9. El juicio

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Los hombres del Norte resolvían los conflictos de manera muy distinta a como Freya acostumbraba. Allí no había policía ni cárcel, solo jueces y castigos.

Afortunadamente para ella, luego de que a los acusados se los exponga a un juicio en los que podían defenderse y presentar testigos frente a todo el pueblo, era finalmente el jefe quien tenía la última palabra.

Por lo que allí se encontraba, con la capa cubriéndole el rostro sentada junto a una malherida Aida quién, luego de muchas insistencias había accedido a atestiguar en contra de Sten y los dos hombres desconocidos que habían irrumpido en la tranquilidad de su hogar en caso de ser absolutamente necesario pues no le agradaba atraer las miradas ni a ella ni a la muchacha.

Gustav estaba en su gran silla, esperando a que la sala poco a poco se llene de aldeanos, buscando a Freya entre la gente antes de distraídamente acariciar el colgante que le había regalado y dedicarle una sonrisa de lado, casi soberbia. Freya no pudo evitar devolverle la sonrisa y negar con la cabeza.

-Ese colgante- Dijo Aida- lo conozco.

- Se lo he dado yo- La mujer no dijo más nada- ¿Estás bien?

-Sí mi niña, preguntar no hará que sane más rápido.

Por supuesto, Kara también estaba allí, y ocupaba el lugar de la derecha de Gustav, con la mirada clavada en Freya, quitándole los ojos de encima solo para parpadear.

Súbitamente el jefe se aclaró la garganta.

- Traigan a los acusados.

Cómo es que Gustav se las había ingeniado para atrapar al enorme Vikingo y sus dos cómplices, era algo que a Freya se le escapaba por completo de su conocimiento, solo sabía que apenas Aida pronunció el nombre de su hermano él montó su caballo y galopó a toda velocidad fuera de la propiedad. Lo cual solo le daba a interpretar que debajo de aquella fachada bromista había un guerrero poderoso y fuerte.

Pero ese día el muchacho no tenía ganas de bromear.

Estaba furioso. Su hermano lo había desobedecido.

Otra vez.

Fue por eso que cuando lo arrastraron hacia el centro del salón y todos abuchearon, él sencillamente lo contempló desde su gran silla, con el mentón en alto y los labios apretados.

- Sten- Dijo secamente tomando un cuchillo de su cinturón y comenzando a jugar con él- Se te acusa de atacar a la famosa escudera, Aida.

- Fue en defensa propia, su majestad- Sten dijo aquello con asco. Era sabido entre todo el pueblo de Morke que el enorme hombre del Norte resentía de sobre manera la posición de poder de su hermano.

- ¿En su propiedad?

- Fue en defensa de futuros daños.

Gustav saltó de su asiento y caminó hacia su hermano hasta estar frente a frente con él. Freya nunca los había visto tan cerca, de esa manera sí pudo reconocerlos como hermanos, con sus narices respingadas, pechos amplios y por supuesto, cabelleras largas. Aunque claro, Sten tenía el cabello oscuro y su hermano rubio.

- ¿Esa es tu defensa? ¿Atacas a una mujer mayor por miedo a que ella lo haga primero?- Gustav rió

Freya, con el ceño y los puños fruncidos, le dedicó una mirada a Aida.

- No puede hablar así de tí- La mujer sencillamente se acercó a su oído y susurró.

- Es parte del plan.

Más confundida que antes, la muchacha volvió a fijar su atención en la escena.

- El valiente Sten, ataca en grupo a la vieja escudera- Risitas por aquí y por allá comenzaron a resonar por el salón.

- Cierra la boca.

- Y siquiera pudieron terminar el trabajo- Sten gruñó y observó a los dos hombres que, callados, clavaban sus miradas en el suelo- Me dices que calle, pero ¿Qué harás hermano? ¿Vendrás con diez personas más a cortarme el cabello?

Pronto, todo el pueblo de Morke estalló en carcajadas y Aida rió satisfecha.

- Tres contra una anciana. No merecen su lugar en el Valhalla- Dijo Gustav riendo y caminando alrededor de los tres interrogados- Apuesto a que no podrían abrir la puerta ni aunque la tuvieran delante.

Sonriendo de oreja a oreja y regodeándose en las risas de su pueblo, el muchacho le entregó a una de las niñas que observaba divertida la escena un cuchillo pequeño y con mucha delicadeza la alzó en el aire y posicionó frente a su hermano.

- ¿Qué opina mi pueblo? ¿Acaso he encontrado un rival que esté a la altura del gran Sten?

Sin poder hacer nada para controlarlo, Freya soltó una carcajada.

Y Gustav enseguida le devolvió la mirada, sonriendo.

- Tú sabes a quién buscaba- El gran oso estaba manteniendo la compostura, para la sorpresa de todos, porque sabía muy bien que si estallaba en uno de sus ataques de rabia cinco personas caerían sobre él y tendría que enfrentarse a algo mucho peor que las burlas de su hermano.

- ¿A quién, Sten?

- A la niña del Valknut- Súbitamente, se hizo silencio en la sala, y Freya tuvo tanto miedo que Aida tuvo que tomar su brazo para evitar que salga corriendo.

Pero la respuesta de Gustav fue mover su cabeza hacia los costados antes de soltar una risita.

- Oh hermano, finalmente llegó el día en el que perdiste la cabeza.

Sten sabía que su hermano a veces era cruel con sus enemigos, sabía que podía ser despiadado y calculador. Estaba muy al tanto de que habían tenido sus diferencias a lo largo de los años y que principalmente se habían debido a su insistencia en siempre hacer lo opuesto a lo que Gustav le ordenaba. Bastaba para que el jefe de los Vikingos diga de ir a la derecha para que él corra a toda velocidad a la izquierda.

Sin embargo, jamás se esperó de él semejante respuesta.

- Gustav...- La mirada de Sten pidió misericordia y el jefe, con la mirada de todo el pueblo encima, sencillamente alzó el mentón.

- No sé de quién hablas. No hay ninguna chica del Valknut. Solo sé una cosa y es que has atacado a Aida sin razón.

- No, no, no, vamos hermano...

Gustav no se esperó que escuchar a su hermano rogando misericordia le doliera tanto pero así fue.

Desesperado y pareciendo mucho menos amenazador que antes, Sten se giró sobre sí mismo e intentó buscar a todas las personas que se habían reunido en la cabaña de Kara la noche que Freya apareció.

Nadie respondió, siqueira hacían contacto visual con él.

Lo estaban traicionando.

Todos y cada uno de sus supuestos amigos.

- No puedo matarte. Eres mi hermano- Dijo Gustav obligándolo a girarse nuevamente- Pero no puedo tener a un asesino suelto en mi pueblo. Mucho menos a uno loco.

- Kara...-Suplicó por último el gran hombre. Pero al observar la negativa de la sacerdotisa, se dejó caer, derrotado.

- Eres un peligro para tí mismo y para el resto.

Se hizo el silencio en la sala antes de que el joven hombre del Norte dicte su sentencia final.

- Sten- Comenzó a decir Gustav- Estas exiliado de Morke. Y te recomiendo que no intentes jugar con los límites de mi bondad porque si vuelvo a ver tu rostro no dudaré en cortarte el cuello.



Comela Sten.

We era re Argentina de repente Y SI.

Chiquis me intriga un montón saber de qué países son ustedes!

Y por supuesto, si les gusta como viene la historia :)

¿Les parece justo lo que Gustav le hizo a su hermano?

Warrior (Terminada)Where stories live. Discover now