Capitulo 8. Regreso a Hogwarts

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NARRA HERMIONE.

Después de que me marche de Hogwarts salí en busca de mis padres, los encontré en el sur de Australia, tarde un tiempo en explicarle todo lo que había pasado al final me dejaron demostrarle lo que era y decide el hechizo desmemorante y regresaron en sí.

Volvimos a Londres después de unas semanas en Australia y fue solo Harry quien nos visitó en casa, Ron y Ginny no se aparecieron por ahí en todo el verano y no tuve noticias de ellos, no respondían mis cartas, Harry solía decir que estaban muy preocupados por la señora Weasley, después de la muerte de Fred, no insistí más, pero le mandaba cartas cada semana diciéndoles que podían contar conmigo para lo que quisieran.

Por fin estaba en el expreso de Hogwarts rumbo al colegio, buscaba un compartimento donde estuvieran mis amigos y aun novio, no los encontré hasta casi la mitad del tren, entre al compartimento y Harry me sonrió inmediatamente, Ron no hizo caso a mi presencia ni cuando abrí la puerta corrediza y me senté a su lado.

Ginny me lanzaba miradas asesinas que no comprendí hasta que Harry la arrastro fuera del compartimento y me dejo sola con mi novio.

–Ammm... hola – salude a Ron volviéndome hacia él.

No respondió y voltio su mirada a ventana.

– ¿Pasa algo?

– ¿Qué paso entre tú y Malfoy? – pregunto sin apartar la vista de la mirada y su voz era más fría de lo normal, no supe que contestar – los miré enfrente del despacho de McGonagall – continuo

–Yo...

–No se te ocurra negarlo Hermione – gruñó y volvió su mirada a mí, y me di cuenta que tenía los ojos inyectados en sangre – te he dicho que yo los vi.

–Fue un error – fue lo único que pude articular y se me escapo una lagrima, la limpie con el puño de mi suéter rápidamente.

– ¿Un error? – Pregunto y por sus mejillas corrían gruesas lágrimas de rabia – ese beso no fue un error – se puso de pie de un salto y se situó frente de mí, cayendo de rodillas.

–Ron – dije y acaricié su cara con la punta de los dedos – Malfoy no significa nada para mí, él me tomó de sorpresa es un idiota – levanto su mirada hacia, me incliné a besarlo y me sorprendió que no se retirará.

Continúo el beso el de rodillas frente a mí y yo sentada, cuando deshice el beso me sonrió entre lágrimas, pero supe algo iba mal cuando se puso de pie, tomó mi mano y me obligó a levantarme del asiento bruscamente

Muffliato – susurro, no me había dado cuenta que había sacado su varita y apunto a la puerta. Me soltó la mano y camino a cerrar las cortinas de la puerta del compartimento, giro hacia mí y pude ver fuego en sus ojos, con dos pasos llego a mí, me tomo de la cintura y me aprisiona contra la ventana del compartimiento, dejándome inmovilizada, tomó mis manos sobre mi cabeza y me beso

Pero era un beso fuerte lleno de algo que no pude distinguir, me tenía tan apretada contra la pared que la ventana me dolía en la espalda, se alejó de mi pero aun así era incapaz de moverme, me alejo de la ventana y soltó mis manos que cayeron a mis lados, enredó una de sus manos en mi cabello y jalo hacia atrás, dejando mi cuello al descubierto, di un gemido de dolor, pero él lo ignoro comenzó a besar mi cuello, sus labios contra mi piel eran tibios, pero me molestaban, comencé a empujarlo pero él no retrocedió.

–Me... Me estas lastimando - le dije con dificultad y el volvió a besar mis labios impidiéndome hablar, una de sus manos bajo de mi cintura a mi trasero yo sentía que me hirvió la sangre, lo mordí fuertemente en el labio y el retrocedió molesto, sus ojos azules eran un mar de emociones, no había paz ni serenidad en ellos en cambio había tristeza y coraje.

No todo lo que brilla es oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora