisión es quedarme totalmente callada y esperar a que pasen los minutos para que Egor lo sorprenda.
La sonrisa en el rostro de mi agresor es gigantesca y al parecer mi vista ha delatado mis pensamientos. Señalando la puerta principal de la oficina con uno de sus dedos él saca una llave de su bolsillo y en un abrir y cerrar de ojos quedó atrapada.
Dios... ayúdame.

Tenerlo de frente me causa náuseas aunque mi cuerpo se mantiene rígido para darle a entender que no me va a derrumbar y que soy más fuerte a la Valeria que derrotó hace un tiempo atrás.
—Haz cambiado, pero tu inocencia sigue igual... hmmmm...
Recuerdo su voz gruesa porque ha consumido mis sueños por años. Lo veo levantar su mano derecha y con dos de sus dedos remueve un trozo de mi cabello hacia la parte de atrás de mi oreja. El gesto paraliza mi cuerpo y el roce de su piel con la mía hace que mi estómago se tuerza.
—Ven, vamos a mi cuarto. —dice atrapando mi mano en la suya forzosamente.
—¿Tu cuarto? —mi voz sale débilmente en curiosidad.
—Sí, mi cuarto. El Ministerio es mío, fue creado por mí y mientras estuve encerrado mi querido hermano y Melissa se encargaron de mantener el espíritu del lugar vivo.
Lo observo detenidamente buscando su lado débil, pero no llegó a ninguna parte. Su última confesión me debilita el corazón pero tengo que seguir fuerte para poder sobrevivir.
Egor, avanza. Dios, no sé cuanto más tiempo pueda resistir.
La última vez que estuve en esta habitación fue luego de anunciarle a nuestros amigos que estábamos comprometidos y el deseo que Davis y yo sentíamos en ese momento nos trajo aquí.
—Al parecer mi hermano te ha traído aquí. —exclama coquetamente ofreciéndome una media sonrisa. —Dime, quiero saber exactamente que hizo Davis para qué llegarás a ver las estrellas.
Al no responderle él decide continuar.
—Me imagino que fue igual que con las otras, yo hubiese hecho lo mismo.
Tomo aire para abrir mis bronquios y cuando me armó de valor para contestarle, la puerta trasera del cuarto abre dejando entrar al amor de mi vida.
—Davis. —mi boca tiembla al verlo y mi ataque de pánico inicia su ascenso comenzando en mis piernas.
La visión de Davis está puesta en mí.
—Ángel, ¿estás bien?

Mis ojos se vuelven llorosos al mismo tiempo que mis piernas no resisten más y me dejan caer al frío suelo. Davis cae a mi lado en segundos y es cuando su hermano comienza a reírse malvadamente dejándonos saber que la noche se volverá más oscura de lo común.

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¡Hola!

Ya falta poco para el final de Inmigrante.

Muchas gracias por su apoyo.
Amalia

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