21. La vuelta a Morke

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Freya sentía que pateaba su corazón a cada paso que daba en la dirección contraria a los árboles. Los ruidos de los automóviles y el aroma contaminado invadieron todos sus sentidos y comprendió al instante que ya no se encontraba en aquel Morke en el que estaban todos sus amigos y seres queridos.

Estaba a lejos.

Y nunca más podría volver.

La marca en su brazo desaparecida era la prueba viviente de aquello, su aventura en la era Vikinga, con todos sus altibajos, batallas y amores había quedado en el pasado. Literalmente.

Y toda esa gente que hizo de su estadía allí una aventura llevaba Miles de años muerta.

¿Cómo iba a enfrentarse a sus abuelos ahora que sabía que ni siquiera la sangre los unía? ¿Cómo llevaría adelante el día a día sin los consejos de Aida, los recuerdos con su padre y los besos de Gustav?

Sentía que una parte de ella murió al segundo en el que volvió a su tiempo.

Seguiría adelante, es lo que les había prometido a todos, pero eso no significaba que no lloraría en el proceso.

Y ese era su plan exactamente, llorar.

Llorar todas esas pérdidas que hacían que cada paso en dirección opuesta al claro duelan más que un puñal en la espalda.

Intentando quitar de su mente todos esos pensamientos, Freya hizo algo que sí había extrañado de su época, quizás lo único que había extrañado demás de la hermosa costumbre de su gente de no sacrificar animales. Fumar y escuchar música.

Quitando la foto de su amado Gustav, hizo sonar el tema "love of my life" como una especie de homenaje al muchacho y dejó que las lágrimas recorran su rostro y el humo sus pulmones, esa misma tarde, luego de aclarar los tantos con sus falsos abuelos, iría al lugar donde había enterrado su caja metálica para recuperar todas las cartas y recuerdos que esperaba sigan allí, intactos.

Repentinamente, y como si le hubieran pegado una bofetada, Freya se encontró en la puerta del hogar de sus abuelos y se dijo a sí misma que actuaría como lo haría Aida, con calma y escogiendo las palabras justas. Si algo había aprendido de la vieja escudera era a intentar pensar un poco antes de hablar.

Sin embargo, también aprendió que siempre había que estar alerta ante posibles ataques y de seguro se aproximaba uno grande.

Cuando abrió la puerta, su madre estaba allí, vestida con un largo vestido rojo con lunares blanco, peinada, maquillada, prolija...¿Sobria? ¿Y en Noruega?.

- ¡Freya!- Gritó Claire al verla, rompiendo en llanto y tropezando con sus propios pies para alcanzar a su hija.

Más helada que el agua del lago Oldevan, la muchacha permaneció allí de pie. Era la primera vez en año que su progenitora la abrazaba y muchos más desde que no olía a cerveza o vodka.

- ¿Dónde estabas? Por Dios, ¿Dónde estabas, mi niña?- Mi niña...de alguna manera Freya odió que su madre se refiera a ella de esa manera. Y pese a que sus impulsos fueron quitársela de encima con un empujón, la muchacha respiró profundamente antes de susurrar en el oído de Claire.

- De campamento...

- ¿Sola en el bosque?

- Si...sola en el bosque...

Y así como la madre dejó helada a su hija con un abrazo, con esas palabras Freya logró el efecto contrario.

- Perdón por desaparecer así- Dijo la muchacha con la mirada clavada en el suelo buscando a sus abuelos en la gran sala leyendo el periódico y bebiendo té.

Todo se sentía igual pero a la vez tremendamente diferente.

- Esta bien pequeña, ¿Pudiste llegar a conclusiones interesantes?.

- ¿Estás bien?- Astrid, su abuela, se puso de pie y se acercó a Freya, intercambiando una mirada confundida con Claire. La muchacha asintió con la cabeza dejándose caer en el primer escalón de la gran escalera que daba a la puerta principal- ¿Te has golpeado la cabeza?

- No, no, estoy bien.

- Te prepararé un té, mi niña- Dijo su madre repitiendo ese apodo que solo le pertenecía a Aida y a nadie más- ¿Alguien quiere un té?

- ¿Mamá qué haces aquí?- Preguntó Freya sin poder hacer nada para evitarlo.

- Cuando desapareciste, tus abuelos me llamaron- Contestó Claire avergonzada- Vine en el primer vuelo que encontré.

- ¿Están enfadados conmigo?

- En realidad, solo contentos de que estés a salvo. Estábamos muy preocupados por tí- Contestó Garth, su abuelo, desde la sala de estar.

La muchacha asintió con la cabeza y se demoró unos buenos segundos estudiando su antebrazo, donde ya no habían marcas de nada, ¿Acaso estaba soñando aún? Una familia sin gritos, sin insultos, sin acusaciones no sonaba en absoluto similar a la que recordaba.

Algo se sentía completamente diferente.

El timbre sonó y Freya dirigió su mirada a la puerta.

- ¿Esperamos a alguien?

- Oh, no, es el vecino de junto, viene a buscar unas cosas, están debajo de las escaleras- Explicó el hombre sin levantar la mirada del periódico.

Aún abombada con la situación, Freya tomó las cosas y abrió la puerta.

Y la bolsa con todas sus pertenencias impactó en el suelo haciendo un gran estruendo.



Uy uy uy

¿Quién piensan que puede estar del otro lado de la puerta?


Warrior (Terminada)Kde žijí příběhy. Začni objevovat