15. Más reencuentros

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- ¿Papá?- Erik abrió los ojos como platos al observar a la muchacha que lo observaba desde el vano de la puerta, llevaba un hacha en una mano y la otra en el corazón, la mirada perdida y el cabello rojizo hecho un desastre.

Habían pasado años desde que lo habían llamado de esa manera, por eso mismo fue que soltó un gruñido furioso y retomó sus labores carneando los peces que había atrapado ese día.

- No tengo limosna- Hasta sonaba como él.

Pegada a las paredes por no comprender si lo que estaba frente a ella era un espíritu, Freya no pudo evitar acercarse de manera lenta e irregular. Por supuesto, la última vez que lo había visto él era mucho más alto que ella.

Su cabello rubio, los ojos verdes que había heredado, las enormes manos y la voz, la misma exacta voz que la muchacha había escuchado hasta el cansancio en los viejos casettes de películas caseras que se habían llevado de Morke antes de mudarse de allí.

Con lágrimas cayendo por los ojos, no pudo evitar intentar tocarlo.

Necesitaba comprobar que era real.

- ¿Eres tú? ¿De verdad eres tú?- Él la observó y resopló, una de las cosas maravillosas de vivir lejos del pueblo era que no tenía que enfrentarse a ebrios y locos, sin embargo, ahí estaba la muchacha de cabellos rojos, observándolo de esa manera tan intensa con lágrimas cayendo a mares de sus mejillas.

- Fuera.

- Soy yo- Dijo Freya con la voz quebrada- Soy Freya.

- ¿Freya?

- Freya Dahl...tu eres Erik Dahl, tu..tu...

Erik sintió que todo a su alrededor daba vueltas y quizás fue por eso que antes de poder hacer algo para evitarlo cayó de bruces al suelo. El cabello rojo, los ojos verdes...¿Podría ser?

- ¿Es esto una broma de los Dioses? ¿Está Loki detrás de esto?

- ¿Estás bien?- Preguntó ella arrodillándose a su lado- ¿Te encuentras bien? ¿Sabes quién soy?

El hombre, aún desconfiando de sus propios ojos, estiró una mano y acarició el rostro de la muchacha que no había podido dejar de llorar ni un solo segundo desde que pisó la cabaña.

Y poco a poco comprendió el por qué.

- ¿Freya? ¿Mi pequeña Freya?- La muchacha rió.

- No tan pequeña.

- Es imposible, tú...tú vives en el siglo XXI...no, debo estar soñando.

- No estás soñando- Dijo ella volviendo a obligar al hombre a mirarla a los ojos- Estoy aquí. Estás aquí.

Temblando de pies a cabeza, el hombre tomó las manos de la muchacha, que eran mucho más grandes de lo que recordaba. Esa mujer, con aires peligrosos y mirada salvaje de seguro no podía ser su pequeña y delicada hija, su pequeña Freya.

- ¿Qué haces aquí?-Preguntó él llorando por primera vez desde que los Dioses lo hicieron aparecer en Morke, miles de años antes del nacimiento de su persona favorita- No comprendo, ¿Estoy soñando?- Preguntó nuevamente

-Qué no- Contestó ella riendo entre lágrimas- El Valknut me trajo, mira- Y así, sin más, confiando ciegamente en que aquel hombre era el mismo que la había criado con tanto cariño sus primeros años de vida, Freya le confió su mayor secreto: Su marca sagrada.

- Atas, desatas, jamás empatas- Dijo Erik finalmente, como si acabara de encontrar la última pieza de su rompecabezas.

- ¿Cómo sabes de eso? ¿Cómo no estás muerto?

Warrior (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora