13. Te quiero

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Esa mañana no esperó a Gustav.

Galopó hacia el lugar que solo ellos conocían con las muelas apretadas y cinco hachas de distintos tamaños, grosores y pesos en su espalda, dispuesta a entrenar sola por primera vez. Afortunadamente ya sabía el camino de memoria y se las había ingeniado para que el caballo de Gustav la obedezca.

Una cosa menos que debía aprender: Montar a caballo.

No estaba segura de si se sentía más herida o estúpida, lo que sí tenía claro era que arrojar hachas a través del campo siempre la hacía sentir mejor. ¿Quién diría que podría oficiar como un reemplazo tan efectivo para la terapia?

Ella había confiado en Gustav, le había entregado su colgante y él no había sido siquiera capaz de decirle sus verdaderas intenciones con el mismo. No le había contado que Tyr estaba preparando botes para zarpar al Oeste.

A sus ojos, el Vikingo no había hecho más que ocultarle cosas. De seguro incluso hasta sabía que el Rey iría a visitarlo y no se lo había dicho tampoco.

Fue por eso que, cuando lo encontró de pié en la roca en la que solían encontrarse para conversar y entrenar, la respuesta de Freya fue saltar del caballo y tomar una de sus hachas. Por supuesto que él estaba preparado, vestido con ropa de combate y un gran escudo circular de madera, había madrugado como nunca antes para esperarla allí una sonrisa y una gran sorpresa.

- Buenos días.

- ¿Buenos días? ¡Buenos días?!- La muchacha arremetió con todas sus fuerzas hacia el Vikingo con el hacha en mano y sin verdaderas intenciones de lastimarlo sino más bien de quitarse la amargura del pecho- ¿Eso tienes para decir? "¿Buenos días?"- Preguntó burlándose a lo que Gustav rió.

- Yo no hablo así.

- Eres un mentiroso, embustero- Dijo ella arrojando el arma justo al medio del escudo.

- Pensé que no querías lastimarme.

- Si, bueno, las cosas cambian.

- ¿Quieres calmarte?

- No, no quiero- A él le producía cierta satisfacción verla así de furiosa, arrojando hachas a diestra y siniestra. Le gustaba ese lado salvaje de Freya, pero la verdad es que no tenían tiempo que perder.

- ¿Qué esperabas que haga Freya? ¿Que te presente ante todos como la enviada de los Dioses? ¿Que les muestre el Valknut que llevas en la piel?

- No me hubieran hecho daño, los Dioses...

- Tú no sabes nada de los Dioses- Dijo él negando con la cabeza y presionando ambas manos en los hombros de la muchacha- Cada uno tiene su propia interpretación y manera de conectar con ellos. Es por eso que necesito hablar contigo...

-Pues habla.

-Allí- La sorpresa que Gustav tenía para Freya era un pequeño drakkar o barco dragón, que Tyr muy amablemente había construído para él, bueno, para ella.

- Yo no subo a botes, te lo he dicho.

- ¡Por todos los Dioses!- Exclamó el exasperado- No tenemos tiempo para esto.

Y como prometió que haría, sin por supuesto la parte de amordazarla, Gustav tomó a Freya por los aires y pese a sus gritos, patadas y quejas, se las arregló para subirla al drakkar y comenzar a remar lago adentro.

Ella estaba paralizada, abrazada al mástil y temblando de pies a cabeza. ¿Qué otra opción tenía? ¿Arrojarse a las heladas aguas y nadar hasta la costa? Era demasiado hasta para ella. A medida que se alejaban más y más de la superficie rocosa de Morke más clavaba Freya la mirada en el suelo del drakkar.

Warrior (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora