|𝐋𝐀 𝐎𝐑𝐃𝐄𝐍| 01

72.4K 6.2K 1.1K
                                    

Emilie

Mis manos tiemblan mientras retuerzo mi anillo de compromiso. Otra vez mi mundo ha sido sacudido en segundos y el miedo se encuentra rasgando con sus afiladas garras mi garganta, mis ojos abiertos observando a Don. Quiero huir, retroceder, buscar a Emma y largarnos de esta vida tan lejos como se nos permita, pero a la vez quiero pararme al lado de mi esposo y hacerle frente al mundo, a cualquier amenaza a nuestra familia.

Quiero ser fuerte por y para él... Gritarle que aquí estoy y aquí me quedaré.

Dominic está del otro lado del cristal en nuestra oficina en el casino, Vladimir hablándole y tratando de llegar a un acuerdo. Roth es quien le responde ya que Don solo tiene su mirada en mí, no en mi persona como tal, sino en mi vientre. Es tan intenso, es como si fuera capaz de ver a nuestro hijo en mi interior, tiene sus facciones más afiladas que de costumbre y muestra una determinación inquietante. Romperá a quien sea una amenaza para nuestro futuro, puedo verlo. Esa promesa silenciosa en todas sus acciones.

Parpadea cuando llevo una mano a mi vientre y su mirada finalmente me enfoca, mis ojos capturando sus azules. No sonríe, no se suaviza, pero ahora sé que detrás del monstruo existe un hombre, aquel que me ama.

Levanta su mano, deteniendo el discurso de Ivanov y se gira dirigiendo hacia el ruso unas palabras que no puedo escuchar. Roth observa a Dominic, pasmado, impactado y quisiera entender qué pasa cuando Vladimir deja caer sus hombros. Asiente embravecido en acuerdo con algo que claramente no es lo que esperaba. Intenta decir algo, pero mi marido golpea la mesa al parecer dando todo por finalizado.

¿Qué demonios está pasando? ¿Tiene mi marido el poder de doblegar a Ivanov? Porque es lo que aparentemente acaba de suceder.

Me pongo de pie en cuanto abre la puerta y me cruzo en su camino, los cuatro hombres de Dominic se posicionan a mi espalda como si Vladimir fuera alguna amenaza para mí. Bufo dándoles una mirada reprobatoria que todos claramente ignoran.

—Pequeño... —susurra igual de abatido.

—Pequeña —corrijo con dulzura—. Siento mucho todo lo sucedido.

—No es tu culpa —revira con rapidez—. Es culpa de Cavalli, no tuya. No temas a Kain, él no va a herirte. Solo está disgustado.

—Si Don no confía, yo tampoco.

—Confía en mí, no va a lastimarte. Si lo hubiese querido...

—Si no lo hizo fue porque le teme a Dominic —corto—. De alguna manera sabe que sus posibilidades de salir ileso eran nulas.

—Eso no tiene sentido, pequeña.

—Estoy embarazada —confieso—. Y él lo sabe.

Vladimir es ahora quien retrocede, puedo ver la repulsión en todo su rostro. Con una dura mirada en mi vientre, intenta acercarse, pero los hombres a mi espalda avanzan, construyendo una muralla entre ambos. La puerta de cristal suena a su espalda y sé que Don está viniendo hacia mí. Mis ojos se nublan de lágrimas, las hormonas, la intensidad de las pasadas horas y la falta de sueño sumándose... Aún peor, tener un vistazo del real Vlad Ivanov frente a mí. Al parecer antes había jugado un papel solo para tenerme. Duele darme cuenta de que, después de todo, ellos son lobos y yo solo la carnada que se han estado peleando entre ambos. Roth dijo una vez que debería agradecer que fuera Dominic y no Vlad quien se adueñó de mi destino. Y ahora lo creo, puedo verlo de primera mano.

Al menos Dominic siempre ha sido directo, en cambio Vladimir juega el poder del engaño.

—Hora de irte —gruñe Don hacia el ruso, la seguridad se abre dejándolo pasar y este se posiciona a mi lado—. Se acabaron las conversaciones secretas entre ambos.

Por su tono neutro no puedo saber si está enojado y por supuesto no me extraña que esté enterado. Como antes me dijo, siempre está cinco pasos delante de todos.

Vladimir responde unas palabras en ruso que hacen tensar a mi esposo mientras le contesta con palabras golpeadas. Observo a Roth parado detrás de Vlad, como si estuviera listo para matarlo ahora, delante de todos nosotros. Vladimir debe sentir esa presencia a su espalda porque mira sobre su hombro.

—Sí, señor —concede entre dientes. Apretando sus puños. Me da una rápida mirada antes de hacerse a un lado y marcharse. Me quedo junto a Dominic mientras la seguridad empieza a dejar la sala. Roth es el último en salir antes de quedarnos solos. Mi marido no pierde el tiempo, impacta su boca con la mía y empuja mi cuerpo contra el suyo. No tengo ninguna oportunidad de responder al beso porque nos separa, respirando agitado. Sus ojos ennegrecidos son dos cuencas diabólicas.

—No volverás a hablar con él —gruñe la orden ejerciendo fuerza en mi cuello—. Nunca quedarás de verlo en ningún lugar, ¿comprendes?

—Sí —musito llevando mi mano sobre su pecho, a su corazón—. No cometeré ningún acto a tu espalda. Ya no más, Don.

—Si faltas a tu palabra... Ya no podré perdonarte —responde y puedo ver el dolor que le causa decirlo—. Sé que eres joven e inmadura, pero necesito que seas fiel a esta promesa. No puedes verlo a mi espalda, ocultarme cosas solo empeora nuestra relación. Siempre me exiges comunicación, ahora soy yo quien te lo pide.

Niego moviéndome para acunar su rostro.

—Te fallé, pero es parte del pasado. Ahora somos nosotros protegiendo a nuestra familia. Emma, los chicos y nuestro bebé... Eres todo para mí, Dominic. Y ahora lo sé, yo sé que tú...

—Sí —confiesa aclarándose la garganta—. Sí, mia regina.

—Llévame a casa, por favor. Necesito estar entre tus brazos y dormir, recordar que eres mi hombre.

—Tengo que regresar y terminar...

—Vamos a casa. Solo por esta noche cuida de tu esposa primero. Mañana puedes ser el Capo nuevamente, pero esta noche recuérdame que me tienes y que no vas a soltarme.

EL CAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora