|𝑳𝑨 𝑹𝑬𝑰𝑵𝑨| 23

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Emilie está temblando mientras presiono el hielo en su frente, tiene una pequeña herida

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Emilie está temblando mientras presiono el hielo en su frente, tiene una pequeña herida. Necesita sutura y Raze se mueve por el segundo nivel buscando un botiquín. Le agarro las manos, percatándome de que las mías están iguales, tiemblo de impotencia, ella no debería estar herida. Me prometí que la protegería de todo y, aquí la tengo, sentada en la encimera, con un golpe en su cabeza y una herida abierta.

—Sigue contando —insisto cuando se detiene en veinte. Temo que el golpe cause alguna hemorragia interna, pero hasta ahora ha respondido todas mis preguntas con mucha claridad. Raze entra cual huracán, dejando a mi lado el botiquín. Le instruyo llamar al médico de la famiglia, pero no me detengo a esperar. Desinfecto la herida con alcohol.

—Aquí tienes —dice Raze pasándole una botella de coñac a Emilie—. Ayudará con el dolor.

Sus grandes ojos me observan. No tengo anestesia y quiero trabajar lo más rápido posible y cerrar la herida, pero no quiero causarle más dolor.

—¿vas a coserlo? —murmura llena de terror.

—El médico tardará otra hora, está en Jersey. —Escucho a Raze explicar. Emilie afirma tomándose un buen trago y estremeciéndose con lo amargo.

Trabajar en la aguja no es mi fuerte, pero tengo la experiencia y he visto a Roth hacerlo muchas veces.

—Raze, ven aquí —demando en un tono de voz violento. Él sabe lo que está a punto de suceder, así que extiende su mano—. Em, solo ejerce presión, seré rápido.

Y ella es una mujer valiente, se muerde el labio y clava sus uñas en el brazo de Raze mientras le doy tres puntadas, deberían ser unas cinco, pero no quiero exponerla de más al dolor. Estoy suprimiendo mis emociones, dejando de lado la impotencia e ira y concentrándome en curarla primero. Bebe un poco más hasta que deja salir un grito, alertando a nonna a la cocina. El sol se asoma, llenando la habitación de luz. El doctor llega cuando ya he terminado y Emilie ha tomado una ducha, supervisa sus reflejos y realiza las mismas preguntas de rutina que he hecho con anterioridad. Ella responde adormilada hasta que el sueño la vence.

—No tiene un buen color, ¿antes de esto estuvo enferma? —pregunta empujando sus lentes en el arco de la nariz.

—No está comiendo muy bien —confieso.

Desde la muerte de Holden se ha descuidado en su alimentación y sumándole todo el estrés añadido a su nuevo rol con Emma solo se ha multiplicado. Despido al médico para que nonna le acompañe y me quito el traje por un pantalón de chándal. Monitoreo a Emma quien duerme plácidamente en su cuna y retiro varios mechones de su frente. Ella es mi hija, mi responsabilidad

¿Qué sería de ella si no regresamos a casa? ¿Quién iba a protegerla? ¿Enseñarle que será la princesa de un trono de sangre?

—Eres una inocente —susurro cubriendo su cuerpo—. Todo estará bien, voy a encargarme de ello. Lucecita.

EL CAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora