6. La emisaria de la vieja Diosa

136 18 2
                                    

Freya había viajado en el tiempo.

La habían amenazado de muerte.

Tres veces.

Había dormido en un colchón de paja.

No tenía idea de lo que le deparaba la vida.

Se encontraba en una sociedad distinta a la suya en cuanto a cultura, religión y prácticamente todos los aspectos imaginables.

Y sin embargo, prefería estar allí que con Claire.

Quien de seguro siquiera había llamado a sus abuelos para preguntar por su vuelo o si se había acomodado bien a Morke

-Buen día.

-Duermes mucho- Dijo Aida- Nadie aquí duerme tanto. Necesitas ser una más, o la visita de Sten será el menor de nuestros problemas- Poco a poco, Freya comenzaba a acostumbrarse a los constantes consejos de su hospedadora.

-No soy una bruja, lo juro.

La mujer estaba peinando su largo cabello color ceniza cuando escuchó aquello.

-No sé qué seas, Freya, pero se que esto- Dijo tomando su mano y nuevamente trazando el dibujo- Significa algo.

-¡Oye mira!- El borde de uno de los tres triángulos había desaparecido- ¿Qué creés que signifique eso?

-Creo que necesitas hablar con Kara, de inmediato.

-Kára me aterra.

-Mi niña, nadie aquí se atreverá a tocarte un solo cabello.

-¿Por qué eres tan buena conmigo?

Era cierto, desde que toda aquella locura comenzó, nadie se había demostrado ni un poco simpático o comprensivo. Todos habían intentado asesinarla, violarla, cortarle la mano o incluso las tres cosas juntas. La solitaria mujer que vivía en las afueras de Morke fue la única que se había demostrado amable y protectora. Lo que Freya no comprendía era el por qué.

Si era porque esperaba que la ayude a volver a su época, estaba perdiendo el tiempo pues apenas recordaba como llegar a los árboles con las viejas runas.

Aida se sentó junto a la muchacha de cabello cobrizo, quién para su fortuna, había dejado de temblar de miedo.

Tomó su rostro entre sus manos y la observó fijamente a los ojos.

-Muchos años atrás yo perdí a mi pequeño en el bosque- Aida se transportó muchos años atrás. Años en los que vivía de batalla en batalla y había comenzado a formar una familia. Su familia. Antes de que se la arranquen de los brazos.

Su voz comenzaba a quebrarse y a Freya le resultó casi incómodo ver a alguien quién le había hecho frente al gigante Sten quebrarse de aquella manera. Habiendo crecido en un ambiente rodeada de personas tan débiles, haber conocido a alguien fuerte como Aida le resultaba extraño, completamente nuevo

- Y años después apareces tú de los bosques, débil y con necesidad de cuidado...como mi niño. Creo que los Dioses te han puesto en mi camino, Freya, y es por eso que te cuidaré con mi último aliento.

Dioses o no, la muchacha agradeció a lo que sea que esté por encima de todos el haber puesto a Aida en su camino pues de seguro no hubiera durado dos horas en Morke sin ella.

-Seré una buena estudiante. Haré todo lo que me pidas- Freya tomó la mano de Aida y la presionó ligeramente- Y muchas gracias.

-Comencemos por hablar con Kara y Gustav.

-Hecho.

La mujer le dio a su invitada un desgastado vestido que alguna vez fue blanco y una gran capa para cubrir su rostro, explicando que la ropa de su época sumado a un rostro nuevo atraerán miradas indeseadas y no era una buena idea que todos estén al tanto de su presencia dado que ya de por sí los aires de Morke ya estaban lo suficientemente alterados con la venida del invierno y la época de los sacrificios cayendo casi sobre sus cabezas.

Warrior (Terminada)Where stories live. Discover now