|𝐄𝐋 𝐂𝐀𝐏𝐎| 17

113K 9.9K 10.2K
                                    

Un ruido entre lo molesto y angelical intenta arrastrarme fuera de la oscuridad confortable del sueño, un sueño reparador y necesario

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un ruido entre lo molesto y angelical intenta arrastrarme fuera de la oscuridad confortable del sueño, un sueño reparador y necesario. Un peso extra me sostiene pegada a la dura superficie donde me encuentro, algo casi asfixiante presiona mi estómago y un calor envolvente que no sale de mí me consume de una buena manera. La voz, de quien sea que habla o canta se va escuchando cada vez más fuerte, reconozco la letra más no la voz. To die for... Sam Smith. En la voz de una chica, otro sonido es añadido a la lista, ¿mi móvil? ¿Acaso es mi alarma? Intento alargar la mano a mi mesa de noche, pero algo duro... Demonios.

Toda la muralla de recuerdos me golpea y abro los ojos sin pestañear. El lugar oscuro me aterra un poco, pero mis ojos se adaptan rápido a la escasa luz. Me he quedado dormida en la cama de Cavalli, con él y babeando su pecho. Intento liberarme del calor, pero sus brazos se tensan más y me impiden salir de su prisión confortable. Él murmura algo ininteligible acerca de ser muy temprano. Tengo las mejillas ardientes del rubor que las cubre.

—Dominic... —susurro y limpio el hilo de baba cayendo de mi boca—. Dominic —intento nuevamente.

—Mmm...

Demonios. Pincho su mano en mi cintura con mis dedos —ya que no tengo uñas— como no parece funcionar pellizco la piel y él suelta un quejido.

—¡Cristo, mujer! —finge quejarse. Su cuerpo me libera y se remueve en la cama. Entonces una luz ciega mis ojos y parpadeó desconcertada. Él está mirándome con una sonrisa tierna bailando en sus labios.

—Nos quedamos... dormidos —explico, como si no fuera lo suficientemente obvio.

—Sí, lo supe al escuchar tus ronquidos —dice estrujando sus ojos con el dorso de su mano.

—¡Yo no ronco! —chillo indignada. Él se carcajea por mi tono y se sienta de golpe en la cama, riendo—. No le veo la gracia.

Ríe, ríe por mí y es hermoso.

—No sueltas ronquidos, balbuceas, sin embargo.

—¿Dije algo? —Temo haber dicho algo sin saberlo, peor, haber tenido una pesadilla.

—No, solo ronroneos de gatita.

—¡Oh, cállate!

—Adorable —repite esa palabra y se estira poniéndose sobre sus pies—. ¿Quieres permanecer en la cama conmigo o prefieres tu cama?

—¿Qué? —Jadeo pálida... ¿Está diciendo lo que creo dice?

—¡Cristo! Qué mente enferma tienes, Emilie Greystone. No lo creía posible. —Simula estar escandalizado.

—¿Qué? ¡No, por supuesto que no!

—¡Oh, sí! Sé lo que estás imaginando —dice riendo y como si fuera lo más natural del mundo, se inclina a besar mi frente—. Quiero tu culo fuera de la cama cuando regrese.

EL CAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora