EXTRA: ZAPATOS DE UN ESPOSO EXOTICO

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«EMILIE»

Odio estar en reuniones que claramente no me competen, a dos meses de casada prácticamente siendo obligada y retenida a su vida, este es nuestro primer viaje de "pareja" donde al menos está haciendo algo legal con dos hombres que no me he molestado en memorizar sus nombres, no me interesan aunque ellos estén pendientes de mi esposo.

—La hotelería es una buena inversión, Sr. Cavalli... —insiste el más joven. Mi esposo mueve la cabeza cuando me pongo de pie, bajando un poco sus lentes de sol para verme mejor.

El aire cálido y fresco de Miami me relaja, el sonido de las olas detrás de nosotros, la vista del océano atlántico seduciéndome a entrar a la playa y tener ese día de paz que tanto necesito.

—¿Qué opina la señora? —cuestiona el mayor, entendiendo que su futura venta está tambaleándose en mi figura, porque su comprador esta más pendiente de mí que del plano abierto en la mesa o la carpeta con la información detallada de cuantos millones genera el campo turístico.

—Me gusta, aunque con unas palmeras en la playa sería más tropical —respondo sin pensar, camino hasta tocar la baranda de metal—. Cuando sueñas con vacacione, tienes el azul del mar y el verde de la naturaleza... Esto es más arena blanca.

—Tenemos carpas —interfiere el menor, acomodando sus lentes—. Se despliegan a pedido de los clientes.

—Entiendo, pero las carpas no son algo natural y cuando vas a una playa es porque quieres conectar con la naturaleza —Encojo mis hombros restando importancia, empiezo a acostumbrarme de tener las miradas sobre mí, es algo que vino con el paquete de ser una Cavalli. Las cámaras, las personas siempre están observándome, esperando que me equivoque o que demuestre que solo soy una belleza carente de inteligencia.

—¿Te gusta o no? —pregunta mi marido directamente.

—Si, me gusta —respondo mirándolo directamente a él, rogando por no verme nerviosa o frágil. Mi celular suena en mi bolsa y es mi oportunidad de escapar—. Si me disculpan...

Me muevo agarrando mi bolso y apartándome, mi esposo mueve la cabeza y tres de sus hombres se movilizan tras de mi persona. Giro mis ojos sacando el móvil y viendo el mensaje, es mi profesora de italiano, indicándome que me ha enviado material de estudio a mi correo, es imposible zafarse de ella aunque salga de New York. 

El hotel tiene su propia área de tiendas de alta costura, las mejores boutiques, aprovecho para alejarme de Dominic curioseando las tiendas. Saco mi monedero y le paso mi cartera a Nick, quien es de mi alta confianza.

 Extraño a Raze, pero tiene sus asuntos y no pudo venir con nosotros, aunque no creo que se pondría otro esmoquin en su vida para estar en un lugar como este. Entro a la tienda Gucci, donde dos vendedoras rápido alzan la cabeza y se me acercan, soy la mujer con una tarjeta negra en la mano y vistiendo ropa de diseñador.

—Bienvenida, Sr. Cavalli ¿En qué podemos ayudarla?

No me sorprende que todos sepan mi nombre o tengan una foto mia de "denle lo que esa loca pida".

—Oh, solo estoy mirando...

—Tenemos lo mejor, zapatos, vestidos, cualquier prenda.

—¿No tienen algo sin esos dibujitos? No me gustan —murmuro señalando el típico color caca con verde y rojo. Me parece que la gente luce como payasos con esos trajes—. Quiero algo más sencillo.

La dependienta abre la boca, nerviosa sin saber que hacer.

—Mas abajo seguro encuentras algo a tu altura —señala otra con ironía. Sonrió de lado, fingiendo no entender su comentario.

EL CAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora