Capítulo treinta y cinco.

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Matthew.

Nuestro último Magcon en Seattle había finalizado y nuestro viaje a Virginia saldría a las 15:42 de la tarde y el reloj marcaba las 13:15. Todos empezamos a empacar nuestras pertenencias así ya tendríamos todo preparado para cuando Mark nos venga a buscar a la habitación para irnos. Nos encontrábamos en el cuarto con Emma y Nash haciendo nuestras maletas.

—Nash ¿puedes salir un momento, por favor?—Rasqué mi nuca.

—Claro—Asintió sin protestar y salió por la puerta. Me acerqué a Emma y la miré fijamente, lo cual a ella no le pareció importar y siguió haciendo su maleta.

—Emma ¿estás bien?—Pregunté preocupado.

—Si ¿por qué la pregunta?—

—Desde esta mañana no hablas mucho y en el Magcon has estado.. apagada—

—No me pasa nada—Se encogió de hombros. Cerró la maleta y estaba a punto de salir de la habitación, pero la tomé por el brazo. Busqué con mis ojos su mirada, pero no la encontré.

—Mírame y dime que no te pasa nada—La tenía a unos centímetros. Ella murmuró algo que no pude entender con claridad, pero luego me miró a los ojos. Su rostro se ablandó y sus ojos se cristalizaron.

—Matt—Se aferró a mi cuerpo con fuerza. 

—¿Qué pasa enana? ¿Qué es lo que tienes?—

—Tengo miedo—Murmuró.

—¿Miedo de qué?—

—..—

—Emma—Me separé un poco de ella. Me miraba desde lo abajo, parecía una niña pequeña. Tomé su rostro en mis manos.—No debes tener miedo de nada, yo estoy aquí para cuidarte—La envolví en mis brazos.

—¿Lo prometes?—Murmuró.

—Lo prometo enana—Besé su frente. 

Horas después nos encontrábamos en el avión regresando a Virginia, llegaríamos al rededor de las cinco de la tarde y tendríamos tiempo de descansar para mañana empezar el colegio. 

Emma se encontraba a mi lado con sus ojos cerrados, ya estaba más tranquila que hace unas horas atrás. Tenía sus auriculares puestos, la música la tranqulizaba. Me ocupé de hacerle saber que todo estaría bien y que si algo andaba mal, yo buscaré una solución junto a ella. Su respiración era profunda y tenía una expresión tensa.. como si algo la atormentara, pero yo me ocuparé de alejar aquellos malos pensamientos.

Me la quedé observando por unos segundos.. Me encanta como sus ojos complementan con su cabello, la forma en que esos jeans encajan perfectamente provocando que la mire. Cada vez que sonríe me dan ganas de prometerle que estaré aquí para siempre. 

—Nena.. déjame ser todo lo que necesites—Murmuré acariciando suavemente su mejilla. Me incliné para besar su mejilla. 

Emma.

Nos encontrábamos en Virnigia, el camino en la camioneta transcurrió en silencio, pero no eran esos silencios incómodos, era uno de esos con los que te sentías bien y sólo disfrutabas de la compañía del otro. Matt se detuvo en la puerta de mi casa, rodeó la camioneta por el frente para abrir mi puerta y caminar tranquilamente hasta la entrada.

—Lo siento si hoy.. he estado algo extraña—Me disculpé tímidamente. Matt solo negó con la cabeza mientras colocaba un mechón de mi cabello detrás mi oreja.

—No te disculpes, eso me hace miserable. Todos tenemos nuestros días malos, enana—

—Gracias por entenderme—Una media sonrisa apareció en mis labios.

Sad Song {Matthew Espinosa}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora