William James Sidis

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Hay que reconocerlo, estamos tan ávidos de encontrar personajes curiosos que poder mostraros, que en nuestras investigaciones nos encontramos con verdaderas joyitas

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Hay que reconocerlo, estamos tan ávidos de encontrar personajes curiosos que poder mostraros, que en nuestras investigaciones nos encontramos con verdaderas joyitas. Pero, a veces, esas joyas son más falsas que Judas, y se disfrutan igual. Porque no todos los personajes curiosos de la historia han podido encontrar la cura a una enfermedad, han sido memorables por su vida o han ayudado a cambiar el mundo (para bien o para mal).

Y hoy, esta que os escribe desde las sombras, está dispuesta a mostraros la vida de nadie. Bueno, fue alguien, obvio. Pero solo ha pasado a la historia por tener un rasgo de su cerebro, sin haber hecho nada reseñable con él.

No os mareo más, que seguro que queréis leer la historia de William James Sidis. ¿Qué? ¿No sabéis quién es? Es normal, yo me lo he encontrado por casualidad y, gracias a él, he aprendido varias cosas que compartiré con vosotros. Ya solo por eso, este personaje formará parte de mi enseñanza histórica, aunque no haya sido su intención.

William James Sidis (Nueva York, 1 de octubre de 1898 – Boston, 17 de julio de 1944) tiene el honor de ser el hombre más inteligente del mundo y de lo que llevamos y se conoce de historia.

Su coeficiente intelectual llegaba a superar 250, cuando lo normal es estar entre 90 y 110. Sin embargo, puede que no te suene porque William no consiguió hacer nada reseñable. Nada de curar el cáncer, el Alzheimer, nada de descubrir una nueva nota musical, o escribir una sinfonía que traspase el tiempo o el espacio. Pero no por ello no va a salir en nuestra sección, ¿verdad? Para eso es de personajes curiosos, y él lo es.

Os he anunciado antes que gracias a este artículo, he descubierto varias cosas, una de ellas es la manera en la que se mide el coeficiente intelectual. Lo reconozco, no lo sabía antes de hoy, por lo que lo voy a marcar como un logro póstumo de William. La manera de hacerlo es la siguiente: Se divide la edad mental por la edad biológica y se multiplica por 100. Por tanto, si un niño de 10 años resuelve problemas matemáticos que son del nivel de un niño de 15, se divide 15 entre 10 (1,5) y se multiplica por 100, por lo que el coeficiente de ese niño es de 150.

¿Lo sabíais? Yo no, y es cierto que es algo más complejo porque hay variantes y porque no todo es perfecto, pero esa es la base. Precisamente, eso es lo que nos indica que, con esa misma premisa, a sus diez años, William Sidis resolvía problemas de veinticinco. Pero empecemos por el principio.

William era de origen ruso, hijo de inmigrantes judíos. Su padre Boris Sidis fue un médico psiquiatra muy reconocido por sus artículos y libros al respecto de psicología anormal. Y su madre Sarah Mandelbaun se graduó en la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston. Ambos creían en la educación precoz, y tanto que podían creer en ella. Al parecer, Boris aplicó sus conocimientos de psicología para potenciar la capacidad intelectual de su hijo.

De esta forma, a los dieciocho meses era capaz de leer el New York Times (no sabemos qué noticia quería leer, pero poder, podía hacerlo). A los ocho años sabía ocho idiomas aparte de su inglés natal. Entre los cuatro y los ocho años escribió cuatro libros. ¿Os imagináis lo que podía haber hecho de haber existido Wattpad entonces? Pero ahí no acaba la cosa, porque también antes de los ocho entró en el MIT, a los once en la Universidad de Harvard y, a riesgo de que nadie entendiera cómo lo podía atender un crío, se licenció en Medicina a los dieciséis.

Como veis, fueron unos años muy bien invertidos por este chico reservado y de pocos amigos (para conseguir todos estos logros académicos no se puede tener vida social). Estudió hasta siete carreras y antes de su muerte sabía cuarenta idiomas.

Y sí, creo que es el momento en el que os puedo contar qué es lo siguiente que he aprendido. Hay un idioma que se llama Vendergood. ¿Lo sabíais? Puede alguno de los datos anteriores sí, pero este seguro que no, porque este idioma lo inventó a los ocho años. Más de uno pensará que no es ningún mérito que un niño de ocho años hable su propio idioma y que quién no lo ha hecho con sus amigos, una forma de comunicación para que los adultos no entendieran de qué se estaba hablando.

Pero es que lo de William va más allá de un simple juego de letras. Fue un idioma basado en el latín, pero con reminiscencias del francés, el alemán y otras lenguas romance. Con ocho conjugaciones distintas y que, algún estudioso ha descrito como "más difícil que el japonés".

¿Pero es que nadie se planteó el regalar a este niño de ocho años una bicicleta? Ese cerebro funcionaba a mil por hora, todo el tiempo. El debate sobre la educación de William se inició con críticas a Boris y Sarah acerca de su manera de educar. Y la idea de las instituciones era que tenían que dar a los niños experiencias comunes para crear mejores ciudadanos.

Puede que haya sido un poco injusta al decir que William James Sidis no hizo nada reseñable, porque tal vez cambió vidas a su alrededor. Pero parece ser un hecho objetivo que, al igual que otros niños superdotados, no ha entrado en la historia logrando algún éxito que pueda corresponder a su nivel de inteligencia. Eso sí, puedo asegura que, aunque haya sido indirectamente, hoy me ha enseñado dos cosas, y no todo el mundo puede hacer eso (a título póstumo).

Espero que este personaje os haya resultado curioso como a nosotros, y quién sabe, lo mismo os pasa como a mí y vais corriendo a aprender el Vendergood.

Pero decidnos, ¿conocéis algún otro personaje que, como él, hubiera nacido para algo más de lo que consiguieron? ¡Os leemos!

Entrada realizada por: SonFuentes

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